Birmania

Tensión étnica y pobreza

Birmania tiene que encontrar su lugar en la economía mundial para beneficio social de sus ciudadanos

La Razón
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–¿Qué suponen estos comicios para la transición democrática de Birmania?

–Las elecciones han ido bastante bien, lo cual era un reto porque Birmania nunca había tenido unas elecciones transparentes y libres. La transición está teniendo problemas tanto técnicos como religiosos y étnicos, especialmente contra la minoría musulmana, pero eso no implica que el proceso se esté produciendo, aunque de forma lenta. Los militares siguen teniendo asegurado el 25% del Parlamento, lo que implica que pueden vetar todas las cuestiones importantes, sobre todo las enmiendas constitucionales. Pero poco a poco se está cediendo el poder a los civiles, lo que resulta ser la cuestión más importante.

–¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta el próximo presidente del país?

–El asunto étnico es importante. Se suponía que las distintas minorías tenían que firmar un acuerdo nacional de paz, que era una de las condiciones de Europa y EE UU para empezar a comerciar y levantar las sanciones. Sin embargo, muchas guerrillas se han echado atrás, aunque en su momento firmaron el borrador. También es importante conseguir que Birmania deje de ser un país absolutamente pobre. El reto más importante es conseguir que el país entre en la economía mundial, que pueda jugar un papel y que ese papel beneficie no sólo a las empresas sino a los ciudadanos, para que el Estado tenga más recursos que dedicar a partidas sociales como educación y sanidad. Se tiene que convertir en un Estado eficaz y ese proceso va a durar muchísimo tiempo.

*Ha ejercido de consultor de riesgos políticos en Birmania para empresas y ONG internacionales