Julio Valdeón
Robert O’Brien, nuevo asesor de Seguridad Nacional de Trump
Tras la polémica salida de John Bolton, el presidente de Estados Unidos nombra a un abogado californiano de gran prestigio que ha ejercido durante años a la sombra de los republicanos
Tras la polémica salida de John Bolton, el presidente de EE UU, Donald Trump, ya ha elegido a su sustituto
Tras la polémica salida de John Bolton, el presidente de Estados Unidos nombra a un abogado californiano de gran prestigio que ha ejercido durante años a la sombra de los republicanos
Con euforia característica Donald Trump presentó vía redes sociales a su nuevo consejero de Seguridad Nacional. El cuarto en tres años de gobierno. «Me complace anunciar», escribió el Twitter, «que nombraré a Robert C. O’Brien, que actualmente trabaja con éxito como enviado Especial del Presidente para Asuntos de Rehenes en el Departamento de Estado, como nuestro nuevo Asesor de Seguridad Nacional. He trabajado mucho y duro con Robert. ¡Hará un gran trabajo!».
Su decisión ha causado una cierta sorpresa en Washington. Ni un duro como Rob Blair o Matt Pottinger, que tanto habrían complacido a los partidarios de la mano dura, ni un militar con fama de moderado como el coronel Douglas Macgregor o el general Ricky Waddell, ni un discípulo de John Bolton como el embajador Richard Grenell.
O’Brien, un abogado californiano de gran prestigio, ha ejercido durante años a la sombra de los republicanos. Primero con el presidente George W. Bush, que lo nombró para ejercer en Naciones Unidas y, posteriormente, para trabajar a las órdenes de Condoleezza Rice. Posteriormente con los candidatos Mitt Romney y Scott Walker, a los que asesoró en cuestiones de política internacional.
Veterano de Naciones Unidas, tanto en Nueva York como en Ginebra, representa más la continuidad con la geoestrategia clásica del Bush hijo que el rupturismo de un Bolton más conectado a la retórica de la Guerra Fría. Aterrizará en el cargo en un momento especialmente delicado.
Tal y como escribía David Hendrickson en American Conservative, la Casa Blanca creyó que la presión sobre Irán resultaría definitiva, que colocaría al gobierno iraní en la tesitura de negociar o afrontar el colapso económico y político. Pero la «presión funciona en los dos sentidos».
Paradoja suprema, el ataque contra Arabia Saudí multiplica la necesidad del crudo iraní. Pues «si las crisis pasadas son una indicación, una pérdida sostenida de 5,7 millones de barriles al día», «probablemente cuadruplique los precios del petróleo». Hendrickson calcula que las reservas estratégicas de EEUU pueden cubrir esa cantidad durante 150 días. El después, y la necesidad de decir si el país va a la guerra, fortalece las defensas de Arabia o Saudí o rebaja la presión, son algunos de los retos que aguardan ya en la mesa de O´Brien.
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