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Trump, «enfant terrible» republicano
El magnate lidera el voto conservador, dinamita la campaña de su partido y amenaza con presentarse como independiente.
Donald Trump ha dinamitado las primarias republicanas. Lo sabe y piensa sacar partido de ello. Ya ha advertido: si no le toman en serio, es capaz de boicotearles las presidenciales de 2016. O, según se mire, hacerle un gran favor a los demócratas. En una entrevista con «The Hill», un periódico especializado en el Congreso, Trump reconoció que las posibilidades de que se lance a la carrera por la Casa Blanca como independiente aumentarán si el Comité Nacional Republicano le trata de forma injusta en las primarias. «No me han apoyado. Siempre lo hicieron cuando les daba dinero. Era su chico rubio. Han sido, creo, muy tontos», indicó Trump desde su edificio de Manhattan. Interrogado sobre si debería presentarse como candidato de un tercer partido, en caso de peder las primarias, confirmó que «mucha gente quiere que lo haga, si no consigo ganar. Tendré que ver cómo me tratan los republicanos. Si no son justos conmigo, por supuesto, que sería un factor», reconoció el hombre de negocios al que el presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, ha pedido que rebaje el tono de su controvertida retórica.
Ha costado que los políticos y los medios de comunicación tomaran en serio a Trump desde que anunciase su candidatura presidencial. Incluso algunas publicaciones como «The Huffington Post» han decidido retirar la cobertura de Trump de la sección de política para ubicarla en entretenimiento. Sin embargo, su mensaje sí ha llegado al electorado republicano al apelar al ala más conservadora, lo que podría fragmentar al partido en las urnas en caso de que Trump decida presentarse como independiente. De momento, va por delante en las encuestas entre los 16 candidatos conservadores.
El magnate parece alimentarse de sus polémicas palabras y no oculta que disgusta a Washington por no ser parte de la clase política. «No estoy en el grupo. No estoy ahí haciendo lo que se supone que hacen los demás. Quiero hacer lo correcto para el país, no lo que es bueno para los grupos de intereses de Washington o para los grupos de presión y los donantes», reconoció en una entrevista.
Este hombre de negocios de 69 años insiste en que sus comentarios sobre inmigración o el senador y ex veterano de guerra John McCain no sólo no le han desfavorecido, sino que las encuentas están de su lado. Hace semanas indicó que los inmigrantes mexicanos «son traficantes de drogas y violadores». También espetó que el senador de Arizona «no es un héroe de guerra por ser capturado». Los primeros comentarios han hecho encender las alarmas. El Partido Republicano sabe que necesita el voto latino para volver a la Casa Blanca. Aun así, parece que a Trump le ha sabido a poco la polémica. Ha tachado a Lindsey Graham, senador y amigo de McCain, de estúpido y dado su número de teléfono personal en una rueda de prensa. Todo después de que Graham le hubiese llamado «imbécil» por criticar al ex candidato republicano a la Casa Blanca en 2008.
Trump reiteró ayer en la ciudad fronteriza de Laredo (Texas) su propuesta de construir un muro para evitar la entrada de inmigrantes mexicanos. «Un muro en la frontera nos ahorraría muchísimo dinero. Tenemos que levantar un muro», afirmó el magnate. Trump matizó que el muro debe levantarse sólo en «algunas partes» de la extensa frontera entre ambos países. El aspirante republicano llegó a Laredo invitado por un sindicato de la Patrulla Fronteriza que, a última hora, retiró su propuesta. «La Patrulla Fronteriza me retiró la invitación para no inmiscuirse en política y por órdenes de Washington», justificó Trump.
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