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Ucrania, callejón sin salida
La negativa de la oposición el sábado por la noche a la propuesta de Viktor Yanukovich de entrar en el Gobierno ha dejado al presidente sin apenas alternativas para salir de la grave situación política en que se encuentra inmersa Ucrania desde hace ya dos meses.
La negativa de la oposición el sábado por la noche a la propuesta de Viktor Yanukovich de entrar en el Gobierno ha dejado al presidente sin apenas alternativas para salir de la grave situación política en que se encuentra inmersa Ucrania desde hace ya dos meses. La presión en las calles aumenta según se alarga el proceso, espoleada por las noticias de abusos policiales y la cifra de manifestantes fallecidos, que se situaría ya en siete, según la oposición.
Hace días que los disturbios se extendieron de la capital a las provincias. En éstas, se produjo ayer una novedad significativa, por primera vez en lo que va de crisis se registraron manifestaciones contra el Gobierno y por una solución pacífica en ciudades de la mitad oriental del país, tradicionalmente prorrusa y feudo electoral del Partido de las Regiones de Yanukovich. Previamente, sólo se habían movilizado poblaciones orientales, proeuropeas y nacionalistas, aunque menos populosas. Sin embargo, aprovechando el descanso dominical, miles de personas salieron a las calles en cuatro de las seis ciudades más pobladas del país, Donetsk, Dniepopetrovsk, Odesa y Zaporozhie, un golpe simbólico en la línea de flotación del presidente Viktor Yanukovich.
Mientras, las hostilidades continúan en la capital, donde el pasado viernes se levantó la tregua reclamada por los líderes políticos de la oposición mientras durasen las negociaciones. Ayer coincidieron los tres en la iglesia de San Miguel en la misa y posterior entierro de uno de los manifestantes fallecidos en Kiev durante los disturbios, Mikhail Zhiznevsky, cuyo ataúd fue paseado por el centro de la ciudad entre una multitud y con honores de héroe. Por otra parte, el ministro del Interior, Vitali Zajarchenko, anunció la liberación de los dos policías supuestamente retenidos por los manifestantes en la Casa de los Sindicatos, gracias a la mediación de manifestantes moderados y embajadores extranjeros. Por su parte, la ONG Human Rights Watch denunció la desaparición el miércoles del opositor Dimitri Bulatov. Con él ya son cuatro los disidentes de los que no se tienen noticias durante la última semana de disturbios.
Según avanzan los días se reducen las alternativas para Yanukovich. A estas alturas de la crisis resultaría casi imposible, incluso desde un punto de vista técnico, sofocar mediante la represión policial las protestas en las calles. Dicha salida se enfrentaría a una probable desobediencia de las fuerzas del orden, sin contar con el baño de sangre que conllevaría, que multiplicaría la ya de por sí asfixiante presión de la comunidad internacional. Lo que arrancó hace ocho días como una numerosa manifestación en la capital contra la nueva ley antiprotestas, ha servido de chispa para reavivar el movimiento opositor y europeísta del mes pasado (que comenzaba a extinguirse tras la Navidad), conduciendo a Yanukovich a un callejón sin salida. En las reuniones para encontrar una salida negociada, el presidente se encuentra con una oposición cada vez más fortalecida gracias al apoyo de la presión popular en las calles. Yanukovich cometió un error de cálculo que le puede costar el puesto. Si hace una semana la derogación de la polémica ley hubiese servido para calmar los ánimos, hoy la oposición no se conforma ni con una amnistía a los manifestantes, cambios en la ley antiprotestas y puestos en el Gobierno, última propuesta del presidente.
Las exigencias de la oposición a día de hoy incluyen tres puntos conflictivos, de muy difícil asunción para el líder ucraniano. El primero sería la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, el mismo que fue rechazado en la Rada Suprema a finales de noviembre con la mayoría del Partido de las Regiones e incompatible con el apoyo de Rusia, vital para la viabilidad económica del país a corto plazo. La oposición pide también la liberación de todos los presos políticos, incluida la ex primera ministra Yulia Timoschenko, y la convocatoria de elecciones anticipadas, que deberían celebrarse este año y no el que viene, como estaba previsto.
Instinto de supervivencia
Algunos medios locales especulan, sin embargo, con que, en vista de la situación límite, el presidente podría haber comenzado ya a allanar el terreno para su salida, ganando tiempo para minimizar la repercusión de su caída en los negocios de la familia. Aunque los más escépticos recuerdan que si un rasgo define la carrera de Yanukovich, como político de vieja escuela, ése es precisamente el instinto de supervivencia. La última y desesperada táctica del presidente para mantener el cargo consistiría en dividir a la oposición, forzarla a firmar algún tipo de acuerdo con la excusa de evitar un derramamiento de sangre y retar así su control sobre la acción en las calles, que pende de un hilo, pues se debate entre el sector moderado y otro más radical, violento y que no atiende a los líderes políticos.
Klitschko, el pacificador
La pasada madrugada los manifestantes en Kiev asediaron durante más de seis horas la Casa de Ucrania, un céntrico edificio utilizado habitualmente como sede de congresos. En el mismo, ubicado dentro de la zona controlada por los opositores, se quedaron atrapados casi 200 policías al ser descubiertos cuando planeaban una ofensiva nocturna por la retaguardia. Al lugar acudió en persona Vitaly Klitschko, líder del partido UDAR, quien medió con la multitud para que les permitiesen salir con las primeras luces del alba. No es la primera intervención de este tipo de Klitschko desde que comenzó la crisis, el único político que se ha atrevido a bajar a las barricadas y dar la cara.
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