Bruselas

La parálisis británica sobre el Brexit alarma a Bruselas y Dublín

La propuesta aún no oficial del Gobierno de May de aplicar una unión aduanera temporal entre el Ulster y la República de Irlanda no convence a los Veintisiete

Imagen de un cartel ubicado en Irlanda del Norte, zona que podría recibir el estatus de zona de amortiguación
Imagen de un cartel ubicado en Irlanda del Norte, zona que podría recibir el estatus de zona de amortiguaciónlarazon

La propuesta aún no oficial del Gobierno de May de aplicar una unión aduanera temporal entre el Ulster y la República de Irlanda no convence a los Veintisiete.

Las manecillas del reloj siguen girando y las negociaciones del Brexit parecen, una vez más, en punto muerto. A sólo unas semanas de la trascendental cumbre del 28 y 29 de junio en Bruselas, las dos delegaciones siguen sin ponerse de acuerdo sobre cómo evitar una frontera dura en el Ulster. Bruselas lleva esperando meses a que Reino Unido ofrezca una solución y la alternativa a la que ha llegado el Gobierno de Theresa May, una especie de unión aduanera temporal, causa un rechazo frontal en Bruselas.

Según asegura el medio digital «Politico», diplomáticos europeos reconocen que esta iniciativa nace muerta, ya que obligaría a Bruselas a renegociar un punto que parecía ya acordado, el periodo transitorio que se pondrá en marcha tras la salida de Reino Unido del bloque comunitario el 29 de marzo de 2019. Los Veintisiete ya han fijado la «línea roja» –aceptada por Reino Unido– de que este periodo esté limitado a tan sólo 21 meses (frente a los dos años que pedía inicialmente Reino Unido). Aceptar esta especie de unión aduanera transitoria hasta que se produzca una solución definitiva a la «frontera dura» del Ulster supondría alargar, por la puerta de atrás, este lapso de tiempo y Bruselas no está dispuesta a aceptar soluciones que supongan una continua patada hacia adelante.

Londres es consciente de que negocia con un hueso duro de roer e intenta poner al mal tiempo buena cara. El ministro del Interior británico, Sayid Javid, se mostró ayer convencido de que el documento político que los líderes europeos recibirán tendrá una respuesta positiva por parte de las autoridades comunitarias. «Estoy absolutamente seguro de que, para cuando llegue la reunión de junio, la primera ministra estará preparada para entregar un excelente conjunto de propuestas», declaró Javid a la BBC. «Como también estoy seguro de que nuestros colegas europeos responderán a ello de manera positiva», añadió en referencia al encuentro de los líderes a finales de junio en Bruselas.

Pero la realidad parece no dar la razón al ministro británico. La última ronda negociadora en la capital comunitaria dejó mal sabor de boca en la delegación comandada por Michel Barnier, quien la semana pasada acusó a Londres de jugar «al escondite». Fuentes diplomáticas reconocían fuera de micrófono ante los periodistas que Downing Street «está persiguiendo fantasías». «Necesitamos que Reino Unido acepte las consecuencias de sus propias decisiones», aseguraba un alto funcionario comunitario cuyas palabras han causado malestar al otro lado del Canal de la Mancha a pesar del anonimato.

Las divergencias no sólo se producen en el rompecabezas de Irlanda del Norte. Las dos delegaciones han empezado a negociar las condiciones del futuro acuerdo de asociación una vez consumado el Brexit. Bruselas sigue considerando que Londres persigue un «traje a medida». Londres pretende continuar teniendo acceso a la información de Europol, seguir participando de los programas de I+D, las euroórdenes o el sistema de navegación por Satélite Galileo. Precisamente este tema ha envenenado las negociaciones en las últimas semanas, ya que Londres amenaza con poner en marcha un sistema alternativo y pide la devolución del dinero invertido hasta el momento. Downing Street quiere seguir teniendo acceso a la señales encriptadas en las mismas condiciones que hasta el momento. Pero aunque en la capital comunitaria nadie se opone a la colaboración en este terreno, la Comisión se opone al acceso privilegiado del que Londres pretende gozar tras el Brexit.

Ente el choque de trenes, la prensa británica alerta de las consecuencias que tendría una salida sin acuerdo el 29 de marzo de 2019. Según un informe elaborado por funcionarios británicos que publicó ayer «The Sunday Times», las autoridades se preparan para la escasez de recursos básicos como medicinas, alimentos y combustible. Según esta información, el ministro para el Brexit, David Davis, recibió el mes pasado un documento en el que se analizan tres posibles escenarios ante una salida abrupta de la UE: uno definido como «suave», otro como «grave» y otro como «Armagedón», según el rotativo británico. Ya sólo en el escenario intermedio, el puerto de Dover se colapsaría el primer día. Los supermercados en Cornualles y Escocia se quedarían sin comida en 48 horas, y en los hospitales se terminarán las medicinas en dos semanas.