Ataque yihadista en Francia

Un kamikaze que desafía a la indefensa Bruselas

Los vecinos sienten miedo porque Abdeslam se esconde en el país. Se sienten inseguros porque la Policía «no está a la altura»

Un kamikaze que desafía a la indefensa Bruselas
Un kamikaze que desafía a la indefensa Bruselaslarazon

Poco antes de la medianoche, cuando apenas faltaban 21 horas para el partido amistoso entre Bélgica y España, la Unión Belga (la Federación de Fútbol de Bélgica) suspendió el encuentro «debido a las circunstancias excepcionales, la Federación no puede correr ningún riesgo», argumentaron, añadiendo que «entendían la decepción de los seguidores». La noticia se comprendió, pues la matanza en París está demasiado cerca, más cuando dos de los terroristas del Estado Islámico planeaban inmolarse dentro del Estadio de Francia, en pleno partido entre Francia y Alemania en la capital gala. Pero a primera hora de la mañana se supo el verdadero motivo de la cancelación del amistoso entre la selección belga y la española: Salah Abdeslam, el «octavo terrorista» del 13-N, logró huir con vida hasta Bruselas.

En el barrio del estadio la noticia sentó como un jarro de agua fría. Lo que se esperaba que fuera una fiesta entre las dos aficiones se convirtió en todo lo contrario. Muchos bares del vecindario comenzaron a cerrar a las cinco de la tarde ante la ausencia de clientes. En las calles se respiraba cierto pesimismo ante la suspensión de algo tan común como un partido de fútbol y tan esperado tanto por aficionados como por los hoteles, comercios y restaurantes cercanos al Rey Balduino.

«Es una noticia muy triste, la sensación que tenemos aquí ante la decisión de las autoridades de anular el amistoso es que han ganado los yihadistas», asegura a LA RAZÓN Thomas Vanderhauwaert, quien vive en frente del estadio. «Claro que tengo miedo. Imagina que cualquiera de estos coches tuviera explosivos o que sea cierto que el sospechoso belga [Abdeslam] esté por aquí», explica al ser preguntado cómo está pasando estos días. «Me da muchísima pena lo que ocurrió el viernes en París, fue un ataque contra nuestro modo de vida, contra el fútbol, los conciertos, la cultura y la gente joven. ¿Qué va a pasar a partir de ahora? ¿Vamos a suspender los partidos de fútbol? ¿Vamos a dejar de viajar por miedo? Si nos doblegamos y nos asustamos, tendrá sentido quitar vidas. Habrán ganado los terroristas».

Al chef de una taberna cercana al estadio, que prefiere mantenerse en el anonimato, le parece una auténtica faena que se haya suspendido el partido. «Lo avisaron poco antes de la medianoche, ya teníamos todo comprado para hoy», indica indignado. Además, «me parece que Bélgica está dando muy mala imagen, que las autoridades deberían mostrar más coraje y valor y decir sí, podemos afrontar un reto así porque estamos preparados». «Es nuestra fiesta nacional» y le molesta que los belgas «seamos el hazmerreír de Francia». Por ejemplo, continúa el cocinero, «cuando Bélgica juega contra Israel, la mañana de antes tienes aquí a un agente del Mossad para proteger a los suyos». El chef manifiesta que desde que se supo que Abdeslam podría estar ahí, los vecinos han dejado de hacer vida en el barrio. «Ayer sólo tuve un cliente y normalmente cuando hay partido no se cabe», explicó.

En el bar Brazil, cerca de la estación de metro, unos globos con los colores de la bandera belga desinflados son «la metáfora de lo que nos ha pasado», confiesa Sandra, la dueña del pub. «El viernes estaban completamente llenos, como las expectativas que teníamos por el partido». Sin embargo, Sandra es tajante al expresar que «prefiere perder dinero a que se pierdan vidas», a pesar de que su bar sea uno de los que más se llenan durante las celebraciones deportivas de la ciudad.

Las sirenas y los coches de Policía cruzando a toda velocidad por Bruselas no dejan de escucharse y verse durante toda la jornada. Los medios locales como DH hablan de que las autoridades belgas están desbordadas y de que «no están al nivel» para asumir tal amenaza terrorista. En la comisaría de la Policía belga, están tan saturados que ni siquiera quieren defenderse de las críticas. Ahora, comienzan a tomar medidas como que en Molenbeek, el barrio, cuna de los yihadistas europeos, nunca vaya un agente solo, siempre al menos en patrullas de dos personas y una de ellas armadas, informa «Le Soir». Al cierre de esta edición, una nueva operación policial tenía lugar en el barrio multicultural bruselense.

La alerta es máxima para las autoridades pues no quieren que el sospechoso número uno del 13-N en París se les vuelva a escapar. Ayer, en Quievrain, un pueblo al sur fronterizo con Francia, unos testimonios aseguraron haber reconocido a Salah. La pista podría ser cierta pues en dicha localidad tiene un estanco Batis Rida, un viejo conocido de los Abdeslam, a quien en septiembre habían cedido el 100% de la sociedad familiar en Molenbeek.

Mientras, el Gobierno trata sin éxito de defenderse de las críticas. El ministro de Exteriores, Didier Reynders, defiende la actuación belga frente a la amenaza terrorista: «Somos un eslabón fuerte, intentamos luchar de una manera muy eficaz, a principios de año todo el mundo aplaudió una operación que se realizó en Verviers y en Bruselas, que permitió detener posibles ataques terroristas».