Bruselas
Un paso, pero insuficiente
Que los países del sur de Europa están entre los más corruptos de la Unión Europea ya se sabía. En eso, el reciente informe de la Comisión sobre la corrupción en la UE no aporta nada de nuevo. Lo que es novedoso es la publicación del informe en sí, por el cambio que significa en la estrategia contra la corrupción de la UE. Hasta ahora, Bruselas se limitaba a dos cosas: la cooperación judicial y policial en casos con implicaciones transfronterizas (corrupción ligada al crimen organizado y blanqueo de dinero), y la lucha contra el fraude en el uso de fondos europeos (ya sea en el uso de los fondos estructurales y de cohesión o en los fondos de pre-adhesión asignados a los países candidatos a ingresar en la UE o de la ayuda al desarrollo). El resto –soborno, irregularidades en la adjudicación de contratos públicos, financiación ilegal de partidos políticos– se consideraba un problema doméstico, que competía abordar a cada Estado. La crisis ha cambiado la percepción de las cosas. Hoy nadie duda de que los problemas de los países del sur de Europa y, sobretodo, Grecia se deben en parte al mal gobierno, a la existencia de prácticas de corrupción política más o menos generalizadas y una administración pública ineficaz. De ahí que la Comisión reconozca por primera vez la lucha contra la corrupción como un asunto de interés común, y de ahí la decisión de intensificar los esfuerzos para desarrollar una verdadera política en este sentido. Por el momento, esta nueva política consiste básicamente en la publicación de un informe sobre la corrupción cada dos años. Es un paso adelante, pero insuficiente. Habrá que esperar a ver cuál es el programa de la próxima Comisión Europea en materia de lucha contra la corrupción.
* Investigadora de la Fundación Notre Europe Jacques Delors en París
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