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La familia del refugiado zancadilleado ya vive en Madrid
A las doce y cinco de la noche ponía ayer, en la estación de Atocha de Madrid, fin a su periplo desde Siria Oussamah Abdul Mohsen. Múnich, París, Barcelona, Madrid y por último Getafe...
A las doce y cinco de la noche ponía ayer, en la estación de Atocha de Madrid, fin a su periplo desde Siria Oussamah Abdul Mohsen. Múnich, París, Barcelona, Madrid y por último Getafe... Tras un día entero viajando, al pisar suelo español el patriarca, asombrado por la espectación repetia ante los medios «Os amo a todos. Gracias por todo. Gracias España». El tristemente célebre refugiado al que la reportera húngara Petra László derribó en la frontera de Röszke, en suelo europeo, mientras llevaba a su hijo en brazos, ya es uno más entre los vecinos de la localidad madrileña. La historia de este entrenador de la primera división de fútbol siria hasta que estalló la guerra, narrada en medios de comunicación de todo el mundo, llegó hasta los oídos de un modesto centro de formación a entrenadores (Cenae) que ha corrido con los gastos de su traslado a España. Entre 2.500 y 3.000 euros han invertido los hermanos Miguel y Conrado Galán, responsables de Cenae, para Oussamah y dos de sus hijos de 18 y 7 años pudieran dejar Múnich donde un joven alemán les había dado cobijo en su casa.
Un piso de tres habitaciones en la calle principal del municipio del sur de la Comunidad de Madrid, en cuyo alquiler ha colaborado la empresa «Alquiler Protegido», sirve ya de refugio para la familia Mohsen que espera reunirse al completo en la capital española la semana que viene. «Ahora sólo tiene media familia, pero en unos días su mujer, otro hijo y su hija, que se quedaron en Turquía, se reunirán con ellos en Getafe», explicó ayer a LA RAZÓN Miguel Galán.
En Madrid Cenae planea regularizar la situación del cabeza de familia mediante un contrato de trabajo. Esperan que con esta oferta y su carta de invitación sea suficiente para comenzar a tramitar los papeles: «Nos enteramos de que era entrenador profesional y no lo pensamos. Un alumno voluntario que habla árabe se ofreció a ir a por ellos y no lo dudamos. La gente está siendo muy solidaria y ya nos han llamado de varios clubes interesados en contratarle para sus equipos», aseguró el representante del centro de formación de entrenadores en el que Oussamah ha encontrado empleo mientras su hermano comparaba en declaraciones a Ep su «fichaje» con el de «Zidane cuando vino de Argelia o Ronaldo de Brasil».
A la espera de que estas ofertas se concreten, y como su regularización se va a llevar a cabo por Extranjería, su estatus jurídico no será ya de refugiado sino de trabajador extranjero, indicaron desde el Ministerio de Empleo. Suerte similar correrá su hijo mayor, futbolista, y Said –con el que aparecía en las imágenes de la frontera húngara que indignaron a Europa– y que va a empezar a estudiar en un colegio de la localidad madrileña. Sara Hernández, alcaldesa de Getafe, aseguró ayer que el área de Deportes del Ayuntamiento está trabajando para que Oussamah (que ahora va a comenzar a recibir también clases de español) pueda seguir entrenando en un club de fútbol y «demostrar la solidaridad de la localidad». Una ayuda que ayer ya estaban preparando los que ya son los vecinos de los Mohsen en la calle Madrid en forma de alimentos no perecederos y ropa que estaban esperando a la familia en su nueva residencia. Una cadena solidaria que encontró en otro madrileño, Mohamed Labrouzi, de 23 años y residente en Parla (Madrid), uno de los eslabones más importantes de esta historia. El joven no lo dudó cuando los responsables de Cenae le propusieron este mismo martes partir a Alemania en busca de la familia de refugiados sirios con su dirección en Múnich como guía. «Soy fuerte para que nadie me haga llorar, noble para que no me hagan sufrir y tan humilde que todos querrán estar junto a mí», se describe el joven en su cuenta de Twitter, donde dejó constancia, en una foto, de su partida en busca de la familia de refugiados junto a la imagen que retrataron las cámaras de televisión de Petra László impidiendo el paso a padre e hijo. Ha recorrido 2.500 kilómetros en tren con los Mohsen hasta alcanzar de nuevo su destino español: «Vi el video de la zancadilla y me llegó, buscamos el vuelo a Múnich y me fui», relató ayer desde el tren el héroe de esta historia.
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