Accidente marítimo
Una sobrecarga fatal en alta mar
Pesadilla con final feliz, o casi. Los pasajeros atrapados en el transatlántico averiado en aguas del mar Adriático en el que se originó fuego en la madrugada del domingo cuando se dirigía al puerto italiano de Ancona y después de zarpar de Grecia han sido rescatados casi en su totalidad. De los 478 posibles pasajeros que viajaban a bordo del ferry «Norman Atlantic» han sido salvados 427. Nueve de los fallecidos fueron encontrados sin vida ayer, mientras que la primera víctima fue localizada el mismo domingo por la tarde, después de su intento desesperado por salvar la vida arrojándose al mar. De momento permanecen desaparecidas 38 personas, aunque todavía no es posible establecer el número preciso dado que la lista oficial de 468 pasajeros no corresponde a la realidad y ha ido aumentando. Al parecer, algunas de las personas salvadas no figuraban en esta lista. Los pasajeros eran en su mayoría de nacionalidad griega, aunque también había italianos, turcos, alemanes y franceses. Las tareas de salvamento no han sido fáciles a causa de las difíciles condiciones meteorológicas y por eso la agonía se prolongó durante horas, incluida la noche y la mañana del lunes. Los trabajos fueron coordinados desde Italia, aunque participaron también Grecia y Albania, por lo que fue una labor conjunta de la que el primer ministro italiano, Mateo Renzi, se mostró ayer orgulloso, según reconoció en la tradicional rueda de prensa de Fin de Año.
Las primeras investigaciones han arrojado ya algo luz sobre los motivos por los que se habría originado el fuego: una sobrecarga de mercancías, la mayor parte de las cuales serían inflamables. Todo apunta a que el incendio se originó en el garaje del buque, en el que se encontraban 222 vehículos. Pero al fuego se le suma que en el ferry podrían haber viajado muchas más personas de las que se creía en un primer momento, entre ellos inmigrantes clandestinos que trataban de llegar a Italia. El capitán del navío, Argilio Giacomazzi, de 62 años, fue el último en abandonar la nave alrededor de las 11:50 horas, lo que suscitó el reconocimiento y los elogios del pasaje y de los ciudadanos por su comportamiento heroico. Una actitud que contrasta con la del capitán del Costa Concordia, el crucero que naufragó frente a la isla italiana de Giglio en enero de 2012 y que se saldó con 32 muertos. En ese caso, el capitán Francesco Schettino fue acusado de provocar el hundimiento así como de abandonar el barco entre los primeros evacuados y de engañar a la guardia costera sobre la situación real del accidente nada más producirse. En el «Norman Atlantic» los primeros 49 supervivientes llegaron a las 08:00 horas a la localidad de Bari a bordo del buque de carga «Spirit of Piraeus». Se trata de una nave privada que acudió a la petición de ayuda del capitán. En este grupo de pasajeros había dos polizones de nacionalidad afgana, según dio a conocer a la Prensa el delegado del gobierno en Bari, Antonio Nunziante. Junto al mercancías, una decena de embarcaciones se unieron a los helicópteros y los barcos desplegados para la operación. La Fiscalía de Bari ha abierto una investigación y ha comunicado que se estudiará si el suceso puede deberse a un delito de «naufragio culposo».
El ferry había sido inspeccionado hasta en dos ocasiones en los últimos seis meses y contaba con el permiso para navegar. Sin embargo, en una última inspección el pasado 19 de diciembre fueron descubiertas seis deficiencias, entre ellas el mal funcionamiento de las compuertas cortafuego, una serie de carencias en el sistema de señalización lumínica para emergencias y la ausencia de documentos sobre el plan de seguridad. Dos de ellas fueron reparadas y las demás «apenas tenían relevancia» y se arreglarían en los próximos días, declaró en la tarde de ayer la ministra de Defensa de Italia, Roberta Pinotti. A lo largo de las 24 horas que ha durado este infierno, se sucedieron verdaderas escenas de pánico. Los mismos pasajeros fueron contando desde sus móviles a los medios de comunicación griegos lo que ocurría a bordo. Las llamas y el humo avanzaron con velocidad hasta atraparles en la proa del barco, que se vio arrastrado por el fuerte viento a pocas millas de las costas albanesas y tuvo que ser amarrado por un remolcador. Además, el agua utilizada para extinguir el incendio provocó que el barco se inclinase con peligro de hundimiento. La mayoría de los supervivientes han contado como su mayor preocupación era morir por inhalación de humo o de frío. Yorgos Stiliaras, uno de los pasajeros, explicó en directo a la televisión griega antes de que fuera extinguido el fuego que «estamos fuera, en el puente, nos morimos de frío y nos ahogamos por el humo, el incendio sigue». Por su parte, dos jóvenes griegos que fueron ingresados en el hospital de Brindisi apuntaron que «parecía el Titanic».
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