Cumbre de la UE
Valérie se resiste a dejar el Elíseo
La todavía primera dama filtra que está dispuesta a perdonar a Hollande
Atrincherada en La Lanterne, Valérie Trierweiler pergeña su estrategia. Aguarda esperanzada a que François Hollande vuelva al redil y acepte ser redimido por sus pecados para recomponer así una pareja presidencial resquebrajada por los devaneos del socialista con Julie Gayet. A menos, claro está, que la periodista esté aprovechando su convalecencia en esta residencia presidencial, otrora ocupada por los primeros ministros, pero reconvertida por Nicolas Sarkozy en alternativa de fin de semana al Elíseo, para cocinar lentamente su venganza, como sostiene su biógrafa, Nadia Le Brun. Pese a la infidelidad, la primera dama está dispuesta a hacer la vista gorda, «a perdonar», insisten sus allegados, y por supuesto, a participar en el viaje oficial y la recepción de Estado que los Obama tienen previsto brindarles el 11 de febrero. Hollande se ha dado de plazo hasta esa fecha para pronunciarse sobre su futuro sentimental. Pero la indecisión del presidente está colmando la paciencia, no sólo de los franceses sino de su familia política e incluso de sus colaboradores, que temen que tanta dilación tenga un alto coste político. «Tiene que zanjarlo cuanto antes», se impacientaba estos días uno de sus consejeros citado por la radio RTL, mientras que cada vez son más los socialistas que rezongan al ser constantemente interrogados no por la actualidad política, sino por las cuitas amorosas del jefe del Estado.
A esto se suman los acechantes rumores que alimentan diariamente contradictorias versiones sobre la situación actual de la pareja. Como si de una estratagema de comunicación se tratara. Entre quienes aún ven plausible un «viaje juntos» a EE UU las próximas semanas y los que ya dan por certificada la defunción de dicha relación. Y en ese caso, reclaman una rápida clarificación. Porque los franceses esperan una explicación, y sobre todo, porque no aceptarían que Trierweiler continuara su «cura de reposo» en el palacete presidencial, protegido de la intrusión de todo «paparazzi» y otros indiscretos, a cargo del contribuyente. «Si al final es que no, ella tiene que abandonar La Lanterne ya», argumentaba otro de los asesores de Hollande. Incluso un hombre de confianza del gobernante socialista habría sugerido el «celibato como mejor opción». El entorno del mandatario empieza a impacientarse y «las lenguas, a soltarse», según la emisora. «Si rompen tiene que ser de manera digna y elegante hacia Valérie Trierweiler», confiaba a «Le Figaro», cerrando las puertas de la presidencia a otra inquilina. «Lo que se ha de evitar es que Julie Gayet se instale en el Elíseo». Al parecer, la idea de hacer de la actriz la futura primera dama no goza de gran predicamento en los cenáculos «hollandistas».
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