Canadá

Victoria pírrica de Trudeau en Canadá

El Partido Liberal retiene la primera posición a pesar del fuerte desgaste. Los conservadores recuperan terreno y los secesionistas del Bloque Quebequés dan la sorpresa como tercera fuerza.

Pese a los escándalos, el liberal Justin Trudeau ha logrado un segundo mandato
Pese a los escándalos, el liberal Justin Trudeau ha logrado un segundo mandatolarazon

El Partido Liberal retiene la primera posición a pesar del fuerte desgaste. Los conservadores recuperan terreno y los secesionistas del Bloque Quebequés dan la sorpresa como tercera fuerza.

Canadá vivirá otros cuatro años de gobierno liderado por Justin Trudeau. Con una participación del 65,95%, más alta de lo esperado, volvió por sus fueros el Partido Liberal, el gran partido canadiense, que gobernó el país durante más años que ninguna otra formación política durante el siglo XX. Su remontada, y el triunfo de un Trudeau cuyo apellido es sinónimo de carisma, no sirvieron para atrapar los escaños necesarios, 170, que otorgan la mayoría absoluta. Pero fueron 157, por 121 de su principal rival, los conservadores de Andrew Scheer, que había llegado a las elecciones confiado en que podría derribar al ya no tan joven Trudeau, de 47 años, con una retórica basada en las balanzas fiscales, la sobriedad contable, la sensatez y una cierta grisalla. Al final votaron más de 17 millones de canadienses. En los últimos 19 años solo hubo más votantes en 2015, fecha de consagración del fenómeno Trudeau. Para cimentar su triunfo resultaron fundamentales los bastiones liberales de la costa este, y especialmente los caladeros de votos en un Quebec siempre escindido, y por supuesto de Ontario, la más poblada de las trece provincias que conforman el país, donde vive más del 38% de la población total.

Nada más conocer los resultados, Trudeau escribió un tuit de agradecimiento «por confiar en nuestro equipo y por tener fe en nosotros para mover este país en la dirección correcta. Independientemente de cómo hayan emitido su voto, nuestro equipo trabajará duro para todos los canadienses». Pero Trudeau, en cualquier caso, tendrá que aliarse con los partidos de izquierda. En concreto con los socialdemócratas del Nuevo Partido Democrático, que alcanzó los 24 escaños. El partido de Jagmeet Singh se las prometía felices con unas encuestas que le concedían hasta 39 diputados. Con todo, Singh tendió su mano al primer ministro. Aseguró que «si las otras partes trabajan con nosotros tenemos una oportunidad increíble de mejorar la vida de todos los canadienses. Incluso tenemos la oportunidad de cambiar la forma en que hacemos política en este país». La última vez que en Canadá hubo un Gobierno en minoría fue en 2008, cuando ganó las elecciones el Partido Conservador. Aunque Scheer dijo que los resultados han puesto sobre aviso a Trudeau y que su partido está ya cerca de volver al poder, lo cierto es que se daba por casi seguro que presentaría su renuncia en los próximos días.

A la luz de las encuestas, dados los problemas de todo tipo que sacudieron el Gabinete de Trudeau, nadie esperaba que el «Golden Boy» amarrase un triunfo minoritario, sí, pero también holgado. Las circunstancias habían cambiado mucho en Canadá en apenas cuatro años. Para empezar apretaban los escándalos asociados a las guerras culturales, multiplicados no bien aparecieron las fotografías y vídeos de Trudeau en sus años de estudiante, disfrazado de negro.

También habrían influido las acusaciones de corrupción, las sospechas de nepotismo, que salpicaron al Gobierno. Pero sobre todo mudaron el ánimo, y el contexto histórico, y la percepción de la actualidad con la que acudieron a votar los canadienses. En EE UU ya no está Barack Obama, que por cierto echó un cable esta semana a su viejo aliado apoyando su candidatura, sino Donald Trump. Y la Casa Blanca parece más que dispuesta a renegociar todos y cada uno de los tratados comerciales suscritos con su vecino del norte. Cierto que los conservadores de Scheer han quedado lejos, demasiado, de sus propias expectativas. Es verdad que nadie dirá ya que la buena estrella del líder carismático ha dejado de brillar.

Los enterradores de Trudeau tendrán que guardar los obituarios políticos en el cajón otros cuatro años, como mínimo. Pero tampoco es menos cierto, como escribe en «The New York Times» el periodista canadiense Jen Gerson, que en 2015 «ni el Partido Conservador ni el Nuevo Partido Demócrata ni el Partido Verde tenían ningún líder que pareciera capaz de competir con el señor Trudeau, tan parecido a Kennedy, con sus sesiones de fotos en ‘‘Vogue’’ y su propia portada de cómic. Debería haber sido intocable durante al menos una elección o dos elecciones». Con todo había un brillo de consuelo en las palabras del primer ministro frente a sus electores. «Lo hicieron, amigos míos. Enhorabuena. Y aquellos que no votaron por nosotros, que sepan que trabajaremos todos los días por ustedes. Gobernaremos para todos». Empieza su segunda etapa.