Milán
Victoria política para Renzi
El primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha obtenido la confianza del Senado para la reforma laboral con la que pretende sacar al país de la crisis.
El primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha obtenido la confianza del Senado para la reforma laboral con la que pretende sacar al país de la crisis, una medida que ha levantado ampollas entre los interlocutores sociales y entre algunos miembros de su formación, el Partido Democrático (PD).
El Gobierno italiano pudo respirar tranquilo después de obtener el apoyo de 165 senadores pertenecientes al PD, al Nuevo Centrodestra, al partido Per L’Italia y a Scelta Civica.
Votaron en contra, sin embargo, 111 senadores de formaciones como Movimiento 5 Estrellas, Forza Italia, Liga Norte o Sinistra Ecologia Libertà (Sel).
Además, hubo dos abstenciones.
Fue una jornada de intenso debate en la cámara alta y de polémica, protagonizada sobre todo por los grupos contrarios a la reforma de Renzi.
El Ejecutivo italiano ha optado por someter su proyecto a la cuestión de confianza, después de haberse encontrado con la fuerte oposición de los representantes de los trabajadores y también de algunos miembros de su propio partido.
El sistema de voto de confianza es público, por lo que se pone en evidencia a los “francotiradores” (como se denominan a los parlamentarios del propio partido que expresan su voto contrario cuando pueden hacerlo en secreto).
Así, algunos miembros del PD contrarios a la reforma votaron “sí” en el Senado, como Walter Tocci, quien afirmó antes de la votación que daría su confianza, aunque dimitiría después como senador.
“Para Italia es fundamental aprobar esta reforma”, sostuvo el ministro de Trabajo y Política Social, Giuliano Poletti, durante su intervención en la cámara alta.
También a la urgencia de sacar adelante esta medida se refirió el miércoles Renzi, durante la rueda de prensa posterior a la cumbre sobre empleo de la Unión Europea (UE) que tuvo lugar en Milán.
“Durante mucho tiempo se nos ha criticado que solo ha habido promesas y no se han puesto en marcha medidas”, dijo el ex alcalde de Florencia, antes de añadir que “Italia debe cambiar y hacer reformas”.
Y añadió: “En Europa hay un alto nivel de paro. No hay duda de que hay algo que no funciona. Tenemos que cambiar e Italia tiene que hacer los deberes que le corresponden”.
Ya el pasado 7 de octubre, el ex alcalde de Florencia mantuvo reuniones con representantes de los sindicatos y de la patronal para intentar alcanzar un acuerdo sobre esa reforma laboral.
La “jobs act”, como se conoce a esta iniciativa de Renzi, es una de las piedras angulares de su programa, pues con ella piensa incentivar el empleo y ayudar a que Italia salga de la recesión en la que está sumida.
Pero se ha encontrado con las críticas de los representantes de los trabajadores.
Susanna Camusso, líder de la Confederación General Italiana de Trabajadores (CGIL), dijo, tras el encuentro mantenido con el líder del PD, que no veía razones suficientes para no convocar una huelga, tal como adelantó la semana pasada.
Es más, afirmó que la mantiene para el próximo 25 de octubre, una iniciativa en la que no le apoyan los otros sindicatos mayoritarios.
Entre los puntos más polémicos de la reforma está la modificación del Artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores del 20 de mayo de 1970, que protege a los profesionales de empresas con más de 15 empleados contra los despidos improcedentes y avala su derecho a obtener una indemnización o a ser reintegrados en su empleo.
Según el proyecto presentado por el Ejecutivo, se mantendrá la obligación de que el empresario, en caso de despido improcedente, pague una indemnización, y, además, Renzi dice ser favorable a mantener también la disposición que obliga a readmitir al trabajador.
El jefe del Gobierno explicó que esta obligación se respetará no solo en los casos de despidos improcedentes discriminatorios sino también en los disciplinarios, previo examen de las circunstancias jurídicas.
La reforma laboral propuesta por el partido más votado en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo -con más del 40 % de los votos- prevé una protección de manera gradual de los trabajadores, por lo que sólo con la antigüedad se podrán obtener algunos derechos, entre estos el de poder ser readmitido en caso de despido.
El Gobierno de Silvio Berlusconi ya intentó modificar el Artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores en 2002 y provocó una huelga general y una de las manifestaciones más numerosas del país con cerca tres millones de personas.
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