Represión en Nicaragua
Washington amenaza con nuevas sanciones a la represión de Ortega
Acorralado, el presidente de Nicaragua ataca a la Iglesia e intenta que deje el diálogo
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Mientras la guillotina de las sanciones económicas pende de un hilo contra el Gobierno de Nicaragua, Daniel Ortega realiza una gira mediática concediendo entrevistas a medios internacionales después de llevar más de una década sin hablar con la prensa independiente. En su cruzada, el discurso de Ortega ha sido el mismo en el que afirma ser víctima de un intento de golpe de Estado, donde fuerzas extranjeras concentradas en la ultraderecha de EE UU ha financiado a un grupo de opositores que ha salido a las calles demandando su destitución desde abril.
Sin embargo, tras una crisis política de más de 105 días, dondesegún la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han perdido la vida entre 295 y 448 personas, la presión y condena internacional se ha recrudecido contra Ortega. La Organización de Estados Americanos (OEA) está creando una comisión especial para la congelación de préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo, que actualmente tiene una cartera activa de 524 millones de dólares. Mientras que EE UU advierte de «potenciales sanciones». «Unas elecciones libres, justas y transparentes son el único camino hacia la restauración de la democracia en Nicaragua», afirmó ayer la Casa Blanca. La Administración Trump responsabilizó a Ortega y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, de la «violencia indiscriminada» y de la «brutalidad policial» contra los manifestantes, que piden «reformas democráticas». Hasta ahora, Washington había impuesto sanciones a tres altos cargos: Francisco Díaz, jefe de la Policía y consuegro de Ortega; Francisco López, vicepresidente de la petrolera Albanisa; y Fidel Moreno Briones, secretario general de la Alcaldía de Managua. «Estas son el principio, no el final, de las sanciones potenciales», remarcó la Casa Blanca.
Ataque a los obispos
Las llantas de la camioneta de monseñor Abelardo Mata fueron destrozadas a balazos por paramilitares orteguistas. Mata es el obispo de la diócesis de Estelí y uno de los más críticos del Gobierno. El 15 julio conducía por la zona de Nindirí, cuando fue rafagueado por un retén de una turba afín a Ortega. Las ventanas del vehículo fueron quebradas. Le lanzaron bombas artesanales. Mata se bajó y se refugió en una casa, mientras los orteguistas le gritaban: «Golpista», «asesino» y «criminal». El ataque contra Mata es uno más de la ofensiva que ha lanzado el Gobierno contra la Iglesia católica, designada por el mismo Ejecutivo en el diálogo nacional, pero desprestigiada a raíz de que los obispos entregaran una propuesta donde proponían adelantar las elecciones a marzo de 2019.
«Fueron sacando las uñas. Se fueron quitando las máscaras y terminaron diciendo: ''tiene que irse ya, tiene que irse ya''», dijo Ortega sobre los obispos en su discurso del 19 de julio. Pero la avalancha contra la iglesia ya había empezado días antes, cuando una comitiva de obispos y sacerdotes fueron vapuleados en Diriamba, mientras intentaban consolar a las familias de esa comunidad que el día anterior sufrieron una matanza de más de 20 personas.
Entre los atacados ese día estaba Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, el cardenal Leopoldo Brenes, el sacerdote de Masaya Edwin Román, y el propio nuncio apostólico Waldemar Stanilaw Sommertag. Desde ese momento un grupo de señoras orteguistas les gritaron golpistas, asesinos y encubridores de terroristas, la misma consigna que Ortega ha utilizado para atacarlos hasta el momento. Los obispos se mantienen firmes en el diálogo nacional, mientras Ortega pide a la ONU que se una al proceso.
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