Reformas en Cuba

Yoani Sánchez: «La represión con Raúl Castro se ha convertido en matonismo»

«No daría el salto a la política, prefiero ser una persona incómoda», asegura

Yoani Sánchez
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«No daría el salto a la política, prefiero ser una persona incómoda», asegura

Cuando Yoani Sánchez (La Habana, 1975) se pone testaruda, en su familia le recuerdan que ha salido a su abuelo, un ferroviario nacido en Canarias. La periodista sonríe a menudo, es enérgica y despierta pasiones. Los que la odian, la odian sin descanso. Y los que la quieren se sienten fascinados. La famosa disidente cubana –archipremiada por su blog Generación Y– se encuentra inmersa en plena gira por nueve países para defender la democracia en Cuba tras salir del país después de muchos intentos denegados por su Gobierno. Dentro de poco regresará a la isla y seguirá trabajando en un periódico digital que espera fundar en septiembre con periodistas de dentro y de fuera de la isla. En España, se ha reunido con políticos de varios partidos, pero lamenta que Izquierda Unida le dejara plantada. De su viaje internacional, le ha llamado la atención encontrar menos castristas de lo que esperaba. En España acaba de publicar el libro «Wordpress, un blog para hablar al mundo».

–¿Se ha sentido utilizada por Gobiernos y partidos en la gira?

–Yo soy una persona puente, dispuesta a conversar con todo el mundo que se interese en el tema Cuba. Y no, no me he sentido manipulada. Cuando me preguntan si no tengo miedo a que manipulen mis palabras les digo que más miedo me daría que manipulen mi silencio. Eso es lo que hecho. Para que no te manipulen, lo mejor es callar y quedarte encerrada en casa.

–¿Y lo de la CIA? ¿Le molesta cuando alguien la sigue acusando de recibir dinero de EE UU?

–Ya no me molesta, me río mucho de eso porque eso se lo han dicho a todos los disidentes y opositores. Cuando yo era una niña, la pionerita adoctrinada que era la niña Yoani Sánchez fue a muchas manifestaciones y eventos políticos de otros disidentes y escuchaba eso sin parar.

Yo me lo creía porque era una niña. Crecí, empecé a opinar y a escuchar los mismos argumentos. Y ahí comprendí que todo lo que me habían dicho era mentira. Son argumentos muy gastados que ya no tienen efecto.

–¿Daría el salto a la política en una Cuba democrática?

–A mí me gusta la política con mayúsculas, que es la que hacemos los ciudadanos, la política con minísculas es la que se hace en los palacios de gobierno y en los parlamentos. En Cuba siempre habrá políticos, lo que hace falta es gente que le exija al poder y que no se conforme y que mantenga el dedo señalando los abusos que se cometan. La Cuba que yo me imagino tendrá que basarse más en la palabra que en la silla presidencial. Así que no me veo en eso. Yo quiero estar más en la Prensa, siendo una persona incómoda.

–¿Hay menos represión policial?

–No lo creo. Las cifras de arresto siguen creciendo. Lo que sí que hay es un cambio de estilo represivo. Fidel Castro tenía un estilo represivo que era muy público y llamativo. Le gustaba detener a los opositores, meterlos en prisión y condenarlos a veinte años. Era la represión como «reality show» y como escarmiento público. Raúl Castro es más taimado, trabaja más en la sombra, ha paramilitarizado mucho la represión. Ahora es muy típico que cuando vas caminando por la calle se para un coche del que salen tres hombres vestidos de civil que te golpean y te dejan en una carretera. La víctima se queda sin la prueba de la detención. Eso es matonismo.

–¿Hay un nuevo liderazgo dentro de la disidencia?

–Hay una generación muy interesante donde están Guillermo Fariñas, José Daniel Ferrer, incluso gente más joven como Eliecer Dávila, Antonio Rodiles y Rosa María Paya. Esta generación ha tenido la fortuna de contar con tecnología, una tecnología que no está tan extendida ni tan conectada como quisiéramos, pero que nos está ayudando mucho a amplificar la voz. Generaciones nuevas de disidentes ha habido desde hace 54 años, lo que pasa es que ahora se ha logrado que esas voces puedan proyectarse al mundo con mayor efectividad. Hace 15 años te borraban del mapa y ni te enterabas. De la huelga de hambre y la muerte de Orlando Zapata en 2010 se enteró el mundo entero; las redes sociales prácticamente ardieron. Sin embargo, en los setenta, murió Pedro Luis Boitel, crítico con Fidel Castro, y los cubanos nos enteramos de su muerte décadas después.

–También influye el agotamiento del régimen...

–Sí. El agotamiento en este caso viene dado porque el régimen ya no puede controlar todos los fenómenos. Yo siempre pongo la metáfora del muro. Cuando se abre una grieta tú la puedes controlar, pero si se abren muchas grietas a la vez, lo que está pasando es que se crea otra. Cuba es el país del hemisferio occidental con menor conectividad a internet, y sin embargo es asombroso cómo circula la información en la isla. La velocidad, la efectividad y la cantidad son realmente sorprendentes. Hay un mercado ilegal de información, porque los cubanos somos especialistas en mercados ilegales de cualquier cosa.

–La disidencia cubana siempre ha estado muy desunida. ¿Está cambiando esta situación?

–Estamos viviendo un momento de confluencia. La policía política cubana es especialista en intrigas. Lo que hace es levantar calumnias y azuzar los egos, crean falsas confrontaciones. Parte de ese enfrentamiento está fabricado en los laboratorios de la seguridad del Estado. Y, por otro lado, ya hemos alcanzado cierta madurez para darnos cuenta de que, aunque no estemos de acuerdo en muchas cosas, todos coincidimos al punto donde vamos: queremos democracia y una Cuba libre, con respeto a los derechos.

–Cuando los Castro desaparezcan, ¿la dictadura se podrá mantener, como pretende el chavismo sin Chávez?

–Venezuela es una gran interrogante, no creo que ahora se pueda hablar de que se ha mantenido el chavismo. Además, el chavismo se está desmoronando. Yo no creo que el sistema cubano pueda sobrevivir a las personas que lo crearon a su imagen y semejanza porque es un régimen sumamente personalizado y basado en la voluntad y en los defectos personales de un hombre que antes fue Fidel y ahora es Raúl Castro. Y sobre todo, basado en ese poder de la generación histórica que siempre logra imponer su opinión a partir del hecho de que pelearon en la selva y llegaron a La Habana. Cuando esa generación no pueda apelar a esa participación porque ya no esté, no creo que los que vengan logren aunar el poder que tiene Raúl. Estoy segura de que va a terminar, la pregunta es cuánto va a durar la caricatura de lo que venga después. Los continuadores van a decir que van a mantener la obra, pero en la práctica, muy probablemente, se dediquen a desmontarlo todo.

–¿Ha encontrado muchas simpatías hacia el régimen en España?

–Me ha sorprendido porque pensé que iba a encontrarme más castristas, no sólo en España sino en los siete países que he visitado. Sin embargo, me he encontrado a muchos de izquierdas que me dicen que no comulgan con la dictadura de los Castro, aunque muchas veces esas posturas no van aparejadas de una denuncia pública.