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Yoani Sánchez: «Venezuela ahora está peor que Cuba; nosotros estamos saliendo del túnel»
Yoani Sánchez. Activista y bloguera cubana. Autora de «WordPress 4.0. La tela de araña»
Conoce las garras de la censura a la perfección. Desde que nació ha estado sometida a una dictadura de hierro que como a tantos compatriotas les ha privado de sus derechos básicos. Por este motivo, Yoani Sánchez (La Habana, 1975) se las ha ingeniado para sobrevivir a la autoridad de los Castro y ha encontrado las escasas vías para hacer de su palabra un arma contra el adoctrinamiento cubano. Ahora presenta junto a Fernando Tellado «WordPress 4.0. La tela de la araña» (Anaya), un libro en el que planta cara también a la dictadura de los algoritmos matemáticos y con el que pretende servir de ayuda a quienes expresar sus idea en internet.
–Resulta curioso que sea una cubana quien dé lecciones sobre el uso de internet...
–Precisamente, mi experiencia de vivir bajo la censura me ha hecho salir adelante, todo un logro si se nace en la precariedad tecnológica más absoluta. Así he podido conocer aplicaciones en situaciones límite.
–¿Supone una lacra para la evolución de la sociedad la prohibición del acceso a la red global?
–Cuando el régimen cubano nos prohíbe que nos unamos a través de las redes sociales nos está robando es el desarrollo profesional, nos descapitaliza, pero el ADN cubano tiene impreso ese carácter de ingeniárnoslas para salir adelante.
–¿Implementará Cuba el modelo chino de censura online en los próximos años?
–El modelo chino de internet censurado es el que el régimen quiere, pero Cuba llega tarde. No creo que ahora pudieran crear una jaula efectiva con todo lo que ha aprendido la sociedad cubana en estos años.
–El aspecto de las libertades fundamentales es un apartado clave en las negociaciones entre Washington y La Habana. ¿Se conseguirán avances en este sentido a causa de la presión de EE UU?
–Para Obama el tema de las telecomunicaciones es una prioridad. Sin embargo, las figuras más recalcitrantes del régimen siguen diciendo que lo que quiere EE UU es penetrar la isla con sus ideas.
–¿Existe una fuerte división entre la disidencia cubana sobre el acercamiento EE UU-Cuba?
–Debemos dejar de lado el hecho de cómo se llegó hasta aquí o si se dejó a diversos actores fuera de las negociaciones. Ahora nos encontramos ante un nuevo escenario, hay que priorizar el aspecto humano. Pero no es la Casa Blanca quien debe arrebatarle al Gobierno cubano los derechos que nos han sido quitados, pues esta labor nos corresponde a nosotros.
–¿Cuánto tiempo puede llevar la consolidación de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana?
–Es difícil, porque ambos actores laten en diferentes frecuencias de onda. La Casa Blanca va más rápido y la Plaza de la Revolución es más torpe y cautelosa. Sin embargo, 2018 es una fecha clave, ya que, según dijo Raúl Castro, abandonará su cargo. Será el momento de ver la voluntad del régimen y si existe la posibilidad de que nuevos actores políticos entren en escena.
–En plenas negociaciones, el régimen cubano sigue llevando a cabo masivas detenciones de opositores. ¿Torpedeará esto el marco del acuerdo?
–Con esta actitud, Castro está mandando una señal interna de que está dispuesto a hablar con el enemigo del norte, pero que no está dispuesto a hacerlo con sus opositores internos. No aflojará la mano ni se permitirá el activismo cívico en las calles.
–La salida de Cuba de la lista de países patrocinadores de terrorismo y la apertura de la embajada son fundamentales. ¿Ve posible un acuerdo?
–Esto tiene una carga simbólica más que práctica, pero estamos moviéndonos en el campo de los símbolos. El 17-D será recordado por la ruptura del simbolismo de David contra Goliat. El enfrentamiento entre ambos ha sido una guerra de símbolos. El asunto de las embajadas también lo es. Ahora, cuando cualquier cubano va a la Oficina de Intereses de EE UU en La Habana corre el riesgo de ser tachado de enemigo de la patria. Cuando exista una embajada reconocida, estas prácticas no ocurrirán.
–¿Encuentra similitudes entre Cuba y Venezuela?
–Venezuela está peor que Cuba porque está entrando en un túnel del que nosotros estamos saliendo. Y lo hace además acompañado de la violencia, lo cual es muy preocupante porque cuando la violencia ideológica echa raíces en una sociedad los daños son a largo plazo.
–¿Suponen los movimientos populistas una amenaza para la sociedad actual?
–En momentos de crisis política, la sociedades se vuelven frágiles a los populismos. En Cuba también lo vivimos. La dictadura de Fulgencio Batista sirvió de caldo de cultivo para el triunfo de Fidel Castro. Además de alarmarse por la existencia de estos fenómenos hay que buscar las causas de por qué brotan, las cuales radican fundamentalmente en la falta de confianza que los ciudadanos tienen de sus políticos.
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