Guerra en Ucrania

Kiev responde a Putin:«Es una declaración de guerra»

Tropas rusas entran en Crimea y rodean las instalaciones militares a las afueras de la capital. Ucrania moviliza sus reservistas mientras Putin defiende ante Merkel su «actuación moderada»

Soldados rusos marchan sobre el territorio de Crimea
Soldados rusos marchan sobre el territorio de Crimealarazon

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Primero disimuladamente y, ahora ya sin ocultarse, cientos de tropas rusas están haciéndose con el control de la provincia ucraniana de Crimea. Tres días después de que soldados sin identificar tomaran los edificios gubernamentales en Simferopol, la capital, ayer, nuevamente grupos de soldados armados –llegados en viente vehículos militares–, rodearon totalmente el perímetro de una base militar a veinte kilómetros de Simferopol, en la localidad de Perevalnoye. Allí permanecían militares ucranianos, quienes reafirmaron su lealtad al Gobierno de Kiev. El presidente interino de Ucrania, Alexander Turchinov, señaló que «el mando ruso en la tropas en Crimea lanzó un ultimátum a las fuerza ucranianas» para que éstas entregaran sus armas y abandonaran sus unidades. «Aunque el ultimátum no se acató, no hubo asalto. La situación sigue tensa», añadió. Turchinov aseguró que «lo que quieren los agresores es paralizar la economía de Ucrania, provocar el caos social, el pánico».

El tono de las declaraciones subió cuando el primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, declaró que el ingreso de tropas rusas en Crimea es una declaración de guerra de Moscú, por lo que pidió su retirada inmediata: «Estamos al borde del desastre», alertó. Mientras tanto, el ministro de Defensa ucraniano, Vladimir Zamana, hizo un llamamiento para poner a los soldados en estado de alerta.

Desde el bando contrario, el primer ministro prorruso de Crimea, Serguei Axionov, anunciaba ayer la creación de la Marina de Guerra de esta provincia autónoma, según informó la agencia rusa Interfax. En una conversación telefónica con Angela Merkel, Putin aseguró que las acciones rusas fueron «moderadas» debido a «la constante amenaza de violencia de las fuerzas ultranacionalistas, que ponen en peligro la vida y los intereses legítimos de los ciudadanos rusos y de toda la población rusa». Aun así, Putin aceptó crear una comisión de negociación para lograr una salida política a la crisis.

Alexander, un ciudadano de Crimea de unos cuarenta años, aseguraba ayer en el centro de Simferopol que no habrá enfrentamiento armado entre los dos bandos: «¿Cómo van a enfrentarse los soldados ucranianos a las tropas rusas? Son tontos, pero no están locos», comenta a LA RAZÓN. Hay vecinos de Crimea que son escépticos ante el devenir de los acontecimientos: «Al final de la Unión Soviética, Rusia era débil y no podía luchar por recuperar su territorio de Crimea, pero ahora Rusia es fuerte económica y militarmente, y ha llegado el momento», afirma Sergei. Preguntado sobre si existe alguna posibilidad de que Crimea acepte permanecer en Ucrania contesta: «Primero, el Gobierno actual tendría que dimitir. Tanto el primer ministro Yatsenuik como Turchinov son títeres de los fascistas de Maidan y de Europa. No hicieron caso al referéndum que realizamos el 20 de enero de 1991, lo tiraron al suelo. Si ahora aceptaran escucharnos, quizá habría alguna posibilidad, pero no lo creo. Yo me siento de Crimea y ruso».

Respecto a la amenaza del presidente de Estados Unidos de aislar económica y políticamente a Rusia, la población de Crimea se muestra indiferente. «A Obama le interesa controlar esta zona por cuestiones geopolíticas, por eso prefiere que Crimea se quede en Europa y no se una a Rusia, pero lo que queremos nosotros le da igual. Además, ¿quien va a intervenir, la Alianza Atlántica? A nadie le interesa una guerra después de lo que pasó en Kosovo, y tampoco tienen dinero», comenta Sergei delante de la sede del Parlamento de Crimea, en la plaza de Lenin, rodeada, cómo no, de soldados armados, mientras varios manifestantes retiran las banderas de Ucrania de la plaza para cambiarlas por las de Crimea y Rusia.

En Simferopol, la anexión rusa de Crimea se da por hecha. «No sé si será en uno, dos o tres años, pero terminaremos formando parte de Rusia», comenta Dimitri, un hombre de unos 30 años, en el centro de la ciudad. Preguntado por la posibilidad de enfrentamientos en la provincia autónoma, contesta: «En Crimea, los únicos enfrentamientos que puede haber son con los tártaros», dice en referencia a esta minoría musulmana de la región de la península del mar Negro, que ya protagonizó choques violentos con manifestantes prorrusos el pasado 26 de febrero delante del Parlamento, donde gritaron: «Abajo la bandera rusa, viva Ucraina». «Los tártaros tienen aquí sus propios negocios familiares. Les va bien», añade Dimitri. «Prefieren quedarse en Ucrania porque tienen miedo a Putin». Sobre el futuro de los ciudadanos proeuropeos de Crimea, se muestra firme e inflexible: «Se tendrán que aguantar, como nosotros, que llevamos veintitrés años. Además, ¿por que querrían quedarse en un país en bancarrota y lleno de corruptos? Con el tiempo van a entender que es mejor formar parte de Rusia, y si no, se irán», concluye.

«Al borde del desastre»

El primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, afirmó ayer que «estamos al borde del desastre». El presidente interino, Alexander Turchinov, anunció que se ha cerrado el espacio aéreo ucraniano a vuelos no comerciales por la situación.