India
Ellas sobreviven en Ia India
La agresión a una joven de 23 años por seis hombres refleja un país donde las mujeres son ciudadanas de segunda
Cuando Deepty Golani, una mujer india, llegó a España, lo primero que le sorprendió fue que las mujeres salían por la noche sin ningún problema y sin ningún temor a sufrir un ataque por parte de un hombre. Ella, en España, trabaja hasta tarde, coge el transporte público y llega a su casa con tranquilidad. No se imagina haciendo esa rutina en Nueva Delhi, la capital de la India, el lugar del país donde más ataques sexuales sufren las mujeres. En la India, según estadísticas que cita el Foreign Policy, se produce una violación cada 20 minutos. Ha sido la muerte de una joven de 23 años atacada por seis hombres la que ha despertado a una sociedad en la que, hasta ahora, parecía que las violaciones a mujeres eran un problema de las mujeres y no de la sociedad entera. Esos ataques, en muchas ocasiones, se tapaban por asuntos de honor, para no «avergonzar» a la familia ni a la mujer, a la que si es joven, después, habrá que encontrar marido y concertar una boda. «En Delhi pasa tanto –cuenta Deepty–, que muchas veces las mujeres, por vergüenza, no lo sacan fuera. Piensan: pasó lo que pasó, déjalo estar, el día de mañana tendrás problemas para casarte».
Casarse resulta imposible si se sabe que la mujer ha sido violada. «Cada semana en el periódico hay páginas enteras de anuncios en los que se buscan novio o novia, y vienen los datos que la familia considera importantes para "publicitar"a su hijo o hija», explica Leyre, una española, de 26 años, que hace dos años vive la experiencia de ser mujer en la India. «No he tenido problemas graves y mis amigos siempre me han tratado como a un igual. Pero sí que he visto como mis amigas tienen problemas para decidir qué quieren hacer si su pareja o su familia no les dan, digamos, un empujoncito». Leyre llegó a la India al encontrar un trabajo que no había en España. Tras acostumbrarse al choque cultural y a la pobreza, se ha enamorado del país, aunque aún le sorprenden algunas situaciones, como que haya toque de queda oficial para volver a casa o que en una discoteca las chicas vistan faldas muy cortas, pero luego se cubran las piernas cuando salen a la calle o, «por ejemplo, que un dirigente de un partido político, algo mayor y de otra generación, haya dicho que las violaciones pasan en las ciudades de India porque se imita a la cultura occidental, pero que en los pueblos de la India tradicional no existen las violaciones porque siguen la cultura india. Esto es una simplificación: lo que pasa es que en los pueblos se denuncia mucho menos porque este tipo de violencia contra las mujeres se considera algo normal que les puede pasar a las chicas, que si no se protegen es culpa suya, y las chicas no denuncian porque es una pérdida no de su honor, sino porque su virginidad es también el honor de la familia».
Sociedad patriarcal
Leyre es mujer y joven en la India, pero tiene una ventaja. No ha nacido allí. «Las extranjeras (y extranjeros) pertenecemos a un grupo distinto de personas. Especialmente si somos caucásicas. La obsesión de India por la piel blanca llega al punto de vender muchas cremas para aclararla», explica Cristina Canas, española, de tez morena, casada con un indio y que se conoce perfectamente el país: «La sociedad es muy patriarcal y se espera de la mujer ciertos valores que en nuestra sociedad occidental están camino de convertirse en obsoletos o no se consideran primordiales como es el ser un ama de casa entregada y esposa sumisa dejando de lado las metas laborales».
Hay diferencias entre nativas y extranjeras, pero el pasado mes de noviembre una española fue violada en Bombay por un hombre que entró a robar en su casa. No importó su nacionalidad: «Claro que hay inseguridad, como los casos de violaciones demuestran. Pero hay violaciones en todos los países del mundo, no sólo en India», escribe Leyre. El problema en India es cuando ese papel secundario en sociedad pasa rápidamente a ser un papel secundario en el plano sexual. Cristina lo explica: «Un fenómeno muy famoso es el llamado "eve teasing", que significa mirar, silbar, tocar, rozar o acosar al sexo opuesto. No hay que olvidar que la represión sexual en India es muy fuerte y las muestras de cariño en público casi inexistentes».
Nepal y suráfrica siguen el ejemplo de la India
Quizá por efecto de lo ocurrido en India, Nepal también ha vivido una ola de manifestaciones contra la impunidad con la que viven los hombres que cometen violaciones. Un vigilante de aduanas abusó de una joven nepalí que volvía al país tras trabajar en Arabia Saudí, pero sólo gracias a las protestas de la gente en la calle se consiguió su detención. Como ocurre en la India, la vergüenza familiar impide que haya más acusaciones. También en Suráfrica se han visto reflejados con lo que sucede en la India. Según las estadísticas, se producen unos 65.000 ataques sexuales, pero como sucede en Nepal o India, no parecen datos reales porque sólo quedan registrados los casos que se denuncian, que son una minoría. Sólo sale a la luz una de cada 36 violaciones.
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