La Razón del Domingo

En las puertas del infierno

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Para cualquier escolar ruso, Vasily Grigorievich Zaytsev es un héroe. Nacido en Yeleninskoye en 1915, durante la batalla de Stalingrado dio muerte a doscientos veinticinco nemigos, incluidos once francotiradores. Con todo, a diferencia de lo que se narra en la película, Zaytsev ya había abatido a treinta dos soldados alemanes cuando se inició la batalla.

Es verdad que, en un primer momento, Zaytsev no fue francotirador ni incluso combatiente. En Vladivostok había desempeñado funciones administrativas en la marina en su servicio militar y sólo tras la invasión hitleriana se presentó voluntario para ser trasladado a una unidad de tierra. Convertido en francotirador, Zaytsev –que tenía una experiencia previa derivada de haber cazado ciervos y lobos al lado de su abuelo y su hermano menor– utilizó una táctica, conocida como los «seises», que en tiempos recientes se ha utilizado en la guerra de Chechenia: el campo de batalla era cubierto por seis hombres, tres francotiradores y tres exploradores. De esa manera, Zaytsev obtuvo numerosos blancos a más de novecientos metros de distancia, e incluso a un kilómetro.

El enemigo resultaba, desde luego, formidable. Por ejemplo, en septiembre de 1942, Zaytsev protagonizó un desesperado duelo a muerte contra un tirador alemán que duró tres días, en el curso del cual fue muerto uno de sus compañeros. Para sorpresa del ruso, el enemigo, al que consiguió matar, no era sino un soldado raso. Zaytsev fue utilizado por la propaganda soviética y ya durante la batalla de Stalingrado el comandante alemán Erwin Konig fue enviado para abatir a los francotiradores que operaban en la ciudad y, en especial, a Zaytsev. El suyo no fue un duelo solitario, al estilo del western, como en la película. De hecho, Zaytsev iba acompañado por otros compañeros que, poco a poco, murieron bajo los tiros de Konig. Su mejor amigo, un soldado llamado Kulikov, fue la última víctima del germano. También la causa de su muerte. Tras alcanzarle, Konig se expuso para comprobar el tiro y, en ese momento, fue abatido por Zaytsev. Pero el episodio sería discutido por los historiadores.

De entrada, nunca se encontraron datos sobre el citado oficial aunque los rusos siguen mostrando en un museo su rifle de mira telescópica. Por su parte, Zaytsev, a finales del siglo pasado, subrayó en una entrevista que habían sido necesarios varios hombres para vencer al alemán y que, al matarle, ignoraban de quién se trataba aunque hubieran escuchado antes rumores sobre su existencia. El 22 de febrero de 1943, Zaytsev fue condecorado como Héroe de la URSS y acabó la guerra en Alemania con el grado de capitán. Con posterioridad, se estableció en Kiev, se graduó como ingeniero y llegó a ser director de una fábrica de textiles. Falleció en 1991, diez días antes del colapso de la URSS. En 2006, siguiendo su última voluntad, fue enterrado en Volgogrado, la ciudad donde había abatido a Konig y que ahora ha vuelto a llamarse Stalingrado por unas horas en recuerdo de los héroes que detuvieron a Hitler a orillas del Volga.