La Razón del Domingo
España te espera
Más del 40 por ciento de los católicos del mundo están en América Latina y el 70 por ciento de los misioneros españoles sirven en aquellas tierras. La evangelización hace ahora su viaje de vuelta
Cuando el Papa Francisco habló en italiano desde el balcón de la Basilíca de San Pedro, lo hizo con un acento argentino imposible de disimular. Le salió la patria que no esconde: le gusta el tango, Borges y es hincha del San Lorenzo. Es argentino por los cuatro costados y su idioma, el primero que habló, es el español. «Los cardenales electores del Papa pensaron en varias cosas cuando votaron por un latinoamericano, entre ellas que América Latina es la región con la mayoría de los católicos en el mundo y votaron con la necesidad de mantener esa mayoría», asegura Ildo Bohn, secretario de información del Centro de Estudios Bíblicos (CEBI) de Brasil. Más del 40% de los católicos del mundo se encuentran en América Latina.
Según un sondeo divulgado el mes pasado por el Pew Research Center, Europa dejó de ser el continente con más católicos, posición asumida por América Latina, mientras que las regiones en las que tiene mayor dinamismo son el África subsahariana y Asia. Hace un siglo, Francia e Italia eran los países en los que vivía un mayor número de católicos, pero en cien años ha cambiado mucho el paisaje. Brasil presume de tener 126,7 millones de católicos, y México llega a los 96,4. Mientras que Colombia ocupa la sexta posición con 38, 1 millones y Argentina es undécima con 31. Italia ha caído hasta la quinta posición.
Origen natural del Papa
A todo esto hay que unir a España y a otros católicos del mundo que también se expresan en español. «América Latina es el continente de la esperanza y donde tenemos el mayor crecimiento de católicos en el mundo. A medida que el peso del cristianismo migra hacia esa zona debido a la secularización de Europa, podemos ver que Latinoamérica era el lugar de origen natural del nuevo Papa», asegura el arzobispo Thomas Wenski, en Miami.
La Iglesia, por tanto, da un paso y se acerca a sus fieles más numerosos para hablarles en su idioma, para dirigirse a ellos con mayor complicidad, que la sientan como suya: «Puede ser que la Iglesia necesite a un Papa cercano que les hable al corazón con cariño y esto lo puede hacer el Papa Francisco a través del español, que es su idioma más natural. La comunicación se hace más sencilla, sobre todo con este Sumo Pontífice, que es muy carismático», explica a LA RAZÓN José Tola, sacerdote peruano, encargado de ser la conexión entre la Sede Apostólica y el Consejo Episcopal Latinoamericano.
El latín es el idioma de la Iglesia y el Papa Francisco habló en italiano, pero el español es, definitivamente, el idioma mayoritario, en el que se comunican sus creyentes. «Yo estuve el miércoles en la plaza de San Pedro –continúa el peruano José Tola– y fue muy emocionante. Allí estábamos todos mezclados, pero que el Papa sea un hombre que hable español nos produjo una emoción difícil de describir. Los europeos nos miraban con extrañeza, sin entender a qué respondía nuestra felicidad, si los latinoamericanos que estábamos allí pertenecíamos a naciones distintas. Pero creo que existe una hermandad muy fuerte. En Europa no se vive de la misma manera. Para un español, un alemán es un extranjero, un hombre con el que no comparte las mismas inquietudes, en cambio el Papa Francisco, nacido en Argentina, es un Papa cercano. El español, la lengua, nos une».
La fe que llegó a Suramérica lo hizo a través de españoles. A ambos lados del Atlántico se vive esta creencia de un modo parecido, con mucha presencia en las calles, como ocurre con las procesiones españolas en Semana Santa, que también se celebran en Suramérica. Por ejemplo, en Lima es muy conocida y concurrida la procesión del Señor de los Milagros. Esa tradición que nace en España se ha contagiado y adaptado a Suramérica. No es lo mismo, pero, explica José Tola, es muy parecido: «La Iglesia aquí es heredera de la española. Nuestra tradición viene de la tradición española y nuestro modo de practicar la fe tiene mucho que ver con el modo español. También es verdad que la fe en América Latina se mezcló con las características de nuestro pueblo, dándole finalmente un carácter especial y propio. Aunque ya podemos decir que tiene siglos de existencia, madurez y una idiosincrasia distinta».
Una fe más viva
Es una fe quizá más sentimental, pero también más viva y más expresiva, muy arraigada en el pueblo y de manifestaciones sencillas y profundas. «En América Latina está muy desarrollado un despliegue de formación por el que los creyentes gozan con el intercambio de vida y experiencias y eso se refleja en la celebración litúrgica. Está muy alimentado por el sentimiento. Aquí vivimos la fe de una manera más racional, más fría», asegura Anastasio Gil García, director nacional de Obras Misionales Pontificias.
La fortaleza de la religión allí, la espontaneidad y la intensidad con las que se vive, contrastan con la tibieza que a veces se da en muchos países europeos. Puede que el trasvase de la fe se haga ahora en un sentido contrario: en vez de ir de Europa a Suramérica, va de Suramérica al otro lado del Atlántico. «Puede ser –asegura José Tola–, aunque respecto a esta cuestión yo prefiero ser cauto: vengo de Latinoamérica y sé que allí también se está viviendo una fuerte crisis de fe. Tal vez ha llegado con menos fuerza y retraso en comparación con otras zonas del mundo, pero me parece que es la misma onda de relativisimo. La única diferencia es que tal vez por esta zona se conserva esa fe del pueblo, tan natural, tan arraigada. En algunos lugares de Suramérica, que es muy grande, hay un enorme empuje religioso; pero en otros, como en algunas capitales, ese empuje es menor o casi no existe».
Pese a las diferentes formas de vivir la fe entre España y Suramérica, se mantiene mucha relación. «Hay muchos países de América Latina donde existe presencia de sacerdotes españoles, muchos han estudiado en esta zona o desde aquí han ido a España. Es cierto que existe una comunicación grande entre ambas comunidades y lo que la Iglesia busca es llegar a todos, sean de donde sean», explica desde Argentina José María Cantó, rector de la Facultad de San Miguel. Y añade: «Que el mayor porcentaje de católicos hable castellano tiene su importancia».
Gil García da otro dato para explicar la relación especial: «Los misioneros siguen yendo a América Latina y de ahí vienen a colaborar con nosotros. Esto se encuadra en la dinámica de la cooperación entre las Iglesias. Con Suramérica hay unos elementos humanos importantes de conexión como son la cultura o la lengua. Para ir como misionero a Nigeria o Laos, por ejemplo, se necesita mayor preparación cultural y psicológica. Hay una manera de entenderse que es más fácil con quien habla nuestro idioma. El 70% por ciento de los misioneros españoles está en América Latina».
En tiempos en los que, según las encuestas, bajan las cifras de los que se afirman creyentes o algunos se dejan convencer por otras religiones, como los evangelistas (quienes hace poco se expandían con éxito por los países latinos), es entre España y Suramérica donde la Iglesia Católica encuentra a la mayoría de sus fieles. «Es lógico que hablar castellano fuera uno de los motivos para la elección del cardenal argentino Jorge Bergoglio. Se trata de darle al Papa un rostro que lo aproxime más al hemisferio sur, a Latinoamérica y a los pobres», asegura Douglas Cabral Dantas, profesor de Cultura Religiosa de la Pontificia Universidad Católica (PUC) de Minas Gerais.
«Que hable castellano es un aspecto accidental, lo importante es que el nuevo Papa ha sido elegido por los cardenales: que tenga don de gentes y que sepa idiomas son elementos complementarios. Que sepa castellano nos produce una cierta empatía. Cuando le oyes hablar castellano con precisión le oyes gozoso–acaba Anastasio Gil García–. Aunque a otros papas que no hablaban castellano, cuando les oías hablarlo con menos precisión también producía gozo...»
HEGEMONÍA FRENTE A OTRAS RELIGIONES
En Suramérica han aumentado otros grupos religiosos, principalmente los evangelistas, aunque ellos mismos reconocen que detrás se pueden esconder grupos poco «serios», es decir, grupos que terminan siendo sectas. Según reconocen miembros de la Iglesia Católica, como el sacerdote peruano José Tula, es cierto que hace años hubo un crecimiento de evangelistas, a costa de la Iglesia Católica, pero se ha comprobado que en los últimos tiempos, esos creyentes que se marcharon «han vuelto a casa», dice Tula. La Iglesia Católica continúa siendo hegemónica en América Latina y el Papa Francisco va a ser sin duda un apoyo importante para que la Iglesia siga siendo el apoyo fundamental de la gran mayoría de creyentes que se comunican en español.
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