Barcelona

Fútbol, el dios terrenal

El presupuesto del Mundial de 2014 es de 12.727 millones, pero la FIFA no pagará impuestos

Fútbol, el dios terrenal
Fútbol, el dios terrenallarazon

El presupuesto del Mundial de 2014 es de 12.727 millones, pero la FIFA no pagará impuestos

Brasil es país multirracial, multirreligioso y multidisciplinar en lo deportivo y, sin embargo, sólo tenía una religión dominante: el fútbol, que ha sido tradicionalmente la vía de escape de las favelas. Miles de brasileños han huido de la miseria dando patadas. Y en este momento, durante la celebración de la Copa Confederaciones, y en vísperas del próximo Mundial, los ciudadanos han salido a la calle demandando derechos y protestando por las inversiones que estas celebraciones comportan. Los ciudadanos se han manifestado fuera de los estadios y dentro de estos han encontrado la solidaridad de algunas de sus actuales figuras.

Es la primera vez que en Brasil se protesta teniendo como objetivo central el fútbol. El país se comprometió a organizar el Mundial de 2014 y, previamente, la Copa Confederaciones. Además, tiene el compromiso de albergar los Juegos Olímpicos de 2016. La ciudadanía entiende que por encima de los fastos deportivos están las necesidades sociales. Hasta el momento, los estadios han estado llenos de espectadores, pero en los alrededores y en las principales ciudades se han dado cita varios millones.

Dentro de la selección ha habido voces a favor de los indignados. David Luiz ha dicho que las personas tienen derecho a manifestar sus opiniones, Hulk afirma que hay que escuchar a quienes se manifiestan y Fred ha llegado a decir que es un orgullo que su pueblo se muestre como lo hace. También Neymar se ha solidarizado con los ciudadanos. Estas opiniones están en contra de las de Pelé, que llegó a decir que los futbolistas deben dedicarse exclusivamente a jugar.

En el fútbol de los primeros años estuvo prohibida la pertenencia de negros a clubes de élite, como el Fluminense. Algunos de los clubes más importantes nacieron de sociedades deportivas dedicadas a las regatas. Luego fueron negros y mulatos quienes dieron lustre al deporte mundialmente. Ahora, cuando se ha rememorado el Maracanazo de 1950, la mayor decepción de la historia brasileña, se puede recordar que, en 1919, Brasil comenzó a crecer futbolísticamente al proclamarse campeón suramericano. Derrotó a Uruguay por 1-0. La bota del autor del tanto, Arthur Friedenreich, hijo de alemán y negra brasileña, fue expuesta en un escaparate como exvoto. Friedenreich fue el máximo goleador brasileño con 1.329 goles. Pelé se quedó en 1.279 y éste, al margen de las estadísticas, ha perdido parte de la idolatría de que ha gozado y que le sirvió incluso para llegar a ministro. Romario de Souza, que triunfó en el Barcelona y Valencia y fue campeón mundial, es diputado federal por el Estado de Río de Janeiro y ha apoyado las protestas de sus compatriotas en reclamación de mejores servicios públicos. Ha afirmado que el verdadero presidente de Brasil es hoy la FIFA. La multinacional del fútbol obtendrá 1.820 millones de dólares y por los 455 de impuestos que le correspondería abonar al Estado no pagará nada. Romario, que fue profesionalmente un tanto singular y al que Luis Aragonés tomó de los hombros y le dijo aquello de «míreme a los ojos» cuando le reprendió por una salida nocturna, es diputado y exige explicaciones. La organización del Mundial se presupuestó en 10.454 millones de dólares y ahora ya está en 12.727. Romario ha dado la cara y con él, jugadores de historial tan extraordinario como Rivaldo. De las críticas de Romario no se ha librado Ronaldo, miembro del Comité Organizador del Mundial que prometió en vano 32.000 entradas para deficientes físicos.

La voz de Romario se ha oído en la calle. Sugirió que la FIFA dejara en Brasil el diez por ciento de sus ganancias. Según su personal fiscalización de las cuentas, labor que le corresponde como diputado, el dinero invertido en el Mundial habría sido suficiente para construir 8.000 escuelas y hasta 28.000 canchas deportivas en todo el país.

En el principio fue Sócrates

En el mundo del fútbol no han abundado los futbolistas reivindicativos en lo social. Han sido siempre excepciones como Sócrates, que además de futbolista era médico y doctor en Filosofía, y tuvo sentimientos que no tenían otros futbolistas. Sócrates luchó contra la dictadura militar en el Corinthians, club que fue el primero en celebrar elecciones internas, lo que contradecía al orden impuesto. En cierta ocasión, salió a la cancha con una bandera que decía: «Ganar o perder, pero siempre con democracia». Se manifestó contra el estado de pobreza de muchos brasileños y en las cintas que lucía en el pelo, dentro de las canchas, se pudieron leer eslóganes como «No al racismo» y «El día 15 vote». Sus mensajes no han sido palabras al viento y de ahí que Rivaldo acabe de decir: «Es una vergüenza estar gastando tanto dinero para este Mundial y dejar hospitales y escuelas en condiciones precarias. Necesitaba desahogarme pues yo fui pobre y sentí directamente la dificultad de estudiar en una escuela pública y no tener un buen servicio de salud».

La importancia del fútbol se reveló en múltiples manifestaciones intelectuales. Algunos escritores, como Jorge Amado, hicieron del fútbol tema literario. Ciertos sociólogos han afirmado que para analizar la sociedad brasileña había que comenzar por el fútbol. Fue «opio del pueblo» durante las dictaduras, y la ciudadanía ya no lo cree tan consustancial con su vida. Quizá estas protestas sitúen al fútbol en otra dimensión.

Pelé entiende las protestas pero no los abucheos

Pelé tuvo una salida poco afortunada al principio de las protestas en Brasil, cuando dijo poco más o menos que lo que importa ahora en Brasil es la Copa Confederaciones y el próximo Mundial de fútbol. Las redes sociales se levantaron en armas y el astro del fúbol tuvo que echar marcha atrás. Las segundas declaraciones han sido más suaves, y el mítico futbolista ha aclarado que respalda las protestas en su país siempre que sean «pacíficas». Eso sí, en el comunicado hecho público dejó claro que por los abucheos a la selección nacional de fútbol sí que no pasa. Faltaría más.