La Razón del Domingo

Grandes timos del progreso

En las ferias de publicidad se discute el futuro del medio
En las ferias de publicidad se discute el futuro del mediolarazon

Indudablemente, los más gigantescos cerebros criminales que aspiran a castigar a la humanidad de modo implacable deben envidiar al inventor del Power Point y a quién acuñó esa bonita expresión de «los nuevos modelos de negocio». Espero que su captura por la Policía esté cercana y pronto pasen a disposición judicial para hacer frente a las numerosas denuncias que harán caer sobre ellos los damnificados de dolor de cabeza. Ninguna de esas dos fantasías ha servido lo más mínimo para aclarar el panorama, ni para mejorar en ningún momento las explicaciones sobre las situaciones del mundo actual.

Mucho concepto, pero poca novedad. Junto a esos grandes timos, hay también sin embargo innegables avances e innovaciones. Por ejemplo, cuando miro la televisión de nuestro país (para intentar ver fragmentos de diez minutos de algún programa entre los habituales bloques de seis horas de anuncios que los separan) me acuerdo de la «televisión a la carta». Y me pregunto: ¿por qué no existe la publicidad a la carta? Yo, como público o nicho de mercado, soy un individuo con rasgos e intereses muy concretos y definibles. No veo por qué he de ser el receptor u objetivo de un anuncio de compresas con alas. Me parece un error de puntería y una perdida de tiempo, esfuerzos y dinero. No sé ¿no hay manera de discriminar el sesgo de los anuncios y poder elegir que me publiciten cosas que podrían interesarme, como motores, libros, músicas, bebidas espirituosas o señoras estupendas en bikini? La publicidad se cree actual porque pone a tipos con peinados raros o cuenta historias de manera cada día más críptica. Pero lo cierto es, desde que apareció el audiovisual, el único cambio verdaderamente notorio y relevante de la publicidad ha sido el salto del blanco y negro al color.