La Razón del Domingo

Guerra santa a la vacuna de la polio

Guerra santa a la vacuna de la polio
Guerra santa a la vacuna de la poliolarazon

Las trabajadoras del Ministerio de Sanidad de Pakistán intentan vacunar frente a la amenaza de los líderes extremistas, que piensan que es un complot internacional

Cuatro mujeres envueltas en una larga dupatta (chal), que sólo deja al descubierto las manos, recorren las angostas callejuelas de Dhoc Hashu, un vecindario pastún en el extrarradio de Rawalpindi. Detrás del grupo, a escasos dos metros, un agente de seguridad vigila sus pasos.

Las mujeres van puerta por puerta, con una carpeta y una pequeña nevera azul con las vacunas contra la polio. Dos de ellas son empleadas del Ministerio de Sanidad. Las otras dos, voluntarias que hablan pastún para poder comunicarse con las familias.

Para llevar el control de las visitas, además de apuntar en una hoja el nombre de los niños y el número de dosis, con una tiza marcan la puerta de la vivienda. La mayoría de las familias tiene entre tres o cuatro niños, todos menores de 6 años. Es deber de los padres controlar que la vacuna sea efectiva. Ninguno debe saltarse ninguna dosis. A veces, los niños vomitan porque su cuerpo no tolera la virulencia de las vacunas.

Tras administrarle dos gotas en la boca a cada niño, una de las voluntarias les pinta el dedo meñique con un rotulador para no equivocarse y repetir la dosis.

En los últimos años, este arrabal ha crecido de forma descontrolada sin ningún tipo de planificación tras el éxodo masivo de familias que han huido de las zonas tribales del noroeste del país o de la conflictiva provincia de Khyber Pakhtunkhwa por las operaciones militares.

Las áreas donde habitan familias de pastunes son las más complicadas, debido a su mentalidad tradicional y su cultura cerrada. En ocasiones, se han negado a vacunar a sus hijos por convicciones religiosas. Precisamente Rawalpindi, que estaba declarada zona libre de polio, es ahora lugar de riesgo, ya que estos grandes barrios chabolistas carecen de red de agua potable y alcantarillado. «Muestras de aguas residuales procedentes de las ciudades de Hyderabad y Rawalpindi mostraron que el virus ha vuelto», informa Akhifa, una de las trabajadoras del Ministerio de Sanidad.

Atacadas por fanáticos

En la última campaña de vacunación, que se repite cada dos meses, «entre 130 y 150 niños no fueron vacunados en este barrio porque sus padres se han negado a que reciban el tratamiento», lamenta la trabajadora de salud. «Nunca nos damos por vencidas, e insistimos varias veces a los padres o pedimos ayuda al mulá de la mezquita para hacerles entrar en razón –insiste Akhika–. Si se detecta un solo caso, podría propagarse como una epidemia y afectar a muchos niños», advierte la trabajadora que, además de preocuparse por los otros tiene que tener cuidado: al tratar con padres conflictivos, corre el riesgo de ser atacada por fanáticos.

«Tenemos que ser muy precavidas. La situación se ha vuelto muy peligrosa. A veces pasas mucho miedo. Cuando de repente se acerca un grupo de desconocidos montados en motocicleta se te acelera el corazón», confiesa Fahmida, supervisora de la zona. El pasado mes de diciembre, una ola de ataques a los equipos de la campaña de vacunación contra la polio en Karachi (al sur), Peshawar, Charsada y Nowshera (noroeste), acabó con la vida de una docena de trabajadores. Esto hizo saltar las alarmas y la Organización Mundial de la Salud (OMS) suspendió los tres últimos días de la campaña de vacunación de 2012. En la última semana de enero se produjeron nuevos ataques contra la campaña de la polio y dos trabajadores y un policía murieron las áreas del noroeste paquistaní.

Pakistán es uno de los tres países, junto con Afganistán y Nigeria, donde la poliomielitis es todavía endémica. Desde 1999, la OMS está trabajando junto con el apoyo y compromiso de las autoridades paquistaníes a nivel nacional, provincial y de distrito para erradicar la polio en el país. La oposición de los líderes religiosos extremistas a esta campaña de vacunación no es nueva. En 2008, el líder talibán del valle de Swat, Maulana Fazlullah, conocido como el mulá FM, fue el primer clérigo que utilizó los sermones radiofónicos para atacar estas iniciativas de inmunización contra esta enfermedad. A su juicio, era una conspiración de Estados Unidos para esterilizar a los niños paquistaníes y así controlar el crecimiento de la población musulmana.

Otros clérigos de áreas tribales de Pakistán (FATA) imitaron al mulá FM y empezaron a asustar a la gente para impedir que los niños pastunes fueran vacunados. Algunos de estos clérigos decían que las gotas de estos preparados de antígenos no eran halal (permitido en el Islam) y contenían proteínas de cerdo. Aquel año se confirmaron 118 casos de polio, una epidemia. En 2011, aumentaron a 198, la cifra más elevada en todo el mundo.

Este aumento se relacionó con la operación contra Osama Bin Laden, y en particular con el caso del doctor Shakil Afridi, que supuestamente brindó ayuda a la CIA para localizar al líder de Al Qaeda con una campaña falsa de vacunación. Entonces, la justificación de muchos clérigos a su oposición a estas campañas fue que potencias extranjeras utilizan a los vacunadores para espiar en las comunidades locales. Esto provocó que en las zonas tribales, en la región de Khyber Pakhtunkhwa, y las periferias de la megaurbe de Karachi, de mayoría pastún, los padres se negaran a inmunizar a sus hijos.

«El apoyo a estos líderes religiosos pone en peligro la vida de innumerables niños en Pakistán», denuncia Sahnaz Wasir, directora del departamento de Salud de la Secretaría del primer ministro. Wasir estima que 3,5 millones de menores perdieron la inoculación como resultado de los últimos ataques de diciembre.

En 2012, los casos de polio descendieron a 52, la mayoría registrados en las zonas dominadas por la etnia pastún, que constituye alrededor del 15 por ciento de la población del país. «Nuestra prioridad es ganarnos la confianza de los ancianos tribales y explicarles la urgencia de salvar la vida de los niños. Nuestros programas nacionales de vacunación llegan a 32 millones de niños, menores de cinco años», explica.

Desconocimiento

«La poliomielitis se podría erradicar más rápidamente si los programas nacionales consiguieran llegar a los grupos de alto riesgo y lograran su implicación», insiste Wasir, antes de detallar que la población pastún, que vive en las remotas áreas tribales, «jamás ha oído hablar de la poliomielitis. Y si los talibanes dicen que es nociva o innecesaria, la mayoría de los padres desaprobará que se le administren gotas a sus hijos», continúa. El año pasado, la OMS pidió a las autoridades paquistaníes que hiciesen de la lucha contra esta enfermedad una «emergencia para la salud pública nacional».

Los talibanes paquistaníes «están utilizando su campaña de distorsión y asesinatos selectivos contra trabajadores de salud como arma política, porque saben que la principal prioridad del Gobierno es erradicar la polio», denuncia Wasir. A principios de año, un líder talibán de Waziristan del Norte desautorizó extraoficialmente la campaña de inoculación en esta región hasta que Estados Unidos no deje de atacar con aviones no tripulados las áreas tribales.

La interrupción de la iniciativa en Pakistán pone en peligro a otros países también. «Si Pakistán no está libre de polio, si no somos capaces de llegar a todos los niños, la polio puede ir más allá de nuestras fronteras», señala la responsable gubernamental. Como medidas internacionales, la OMS ha advertido a los paquistaníes que podrían enfrentarse a restricciones en los viajes al extranjero para evitar que la enfermedad se propague. Arabia Saudita ya exige un certificado de vacunación oral contra la poliomielitis de peregrinos a La Meca.

Voluntarios que arriesgan su vida

Muchos de los que participan en la campaña contra la polio en Pakistán son voluntarios, a veces menores de edad, que sufren los ataques de extremistas armados, montados en moto, que disparan a matar a quien sospechen que quiere evitar la polio.

No sólo Pakistán es un lugar peligroso para llevar a cabo esta tarea humanitaria. También en Nigeria los intregristas radicales acosan y matan a quienes intentan evitar que se propague la enfermedad.

Egipto, por su parte, ha lanzado una urgente campaña de vacunación después de que en el agua del alcantarillado de El Cairo se encontraran restos de la enfermedad. Según la Organización Mundial de la Salud, el resurgimiento de la polio en Pakistán y en Egipto están relacionados.