Teatro

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La Petra cumple 95 años

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Como a Chueca, a Arniches se le atribuye el haber reflejado como nadie el lenguaje y las costumbres de Madrid. Como Chueca, estuvo entrañablemente relacionado con la Zarzuela. Como Chueca, era un levantino. Carlos Arniches nació en Alicantes un 11 de octubre de 1866, pero su triunfo –como el de Chueca, como el del catalán Amadeo Vives, como el de tantos provincianos– sólo adquirió dimensión gigantesca al asentarse en Madrid. Arniches supo cultivar como nadie el arte del sainete y de la comedia – creó incluso un género denominado «tragedias grotescas»– y colaboró como libretista de zarzuela con músicos de la talla de José Serrano, Chapí o –¿cómo no? – Chueca. Aprovechó como muy pocos los retruécanos, los juegos de palabras y los innumerables registros de la lengua española.

Ya sólo por la manera en que reflejó y recreó el lenguaje de su época, Arniches es digno de estudio. Aunque criticado por lo que algunos consideran tono menor de su teatro, Arniches poseyó una vena claramente regeneracionista que, según confesión propia, pretendía no sólo que la gente disfrutara sino también que aprendiera. En ese sentido, Arniches pudo combatir una visión ridícula de la masculinidad en «Es mi hombre» (1921), poner en solfa la corrupción municipal en «Los caciques» (1920), desnudar la realidad de una institución familiar no siempre tan ejemplar como se pretendía en «El último mono» (1926) o mostrar la indecencia de una juventud haragana y sin perspectivas de futuro en «La señorita de Trevélez» (1916). Lo mismo vemos en una obra que acaba de cumplir noventa y cinco años y que se ha reestrenado en el teatro Arenal de Madrid bajo la extraordinaria dirección de José Luis Gago: «La venganza de la Petra». En apariencia, sería un texto intrascendente destinado sólo a provocar las carcajadas del público. Sin duda, ese objetivo lo sigue consiguiendo Arniches, pero la realidad es mucho más profunda. A través de la historia de un matrimonio joven compuesto por Manolo (Alex Cueva) y Petra (Ana Santos-Olmo), Arniches subrayó en «La venganza de la Petra» situaciones peliagudas. En medio de situaciones chuscas, Arniches logró mostrar los efectos de la mala educación propiciada por unos padres ciegos Raimunda (Estrella Blanco) y Bibiano (Adolfo Pastor); la desigualdad sufrida por la mujer en el matrimonio; la conducta machista de cualquier chiquilicuatre como Conesa (Juan Bey) o la tendencia hispana a la vagancia, que desperdicia talentos como el de Nicomedes.

Todo supo hacerlo Arniches con habilidad, con elegancia, con ternura y con un refinado sentido del humor que aparece, por ejemplo, en la manera en que sabe rendir homenaje incluso a la sabiduría parda de una aldeana como Eudosia, encarnada de manera verdaderamente magistral por Antonia Paso.

Se podrá objetar que la sociedad española ha cambiado mucho en estos noventa y cinco años. No resulta tan seguro cuando se ve al público reír a mandíbula batiente. O quizá es que los clásicos, del género que sean, con el tiempo siempre mejoran y conservan su atractivo.