La Razón del Domingo
La soledad del héroe
El SEAL que mató a Bin Laden se siente abandonado por su país. En EE UU dicen que, por desconocimiento, no ha pedido los beneficios a los que tiene derecho
El tirador, como se le llama en el controvertido reportaje de «Esquire» al SEAL de la Marina que supuestamente mató a Osama Bin Laden, tras 16 años de operaciones militares clandestinas, un día se quemó. Sumaba alrededor de 30 personas caídas bajo sus balas en misiones en medio mundo, la mayoría clandestinas. Pero, al final, este soldado de élite del equipo SEAL 6 (un grupo que supuestamente no existe), encargado de dar caza al terrorista más buscado de la historia de EE UU en una operación clasificada (que oficialmente tampoco ha tenido lugar), simplemente quería «ver a sus hijos ir a la universidad y casarse», tal como relata el periodista Phil Bronstein, del Centro de Reporterismo de Investigación.
Su artículo, titulado «El hombre que mató a Osama Bin Laden... está jodido», ha desatado la controversia: el tirador asegura que el Pentágono no le ha dado «nada» después de marcharse de las Fuerzas Armadas.
Con el paso de los días se han tenido que corregir estas afirmaciones porque resulta que al SEAL sí le corresponden ciertos beneficios. El periodista Bronstein no miente. Simplemente, el hombre que mató a Bin Laden no era consciente de los derechos a los que podía acceder. Y por eso no los ha pedido. No sabe cómo hacer el trámite para obtener los servicios que le corresponden. Muchos menos el proceso del papeleo.
Esto pone de manifiesto un asunto más grave y preocupante: los fantasmas con los que los soldados luchan en su transición a la vida civil después de estar años desplegados en zonas de combate. El tirador pudo subirse de madrugada en uno de los dos helicópteros de la base estadounidense de Jalalabab (Afganistán) para llegar al complejo de Abbottabad (Pakistán), donde vivía Osama Bin Laden. Y allí dispararle dos tiros en la cabeza. Sin embargo, no ha sabido qué trámites hacer al llegar a su hogar para disponer, al menos, de seguro médico.
Según el tirador explicó a Bronstein, las cosas están así para él: si le matan en una misión, su familia podría vivir con la pensión de viudedad y otros beneficios. Pero al marcharse cuatro años antes de los 20 con los que se supone debe estar comprometido con las Fuerzas Armadas de su país, no tiene nada. Esto ya ha sido corregido en la versión en internet del reportaje.
Después de que se publicase el artículo en la versión digital, surgió la polémica y más tarde vinieron las aclaraciones. ¿Cómo es posible que el hombre que hizo que el 2 de mayo de 2011 el mundo fuese un poco más seguro no tuviese derecho a nada? ¿Es así como el país trata a los héroes de guerra? Fue cuando los altos mandos se pusieron de pie en el departamento de Asuntos de Veteranos y Defensa y aclararon un par de cosas.
Por ejemplo, que todos los veteranos de la guerra de Irak y Afganistán disponen de un período de cinco años para solicitar el seguro médico después de volver a casa. Según el servicio de información del departamento de Asuntos de Veteranos, una vez que se registren, pueden disponer de este servicio de por vida.
El hombre que mató a Bin Laden padece «artritis, tendinitis, daño ocular», pero, según el reportaje, «no recibe nada». «Ninguna pensión, ningún cuidado sanitario, ninguna protección ni para él ni su familia», añade.Lo cierto es que el SEAL sí recibirá protección, aunque no su familia. El cuidado que reciba viene con un requisito de copago si los ingresos de su hogar superan cierto límite. Estos son mínimos: 15 dólares por atención primaria, 50 por ver a un especialista y entre 8 y 9 por las medicinas.
Recibirá otra atención si se demuestra que tiene una discapacidad. Después de esta polémica, los senadores que integran el Comité de Asuntos de Veteranos se citaron el martes de esta semana con el soldado para tratar su caso. Se espera que, al menos, se admita a trámite su discapacidad física.
«El compañero que mató a Bin Laden es una de las personas que tiene este problema. Es una de las 900.000 personas que merecen justicia», indicó Bernie Sanders, senador independiente de Vermount, presidente del Comité del Senado de Asuntos de Veteranos, en referencia a todos aquellos que tienen que esperar una media de nueve meses mientras se examina su caso de discapacidad antes de recibir los beneficios y prestaciones del Gobierno.
En defensa del artículo, el editor de «Esquire», David Granger, escribió en su blog en internet que el SEAL le había explicado en su reunión con los legisladores «la falta de acción» en proporcionar protección a su familia. Por eso «el tirador y los miembros del grupo que le acompañaron presentaron a los legisladores una propuesta de tres partes para facilitar la transición de la fuerzas de élite militares», explica.
La iniciativa incluye un plan de pensiones gradual que empezaría después de cinco años de servicio, mejoras en los servicios para los veteranos que se jubilen, cobertura sanitaria total familiar, y un cobro tras abandonar las Fuerzas Armadas basado en la duración y el tipo de servicio prestado.
Cómo volver a ser un civil
Los veteranos de las guerras de Afganistán e Irak tienen más dificultades para adaptarse a la vida civil que otros soldados de otras guerras, según aseguran los resultados de un estudio reciente del Pew Center.
A juicio de los encuestados, el coste del combate es muy alto y tiene consecuencias en la vida personal y la angustia de sus familias.
El 54 por ciento de los entrevistados reconoce que el ajuste a la vida civil ha ido difícil, comparado con el 25 por ciento de otras guerras. La mitad de los que han servido en zonas de combate padecen estrés postraumático, mientras que el 75 por ciento tiene pesadillas y alucinaciones. Pese a todo, estos soldados con traumas se sienten orgullosos del servicio prestado a su país.
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