Estados Unidos
Los Simpson contra el «abismo fiscal»
Imagine una moneda capaz de salvar la economía estadounidense. Y con ella evitar el próximo drama político que sobreviene: la gran pelea entre los legisladores sobre el aumento del techo de deuda, que incluye una posible bancarrota de la primera economía del mundo. Es la Moneda de Platino de Un Trillón de Dólares (un billón en España).
De esta forma, el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, o de ser confirmado, su sucesor, Jack Lew, una vez creada esta pieza de metal, tendría que llevarla a la Reserva Federal. Allí la depositaría en la cuenta bancaria de su departamento. Entonces, el Tesoro ya no tendría que emitir nueva deuda, y podría ofrecer esta moneda como garantía para poder seguir con el pago de las facturas del gobierno. Entre ellas, destacan las de los sueldos de los militares y otros funcionarios de la Administración.
Descabellada o no, lo cierto es que esta solución sería legal. Según una ley de 1996, se permite acuñar monedas de platino con diseños, variaciones o inscripciones siempre que el secretario del Tesoro lo considere oportuno. Y ahora, quizá cansados de los teatros de los legisladores de Washington, que votan las leyes en función del coste político que les pueda traer en el distrito que representan, esta moneda se plantea como la mejor solución contra la disputa que nos regalarán dentro de unas semanas los legisladores del Congreso cuando se vuelva a hablar del techo de deuda.
El Premio Nobel Paul Krugman en «The New York Times» y otros periodistas en la revista «New Yorker», el periódico «Washington Post» y las publicaciones «The Economist» o «Forbes» han tratado estos días la posibilidad de que la Casa de la Moneda de Estados Unidos emita esta pieza de platino. Unos a favor y otros en contra, el caso es que todos coinciden en que, al menos, hay que pensar alternativas.
El polémico techo de deuda
Antes de que entrase en la escena el «Tea Party» con su política de reducir el gasto al mínimo, cada vez que había que elevar el techo de deuda en Estados Unidos el presidente pedía al Congreso el mismo aumento. Y los legisladores aceptaban a regañadientes. Pero con la entrada de los representantes del «Tea Party» en el Congreso, que ha servido cuanto menos para articular el descontento de muchos votantes por las prácticas excesivas de gasto, se ha complicado este proceso y Estados Unidos vive siempre cerca del famoso «abismo fiscal».
La idea de la moneda del trillón de dólares surgió por primera vez en la crisis del techo de deuda de 2011. Entonces se propuso como método para saltarse al Congreso, cuyos legisladores mantuvieron en vilo durante semanas los mercados internacionales ante sus amenazas de llevar el país a la bancarrota. Hasta que en el verano de 2011 se aprobó elevar dicho techo, Wall Street, Londres y Tokyo se resintieron de los desacuerdos de los políticos, que no aprobaron esta ley hasta el último minuto. A finales de 2012 la idea se recuperó con el nuevo drama político en el Capitolio por el «abismo fiscal», que tuvo a todo el mundo pendiente de Estados Unidos. El acuerdo llegó «in extremis»
No todo es tan sencillo. Esta moneda de platino también tiene sus detractores, que han argumentado que llevaría al país a una hiperinflación, que sería muy negativa para la economía. De momento, desde la Casa Blanca nadie se ha pronunciado al respecto. Pero ya circula una petición con 6.000 firmas, a fecha del jueves 10 de enero, para que se acuñe la moneda. Por ley, todas las iniciativas que logren 25.000 firmas deben ser respondidas por la Casa Blanca. Ésta tiene de plazo hasta el 2 de febrero.
El jefe de Prensa del portavoz de la Cámara de Representantes John Boehner, Michael Steel, ha advertido que los legisladores harán caso omiso de esta idea. En sus declaraciones, Steel ha comparado esta solución con un antiguo capítulo de «Los Simpson»: «El problema con los trillones». En este episodio, Homer tiene que ir en una misión secreta, encargada por el FBI, en busca de un billete, y no una moneda, de un trillón (un billón en España) de dólares. Según la serie, el presidente Harry Truman, en 1945, creó el billete para la reconstrucción de Europa tras la guerra y encargó a Montgomery Burns que lo llevara. Pero el billete nunca llegó. Homer debe descubrir si Burns se lo quedó. Y sí, lo tiene. El billete existe. Quizá es que, después de todo, el guionista de Los Simpson Ian Maxtone-Graham no iba tan desencaminado de lo que podía ocurrir en Estados Unidos en un futuro.
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