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Adiós, piel sensible
Hablemos de las pieles sensibles. Los factores responsables de ello pueden ser externos –variaciones climáticas, la polución o la exposición al sol– o internos –el estrés, la fatiga o los malos hábitos alimentarios–. Aparece en cualquier estación del año, aunque el invierno podría acelerar el proceso.
El aspecto del cutis es a menudo muy fino, casi traslúcido. La piel es propensa a la aparición de venitas junto a los pómulos y reacciona rápidamente a ciertas factores con enrojecimiento, hinchazón y, en ocasiones, picor. Existen pieles intolerantes o reactivas, que, a simple vista, no parecen delicadas, pero ante ciertos estímulos se alteran.
Las reacciones de rechazo a productos cosméticos son más frecuentes en este tipo de piel y precisan de un cuidado especial. Debemos solucionar primero el problema de la sensibilidad para luego tratar otros aspectos, como arrugas o manchas, y reforzar la piel para que pueda defenderse. Es imprescindible una rutina diaria, con una higiene facial profunda, una crema adecuada al tipo de sensibilidad y una buena protección contra influencias externas.
Doy fe de que la piel sensible tiene un tratamiento efectivo. En mis años vinculada al mundo de la belleza he comprobado que un buen diagnóstico y una prescripción adecuada son básicos para recuperar la normalidad en tiempo récord. Por eso, os recomiendo tomar medidas lo antes posible. Mis cosméticos imprescindibles son Uriage, Esthederm, Oh My Cold (codage), Bioxan, Sensifine –para ojos– y Toleriane de La Roche Posay.
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