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Alejandra Prat: La infancia es un filete empanado

Alejandra Prat
Alejandra Pratlarazon

Periodista y presentadora.Con la memoria puesta en su padre y los sabores de su boda, se atreve con todo en la cocina

Periodista y presentadora.Con la memoria puesta en su padre y los sabores de su boda, se atreve con todo en la cocina

Su Selfiereceta

Sopa de tomate con guacamole y gambas

«Receta tomada prestadaa Toni, chef del restaurante El Cosaco».

Para el guacamole: se introducen en el vaso de la batidora, un aguacate, un tomate, un cuarto de cebolla, unas gotas de Tabasco, una ramita de cilantro, se adereza con limón y sal al gusto y se tritura bien.

Las gambas salteadas a la plancha o hervidas (y si son de Palamós, mejor).

Para la sopa se utilizan tomates muy maduros que se trocean y se meten en el vaso de la batidora junto a seis fresas, un chorrito de vinagre de Jerez y otro de aceite, sal y pimienta al gusto, unos cubitos de hielo y se mezcla hasta que esté todo bien batido.

Alejandra Prat reconoce no ser buena cocinera, pero sí que le pone voluntad: «Me encanta meterme entre fogones. Empecé a sobrevivir con pasta y ensaladas cuando vivía sola y poco a poco he ido aprendiendo. Sobre todo desde que soy madre, he mejorado mucho en pastelería. Uno de los mejores planes es ocupar toda la cocina con Adriana, Alejandro y Amaro, mis hijos, y ponernos manos a la obra».

Por unas buenas viandas es capaz de machacarse en el gimnasio para perder las calorías sin remordimientos. «Comer es uno de los placeres mayores. Nos sentamos en torno a la mesa, nos encontramos con familiares y amigos y disfrutamos. Lo malo es que luego hay que ir al gimnasio a quemar lo que se pueda. Pero merece la pena. Y casi le he cogido el gustillo a correr». Por todo ello, el mejor espacio para ella es la cocina de su casa: «No sé qué tiene que te atrapa».

Su paladar está globalizado y aunque recuerda aquellos filetes empanados con patatas de su infancia, el menú lo escoge según el ánimo que tenga. «La dieta mediterránea es muy variada y completa. Pero el mundo japonés también me seduce mucho, igual que la comida tailandesa e hindú por la mezcla de aromas y el picante. Mi suegra es mexicana así que de vez en cuando también algo como nachos y burritos me vuelve loca, aunque controlando para sobrevivir a la operación bikini».

Alejandra vive en Barcelona y de ahí su inclinación por la dieta mediterránea y sus productos por los que pierde el sentido «por un buen gazpacho y por los guisantes, me encantan. En temporada siempre busco los del Maresme, son una delicia y me gustan hasta crudos». También la ciudad le condiciona el, exquisito, lugar de compra: «Suelo ir al mercado de la Boquería, es una exhibición para los sentidos. En verano la fruta y la verdura la compro directamente a una señora que la cultiva en su casa». Además de lo básico como legumbres, arroz o pasta, Alejandra reconoce que una buena provisión de aperitivos es básica en su casa: «Patatas fritas, a ser posible de trufa, berberechos y fuet. Son mis hijos los que mandan en esto. Para ellos es un ritual el fin de semana sentarnos juntos antes de comer y picar».

Tiene sus preferencias y, como no, sus vetos, como las gónadas de Dubón, las que nunca recomendaría: «Las comí porque estaba en ‘‘Supervivientes’’ y el hambre apretaba». Sin embargo, sí que echaría mano de la máquina del tiempo para recordar los sabores de su boda y los recuerdos a su padre, el gran comunicador Joaquín Prat. «Quisimos mezclar el sabor de las almendras frescas que tomaba en casa de mi abuela con una sopa de almendras, y el cordero asado y deshuesado que es uno de los platos favoritos de mi marido. El postre nupcial fue un mix de distintos dulces que aún me hace soñar. También la paella me evoca a mi padre y me recuerda las comidas familiares en la playa y los perritos calientes, a mi madre, porque se toman en la calle en Copenhague».

Mi restaurante favorito

«Los Tinars, en la Costa Brava. Sus aperitivos son espectaculares, la cocina de mercado y un carro de postres alucinante. En Madrid, El Pescador y El Babero me vuelven loca».