Restaurantes
Blanca Marsillach: Ensaladas teatrales
Actriz.
Se define como poco amiga de los fogones aunque asegura que pone mucha imaginación en sus ensaladas, su plato estrella
Se define como poco amiga de los fogones aunque asegura que pone mucha imaginación en sus ensaladas, su plato estrella
Su Selfiereceta
Ensalada de arroz y salmón
Ingredientes:
-Lechuga
-Tomates cherry
-Champiñón
-Quinoa
-Pepino
-Salmón
-Base de arroz integral
Elaboración: «No tiene ningún misterio».
-Lavar bien los productos, intentar que sean de la mejor calidad posible para que tengan buen sabor y mezclarlo todo. Es un plato fresquito ideal para el verano. Además, muy «light».
Si algo es característico en la personalidad de Blanca Marsillach es que no es de esas personas con doble fondo. Lo suyo es la naturalidad, la cercanía y el hablar con claridad, sin tapujos. Por eso, cuando se le pregunta por su relación con la gastronomía y las artes culinarias no se anda con vagas justificaciones ni rodeos.
«No soy nada cocinillas. No se me da bien», dice. Eso sí, rápidamente añade que como tiene «mucha imaginación y buena maña», hace lo que puede para salvar la situación. En su elenco gastronómico, las protagonistas son las ensaladas. «De todo tipo», matiza. A su preferida le pone salmón, quinoa, pepino y arroz, pero vamos, que cualquiera le gusta, no es demasiado exquisita en ese sentido.
Para ella, la clave de una buena ensalada, además de contar con productos de calidad, son las salsas con las que se la acompaña. Su preferida es la que está realizada a base de vinagre, soja, limón, canela y aceite de oliva. Una delicia para la actriz, que saliva simplemente pensando en hincarle el diente.
Siendo sincera, Blanca reconoce que no es de mucho comer, y menos aún en verano. «Con el calor se me quita el apetito», reconoce. Bueno, el calor y el trabajo, porque ni siquiera en verano descansa y siempre tiene proyectos profesionales en mente que le dejan poco tiempo para otros menesteres. Eso sí, disfruta y desconecta en una buena charla en una terracita con amigos saboreando al tiempo una tapita española.
La cocina de Marsillach, como ella misma afirma, huye de las florituras. Es sincera, sencilla y rápida. Principios heredados de su familia. Y he aquí donde podemos encontrar el quid de la cuestión sobre por qué no ha llegado a convertirse en una gran chef. Mientras que sus ancestros han sido los responsables de su pasión por las artes escénicas, su poca habilidad en los fogones también la ha heredado de ellos. «¿Que de quién he aprendido lo poco que sé de cocina? Pues de mi madre... ¡Qué va!», bromea, para después explicar que ella tampoco es que fuera muy experta en términos culinarios. «La pobre no sabe hacer ni un huevo frito, así que no me ha quedado otra opción que ser autodidacta», afirma sin complejos.
Eso sí, reconoce que ahora a todo el mundo le ha dado por cocinar y preparar platos de gran elaboración, lo cual genera una cierta «presión social» sobre aquéllos que como ella no encuentran placer alguno en investigar, culinariamente hablando. «En esto tiene que ver el hecho de que en los últimos años hayan aparecido programas de televisión sobre gastronomía. El cocinar está de moda», explica. Sólo que a ella parece que esta tendencia no le hace demasiado gracia y sigue centrada en su pasión, el teatro, aderezado siempre de modernidad y deseos de superación. De hecho, su compañía de teatro sigue pisando fuerte, ahora con «Viajando con Marsillach», un montaje que presentó a finales de julio en Barcelona y con el que recorrerá toda la geografía española.
Mi restaurante favorito
«Me gusta ir a lugares donde sirven comida sana, por eso Magasand, en la calle Columela, 4 (Madrid), es uno de mis favoritos. Voy muy a menudo».
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