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Brianda Fitz-James Stuart: Guacamole con sello de los Alba

Empresaria, DJ y «bloguera». Ella misma se califica de «desastre» cuando se pone delante de los fogones; sin embargo, no tira la toalla y aprende cada día algo nuevo de este mundo.

Brianda Fitz-James Stuart: Guacamole con sello de los Alba
Brianda Fitz-James Stuart: Guacamole con sello de los Albalarazon

Ella misma se califica de «desastre» cuando se pone delante de los fogones; sin embargo, no tira la toalla y aprende cada día algo nuevo de este mundo

Su Selfiereceta: Guacamole clásico

Ingredientes:

-Un aguacate

-Cebolla

-Tomate

-Cilantro

-Jugo de limón

-Sal

Elaboración:

Se mezcla todo lo anterior y se añaden trozos de papaya y langostinos. ¡Sorprendentemente está bueno, muy bueno!

A los que piensen que por apellidarse Fitz-James Stuart tiene la vida resuelta, que se lo quiten de la cabeza. El mejor ejemplo de que la vida es cuestión de esfuerzo y afán por mejorar en todas las áreas es Brianda, la nieta de la Duquesa de Alba e hija del editor Jacobo Fitz-James Stuart, conde de Siruela, y de la empresaria María Eugenia Fernández de Castro. La cocina siempre ha sido uno de sus grandes retos. Dice que no consigue encontrar su sitio entre los fogones, pero hace lo imposible para superar sus inseguridades frente a los retos gastronómicos. Es más, para LA RAZÓN decide por primera vez en su vida preparar un guacamole con el sello de los Alba.

«Es un experimento que contra todo pronóstico salió bien. Siendo una persona bastante creativa, en la cocina cometo muchos errores y más cuando me invento platos. Pero en este caso creo que es una mezcla acertada, siempre y cuando les guste la combinación dulce/salado», explica de manera muy didáctica. No se corta un pelo en hablar de sus limitaciones en la cocina, las cuales no se deben a su falta de ganas, sino a la ausencia de referencias. Sin tapujos asegura que «no he podido aprender de nadie». Y es que en casa de los Fitz-James pocos cocinaban. «Mi madre sólo entraba en la cocina para mirar la nevera y ver si faltaba algo, aunque tengo que reconocer que ahora le encanta cocinar y se le da sorprendentemente bien», afirma.

Brianda apuesta por lo verde, le encantan las ensaladas y la fruta, aunque también se pueden detectar en ella ciertas dosis de masoquismo culinario. Me explico. La nieta de la fallecida Duquesa de Alba afirma que lo suyo son los platos de cuchara y aunque haga cuarenta grados de temperatura no deja de comer un buen cocido o una fabada. «Me da lo mismo morir de calor», asevera.

Quienes la conocen bien saben que es un tanto desastre a la hora de meter las manos en harina y ella no duda en confirmarlo: «Soy un desastre en la cocina, aunque cada día intento aplicarme más. Incluso me he atrevido a cocinar una fabada. Aun así tiendo a elaborar cosas más fáciles tipo pastas o ensaladas», reconoce. Aunque puede que la clave de todo, y lo que esté ejerciendo de «fuerza oscura» ante sus ganas de progresar en sus artes gastronómicas, es la ausencia de horno. «Esto creo que quedará solucionado este verano, a ver si me compro uno», dice.

Con o sin él, Brianda reconoce que cuando varios amigos van a casa, prefiere pedir comida a domicilio. «Me siento insegura, no sé si les va a gustar lo que cocine, y sufro mucho, así que compro algo de picoteo y así me aseguro de que saldrán de casa contentos y no me odiarán», afirma. Entre sus grandes fiascos «cociniles» se encuentran unos boquerones rebozados quemados. Eso sí, sólo por uno de los lados. «¿Qué si alguna vez me ha salido algo fatal? Demasiadas...», dice sonriendo. «Mira, realmente, cocinar es un arte muy completo en el que entran en juego todos los sentidos: el gusto, el olfato, la vista, y, en ocasiones, incluso el tacto, porque hay platos que es mejor comer con las manos. En cuanto al oído, y aunque parezca mentira, también juega su papel. ¡Cómo crujen unas buenas patatas fritas!».

Mi restaurante favorito: «Por calidad y precio el japónes-coreano Izakaya Han, en la calle San Bartolomé de Madrid. Tambíén me gusta mucho El Huerto de Lucas, donde tomo zumos y comida ecológica, y el Moncalvillo, en la calle San Lucas».