Casa Real
Alberto de Mónaco, su agenda oculta
Jueves por la noche. Mónaco. El príncipe cena con Don Juan Carlos, el Rey emérito, antes de viajar a Madrid. Les acompaña Fernando Martínez de Irujo. El viernes le recibe su hijo, el Rey, en un ambiente menos distendido, la Zarzuela. Pasa en nuestro país 24 horas donde mantiene contacto con varias personalidades
La visita de Alberto II de Mónaco a España ha levantado una gran polvareda mediática debido a la «mala prensa» que tiene en nuestro país a raíz de su voto en contra como miembro del COI a que se celebrasen en Madrid los Juegos Olímpicos de 2012 por motivos de seguridad
La visita de Alberto II de Mónaco a España ha levantado una gran polvareda mediática debido a la «mala prensa» que tiene en nuestro país a raíz de su voto en contra como miembro del COI a que se celebrasen en Madrid los Juegos Olímpicos de 2012 por motivos de seguridad. El viernes, su Alteza Serenísima aterrizó en nuestro país, concretamente en la capital, para inaugurar la apertura de su fundación, «Príncipe Alberto II de Mónaco». Una visita fugaz de 24 horas, pero que ha dado pie a que se dispare la imaginación sobre el trato que le dispensaría la Casa Real española, o su plan «no oficial» en Madrid.
Según informan personas cercanas al círculo del Jefe de Estado del Principado, la «hoja de ruta» regia comenzó el jueves por la noche en Mónaco, en una cena organizada por los Príncipes de Orleans, Jean y Philomena. El contacto «royal» con el del país que visitaría al día siguiente empezó esa misma noche, ya que Don Juan Carlos, el Rey Emérito, asistió a ese evento junto con Alberto II de Mónaco, con el que comió horas antes en el club Jockey. Entre los invitados también figuraban otros españoles, como el cronista social Ignacio Casas de Ciria, o el hijo de la duquesa de Alba, Fernando Martínez de Irujo.
A primera hora de la mañana, Alberto II de Mónaco aterrizó en Madrid para presidir la conferencia «Mediterráneo 2050: Biodiversidad, Sostenibilidad y Gestión de los Recursos», con motivo de la presentación oficial de su fundación, en el Auditorio de la Fundación Ramón Areces, en la que él se encargó de los honores de explicar los objetivos: con 10 años de experiencia a sus espaldas, se dedica a proteger el medio ambiente y luchar contra los efectos del cambio climático, impulsando las energías limpias. En una entrevista con Efe, Alberto de Mónaco expresó su preocupación por la «grave» situación ambiental del Mediterráneo y advirtió de que, si no logran detenerse las amenazas que sufre, «podría acabar convertido en un mar dominado por las medusas». Preguntado por si piensa llevar a cabo alguna iniciativa en el Principado para que sus habitantes de rentas más altas desvíen sus inversiones en combustibles fósiles a otras en tecnologías limpias dijo ser «partidario de hablar de formas más sostenibles de hacer las cosas, de fomentar un modo de vida más limpio con el medio ambiente, y qué duda cabe que eso incluye inversiones en tecnologías limpias».
Admirador de Unamuno
Alberto de Mónaco se declaró admirador del escritor español Miguel de Unamuno y aludió a una de sus frases célebres para explicar la necesidad de implicar a todo el mundo en la lucha contra los problemas ambientales: «La obra humana es colectiva; nada que no sea colectivo es ni sólido ni durable».
De forma pública, el único contacto entre el Jefe de Estado monegasco fue una audiencia posterior, a las seis de la tarde, con Felipe VI. Un encuentro de mero carácter protocolario, ya que, según informaron fuentes de Zarzuela, en ningún momento se pensó organizar una comida, o una cena con él. El almuerzo ofrecido por los Reyes en el Palacio Real con motivo del 40 aniversario del Premio Cervantes era coartada de mucho peso, pero después de la audiencia –sin presencia de Doña Letizia–, el Monarca no tuvo intención de dedicarle más tiempo al invitado.
Don Felipe le dio la bienvenida en la entrada principal del palacio y, antes de reunirse en el despacho del Monarca, ambos posaron sonrientes en el Salón de Audiencias, donde también tuvieron atenciones para los periodistas presentes, intercambiaron unas palabras en tono distendido y volvieron a estrecharse la mano de forma cordial para los medios gráficos.
Las relaciones entre ellos, al menos públicamente, nunca han destacado por la cordialidad: ningún miembro de la Familia Real acudió a la entronización del máximo representante del Príncipado de Mónaco en noviembre de 2011. Pero es que tampoco a su enlace con la surafricana Charlene Wittstock ese mismo año.
Un año antes, cuando el entonces presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, le invitó a visitar la comunidad autónoma, tampoco la Corona española organizó ningún acto, ni ningún miembro se desplazó para acompañarlo. Unas relaciones frías, que sin embargo no lo eran entre Don Juan Carlos y el Rey Rainiero de Mónaco, quien llegó a decir: «Con el Rey de España, apasionado como yo de la vela, mantengo relaciones de verdadera amistad».
El hijo de Grace Kelly no volvió a Mónaco sin disfrutar antes del «savoir faire» de la anfitriona Carla Portabella, mujer de Manuel Ruiz de la Prada, hermano de la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada, a la que estuvieron invitadas personalidades de distintos ámbitos sociales.
Un corto pero intenso contacto con la sociedad española que comenzó el pasado jueves y terminó ayer, y que tras la apertura de la Fundación, tiene toda la «pinta» de que vuelva a repetirse en no mucho tiempo.
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