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Don Juan Carlos y Doña Elena: en tu casa o en la mía
Las adversidades vividas en la Familia Real han unido más aún a padre e hija. Ella es su ojo derecho y la Infanta, por su carácter, se lleva mejor con Don Juan Carlos que con Doña Sofía. Desde su abdicación está prácticamente fuera de la agenda oficial. Dedica la mayor parte del tiempo a recuperar las aficiones que había dejado apartadas, pero también a estrechar aún más su relación con la Infanta Elena y con su nieta Victoria Federica
Las adversidades vividas en la Familia Real han unido más aún a padre e hija. Ella es su ojo derecho y la Infanta, por su carácter, se lleva mejor con Don Juan Carlos que con Doña Sofía. Desde su abdicación está prácticamente fuera de la agenda oficial.
«Soy espontánea, valoro mucho a la familia y procuro vivir con intensidad las cosas que hago» son palabras de la Infanta Elena pero también las podría haber dicho el Rey Juan Carlos. Doña Elena, Victoria Federica y el Rey emérito, como es natural, han coincidido en muchas ocasiones pero ha sido la frecuencia con la que se les ha visto juntos en los últimos meses, lo que ha dado pie a confirmar que los tres forman un buen tándem. Los tres están solos y los tres comparten aficiones. El Rey lo mismo se presenta en casa de sus hermanas Pilar y Margarita a comer o cenar, que acude a casa de su hija Elena a tomar algún guiso de cuchara, que a ambos les encantan. Abuelo, hija y nieta, forman el equipo perfecto para ver pasar la vida y disfrutarla juntos. Por compartir comparten desde la oftalmóloga, la doctora Dapena, al traumatólogo, el doctor Villamor, y si Elena se aficionó a montar a caballo fue porque a su padre se le ocurrió decirle al capitán de lanceros de la Guardia Real, Fernando Basail, que enseñase a sus tres hijos a montar a caballo. Don Juan Carlos, en la academia militar montaba a «Pies de plata». Le habría gustado competir, pero no le dejaron. Su primogénita hereda el espíritu competitivo y las ganas de ganar que a Don Juan Carlos le truncaron. Victoria Federica parece que va por el mismo camino. Padre e hija son tan aficionados a los equinos que cuando Elena cumplió 18 años, su padre, además de otorgarle la distinción de Dama de Isabel la Católica, le regaló a «Naviero», un purasangre propiedad de Pérez Tabernero.
No sólo en las aficiones están unidos, también en los momentos críticos. Cuando Doña Elena decidió separarse de Jaime de Marichalar encontró en su padre su mayor apoyo, sobre todo porque las ínfulas de su ex yerno nunca agradaron al monarca.
El sábado pasado se cumplían 54 años de las bodas en Grecia de los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía. Y hablamos de «bodas», en plural, porque primero se casaron a las 10 de la mañana por el rito católico y una hora más tarde, lo hacían por el ortodoxo. Una ceremonia extraña en un país extranjero porque la situación no estaba muy clara en 1962. Se casaba la hija de los reyes helenos con el hijo del Conde de Barcelona, poseedor de los derechos dinásticos de un reino ocupado por un militar. En lo doméstico, era una boda como las demás, con una novia tan emocionada que tuvo que utilizar varias veces el pañuelo de su novio para secarse las lágrimas. Tras el enlace, el viaje de novios les llevó a dar la vuelta al mundo durante cuatro meses. Pero, como a muchas parejas, en algún momento se les rompió el amor. Ha sido en el tramo final del reinado cuando, aún en el cargo y obligados por los compromisos de agenda a aparecer juntos, se vieron públicamente algunos detalles que hacían presagiar que lo que Dios había unido, el hombre lo podía separar. Y así fue. En estos primeros años como Reyes Eméritos, sus apariciones juntos han sido puntuales y escasas. Oficialmente los dos tienen su residencia en el palacio de La Zarzuela y están casi liberados de cualquier acto institucional, de ahí que puedan disfrutar de su «jubilación» como ellos consideren. Es posible que durante los primeros meses, tras la abdicación, Don Juan Carlos se sintiera algo solo, pero gracias a que es un personaje muy querido y que tiene grandes amigos en todo el mundo, no ha habido restaurante, país, palacio, playa, finca, montería, barco o competición deportiva que se le haya resistido. Vive el día a día como si no hubiese un mañana. Así tiene a los asistentes, agotados.
- Pendiente de sus nietos
La Reina Sofía, por el contrario, dedica la mayor parte del tiempo, junto con su hermana Irene, a visitar a sus familiares, repartidos por media Europa, a recoger premios –el próximo se lo entregan en Mapfre el 6 de junio–, a disfrutar de sus ocho nietos, así como a atender diversos compromisos oficiales. Es la que parece haber modificado menos su vida.
La Infanta Elena, separada y sin pretendiente –que sepamos– y con su hijo Felipe Froilán estudiando en el extranjero, está más libre que nunca. Cuenta con el apoyo de su hija Victoria Federica que, hasta que entre en la edad de preferir salir con los amigos, también está a expensas de los planes maternos. Por ese motivo y puesto que la relación que mantienen es muy cercana, abuelo, hija y nieta se han unido compartiendo muchas aficiones. Es frecuente verles juntos disfrutando de una tarde de tentaderos en alguna finca andaluza, de paseos a caballo o en los toros, como estos días compartiendo tendido en Las Ventas. Si estuviese en España, Felipe Froilán también se uniría a ellos porque la Infanta es una madraza y Victoria Federica está muy unida a su hermano. Por cierto, que el primogénito de Doña Elena está más tranquilo y saca adelante con menos dificultad sus estudios. Le ha beneficiado alejarse del foco mediático. Viene a España en los días de vacaciones escolares, que llaman «half term», y dentro de dos meses cumplirá la mayoría de edad a pesar de conservar su rostro añiñado. Los ocho nietos de Don Juan Carlos y Doña Sofía son muy cariñosos, pero con los de Elena el Rey Emérito tiene una complicidad mayor. Sin embargo, ellos no olvidan nunca que su abuelo es Rey y llama la atención cómo Victoria Federica, cuando se despide en público de su abuelo, siempre hace una reverencia, aunque luego lo remate con un abrazo y un beso.
No sería extraño que el 26 de mayo Don Juan Carlos se acercase al centro de Madrid a una de las 551 mesas petitorias de Cáritas en la que estará su primogénita para dejarle un donativo y que, por la noche, la llame para felicitarle por el galardón que le entrega ese mismo día una peña taurina como agradecimiento a su apoyo a la fiesta de los toros.
- Excelente amazona
El Rey Emérito también habría tenido este fin de semana una ocasión perfecta para disfrutar viendo saltar a Doña Elena en el 106 Concurso de Saltos Internacional, que se celebra en el Club de Campo de Madrid, pero finalmente no participará por no estar su caballo «Qant» en óptimas condiciones. Sí lo harán Athina Onassis, Electra Niarchos, Marta Ortega y Sergio Álvarez, Luis Astolfi, Jessica Springsteen, Georgina Bloomberg, Cayetano Martínez de Irujo y su hijo Luis, así como Margarita Vargas, mujer de Luis Alfonso de Borbón.
Unidos por la náutica
El Rey ha compartido con su hijo Felipe las cuestiones de Estado; con Elena, las aficiones, y con Cristina, fundamentalmente la vela. Desde su abdicación ha cedido el protagonismo a su hijo en la llamada Copa Mapfre del Rey de Vela, pero eso no significa que abandone este mundo que le apasiona, un hobbie que han heredado sus nietos, excepto Leonor y Sofía. Parece que la única que va a Mallorca es la Reina Sofía, pero también lo hace el Rey, quien días atrás estuvo regateando en el club náutico de Palma. Este año, la 35ª Copa del Rey Mapfre se celebrará del 30 al 6 de agosto, en la bahía de Palma, organizada por el Real Club Náutico, que desde el año pasado luce un busto en bronce de Don Felipe en el hall de entrada. Para el 35 aniversario del acontecimiento náutico del verano, Javier Sanz, su presidente y marino como el Rey, prepara grandes sorpresas. Han pedido que la entrega de trofeos se realice en el palacio real de la Almudaina y habrá una cena la noche previa a la de armadores que promete dar titulares, así como una enorme participación por ser la mejor regata del Mediterráneo y donde ya está inscrito el buque de la Armada, el Aifos, que patronea Felipe VI. Allí llevó el año pasado a sus hijas, a las que aún no ha logrado contagiarles su pasión por la náutica.
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