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Edmundo, «superviviente» de las Campos

A punto de embarcarse en la aventura de un «reality», pese al enfado descomunal de María Teresa, hay quien ya empieza a tratar de convencer a la presentadora de que esta relación tiene poco recorrido.

Emundo Arrocet está decidido a llegar lejos en el programa
Emundo Arrocet está decidido a llegar lejos en el programalarazon

A punto de embarcarse en la aventura de un «reality», pese al enfado descomunal de María Teresa, hay quien ya empieza a tratar de convencer a la presentadora de que esta relación tiene poco recorrido.

Quedan tan sólo un par de semanas para que Edmundo «Bigote» Arrocet (67 años) se embarque en la aventura de ser concursante de «Supervivientes». Con su marcha, deja varios frentes abiertos. El primero, el profundo enfado de su novia, María Teresa Campos, que no comparte la decisión del cantante y humorista de participar en el programa. Tal es su enojo que no ha dudado en afirmar: «Me la suda lo que le suceda; por mí, como si se muere de hambre». Frases poco habituales en quien presume de corrección lingüística y que demuestran que algo está cambiando en la relación. Él se ríe del comentario y se limita a asegurar que «estoy preparándome para la lucha. Me encuentro bien físicamente y convencido de que voy a llegar lejos».

Su círculo más próximo afirma que su paso por la isla marcará un antes y un después en la relación. Ella no está acostumbrada a que le lleven la contraria, pero en Edmundo ha encontrado un duro hueso de roer porque dentro del clan de las Campos él es una república independiente. De hecho, ya dejó claro que, aunque su pareja le hubiera «prohibido» concursar, no le habría hecho el menor caso. Está decidido a afrontar largas jornadas de hambre, sed y padecimientos a cambio de –dicen– 24.000 euros semanales que no le vendrán nada mal para sanear su maltrecha economía.

Otro frente abierto es el programa «Sálvame», que afecta a la relación entre Bigote y las hijas de María Teresa, Terelu y Carmen. Desde hace tiempo, en él se comenta que no mantienen una relación idílica. Es más, Mila Ximénez ha dejado entrever que Carmen no habla bien de Arrocet en privado y Terelu huye de la polémica y prefiere dar la callada por respuesta cuando le preguntan.

María Teresa Campos no estaba acostumbrada a tanto sobresalto. En su entorno familiar no hubo jamás tantos desencuentros. La matriarca controlaba y decidía. Ahora es foco de atención por su polémico noviazgo con un hombre que la «ningunea» con sus actos públicos, posibles infidelidades, un pasado oscuro, acusaciones de bigamia, hijos que le tachan de mal padre, entrevistas poco oportunas y amistades poco recomendables; en fin, una bomba de relojería que podría estallar en la isla. Eso es lo que teme su novia, que ha visto revolucionada su tranquila existencia por culpa del que denomina el amor de su vida, su gran apoyo y su hombre.

Una persona del entorno de María Teresa revela que «ella tiene un enfado descomunal con Edmundo, de ahí el “me la suda” que tanto está dando que hablar. Una cosa es que su pareja se ponga el bañador cuando los dos se van de vacaciones al Coral Beach de Marbella y otra que se pase todo el día medio desnudo a la vista de millones de espectadores, la mayoría, mujeres. Es algo que le desconcierta. Es muy celosa y las hijas y algunas amigas empiezan a convencerla de que esta relación tiene poco recorrido, que se quite la venda de los ojos y empiece a reconocer, por duro que sea, la verdadera realidad.

El último frente es el abierto por el hijo «secreto» del hispanoamericano, Alexis, quien ha confesado que «hacia mi padre siento indignación. Su actitud es muy distante. La primera vez que lo vi en persona fue en diciembre y estuvo muy cariñoso conmigo, incluso me ofreció darme su apellido, aunque luego se enfadó conmigo por contarlo». Su madre es Annette, hija del recordado Kiko Ledgard, con el que Bigote llegó a trabajar en el programa «Un, dos, tres». El presentador peruano nunca supo que su nieto era hijo de su amigo, ya que, por aquel entonces, Arrocet estaba unido a Rocío Corral, con la que tuvo otro, Max. Alexis acusa a su progenitor de haberle vetado para que no concurse en «Supervientes», dando a entender que habría incluido una cláusula en su contrato con la productora en la que se refleja que no estaría dispuesto a compartir «penurias» isleñas con ningún familiar. La septuagenaria periodista no ha conseguido «domar» a una persona que va por libre. Los más íntimos descubren la doble identidad de un hombre que controla totalmente sus movimientos en público y que se deja llevar por los instintos en privado. Uno de sus amigos de toda la vida lo deja claro: «Es seductor por naturaleza, le gustan demasiado las mujeres y es incapaz de desviar la vista de un buen trasero. Si la señora Campos logra controlarle, la relación va para largo».