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El artículo de Lomana: La sutileza de un gesto

Durante una charla coloquio en Alicante
Durante una charla coloquio en Alicantelarazon

En ese preciso instante me di cuenta de que estaba ante una obra de arte. Fue cuando, a través de un cristal en el que se encontraba una prostituta, comienza a intentar imitar y aprender los movimientos de la feminidad... Y ella, al darse cuenta, le sigue y enseña cómo mover una mano, cómo cruzar los brazos e inclinar la cabeza de forma pudorosa con una mirada furtiva. Todo era de una sutileza y elegancia exquisita. Estoy hablando de «La chica danesa» que narra la historia real del pintor danés Einar Wegener, primer hombre que se sometió a una operación de cambio de sexo, y la maravillosa relación que mantenía con su mujer, Gerda, que le apoyó en todo su proceso de cambio así como durante toda su vida en un acto de generosidad y amor inusual. Debe de ser muy duro nacer atrapado en el cuerpo de un hombre y sentirse mujer, hasta el punto de querer mutilar todo lo que representa la masculinidad. No se imaginan cuánto disfrute con la belleza de esa Dinamarca de los años 20, la luz, el color de la decoración de los países nórdicos en contraposición con el exceso de París cuando se trasladan una temporada y cambian su actitud y vida, lanzándose a lo que era la modernidad de la época. Esa enorme diferencia de cultura, de escenario, es también vital y está maravillosamente captada por Tom Hooper, para mí, director de culto con una sensibilidad que emociona. Sólo un actor inglés podía interpretar el personaje de Einar, porque sólo ellos son capaces de interiorizar y expresar con una mirada una actitud, tantos sentimientos sin cursilería, ni afectación, y si a esto le añadimos la formación de Eddie Redmayne, su protagonista, en Eton, el colegio más elitista de Inglaterra del que han salido, primeros ministros, diplomáticos, escritores y todos los príncipes de la Familia Real británica, seguido de su formación Universitaria en el Trinity College (Cambridge), nos da como resultado este actorazo. Tengo que reconocer que mis actores favoritos siempre han sido ingleses: Dick Bogard, Jeremy Irons, Ralph Fiennes... sin olvidarme del irlandés, Daniel Day-Lewis. Hay películas que cuando uno sale del cine no puede olvidar y sigue analizando cada momento durante días; no te las puedes arrancar del corazón porque se han quedado ahí para siempre, en el recuerdo. Ésta es una de ellas.

Cuando me he sentado a escribir, recién llegada de un viaje agotador, estaba aceleradísima y sin inspiración: lo que se llama pánico ante el folio en blanco, así que decidí pensar en las cosas bonitas que me habían ocurrido durante la semana, el cariño enorme recibido en Alicante durante un almuerzo organizado por el Rotary Club en los que se recaudan fondos para diferentes asociaciones benéficas. Me quedé my sorprendida al encontrar a 90 mujeres, desde periodistas a juezas, esperándome para escuchar una charla coloquio. Todo lo recaudado fue para Proyecto Hombre. Otro acontecimiento precioso al que he asistido fue el estreno de «La Corona Partida» que narra un momento en la vida de Juana La Loca en el que desde su padre a su hijo deciden quitársela del medio como heredera de la Corona de Castilla, encerrándola en el Castillo de Tordesillas, bajo pretexto de su locura. Allí me encontré a actores muy queridos como Eduardo Poncela, José Coronado e Irene Escolar. Fue una noche gélida por el clima, pero cálida por el ambiente. Este fin de semana lo dedicaré a ver algunos desfiles de Cibeles y cenas con amigos. Quiero sonrisas y cariños y, desde luego, ni tacones ni morritos rojos.

sela del medio como heredera de la Corona de Castilla encerrándola en el Castillo de Tordesillas bajo pretexto de su locura. Allí me encontré actores muy queridos, Eduardo Poncela fantástico en su papel de Cardenal Cisneros, José Coronado y la gran actriz Irene Escolar. Fue una noche gélida por el clima pero muy cálida por el ambiente.

Este fin de semana voy a dedicarlo a ver algunos desfiles de Cibeles y pequeñas cenas con amigos para disfrutar de ellos y charlar de muchas cosas. quiero sonrisas y cariños y desde luego ni tacones ni morritos rojos