Estados Unidos
El artículo de Lomana: «Macho man»
En el terreno de las opiniones no es fácil hablar de la verdad. Ni de conciencia. Hay tantas verdades como opiniones. El asombro producido por el resultado de las elecciones en EE UU denota nuestra falta de conocimiento del tejido social americano. Nadie puede imaginarse a un candidato a presidente de Estados Unidos llamando «hombre asqueroso» a su contrincante o descalificándolo como «animal repugnante, vulgar, repulsivo y tonto». El candidato republicano ya presidente ha atacado sin pudor a su opositora demócrata Hillary Clinton, a la periodista Meggyn Kelly, a la ex Miss Universo Alicia Machado y en general a todas las mujeres. Sus argumentos son siempre la mujer como mero objeto sexual, sólo aceptables si son atractivas.
Pues asómbrense: después de todas estas lindezas y muchas más que aburren y avergüenzan, el mayor número de votos para alcanzar la Casa Blanca proviene de las mujeres americanas. Qué quieren que les diga... respeto, pero no entiendo nada sobre qué tipo de resortes las han inducido a esto. ¿Les gustará el «macho man» chulo y dominador que todo lo justifica por tener dinero? ¿Tendrá razón este personaje estrambótico cuando dice que en general «las mujeres están ávidas de dinero de los hombres, por el que están dispuestas a todo»?
En mi opinión, este voto proviene de la zona rural, de la América profunda que piensa que Trump va a devolverle sus tradiciones, su esencia; ésa que cree que con él volverán a esa América reaccionaría pero también orgullosa y triunfante de los años cincuenta, al macarthismo puro y duro. No quiero ni pensarlo. Pero, mis queridos lectores, la sociedad occidental tiene miedo, quiere protegerse y volver a la cueva, quieren valores como la hombría, la familia, el orden. Preservarse del islam y que cada uno se quede en su casa. Cuando una sociedad tiene miedo ocurren este tipo de sorpresas. Seguro que con Trump se verán pocas o ninguna mujer velada con burqa en Estados Unidos. El 11S fue la catarsis. Ver arder las Torres Gemelas, contemplar aviones en picado queriendo atacar el Pentágono fue la peor pesadilla para ese imperio. Hay un antes y un después del ataque a Nueva York, al centro mismo de la civilización occidental moderna.
No olvidemos esas ejecuciones de los cristianos de rodillas, cortándoles las cabezas y mostrándolo en un vídeo con regocijo. No olvidemos Bataclan hace un año, ni la masacre de Niza o nuestro 11-M. Quizá ahí encontremos la respuesta. Los americanos, igual que los europeos, están hartos de la doble moral que justifica todas las tropelías que tenemos que aguantar los ciudadanos achicharrados a impuestos. Tampoco parece que tengamos queja alguna de Putin, que no es precisamente el súmmum del feminismo y cuyos opositores tienen la curiosa manía de morirse. Me parece muy razonable que Trump genere rechazo, pero no nos echemos las manos a la cabeza ante sus exabruptos teniendo a personajes en el poder que baten récords de corrupción sin que movamos una ceja.
Hillary, de 69 años, dijo algo que me encantó: «Puede que no sea la candidata más joven en esta carrera, pero seré la presidenta más joven de Estados Unidos». Personalmente, siento muchísimo no tener una mujer en ese puesto a pesar de estar rodeada por muchos escándalos o despertar desconfianza. Creo que podría haber sido una buena presidenta. La conocí en la Embajada Americana en Chile y la recuerdo siempre sonriente y encantadora, con enorme personalidad y una piel maravillosa. Gana en la distancia corta. Otro día les hablaré de Victoria Woodhull, la primera mujer candidata a la presidencia de EE UU 143 años antes que Hillary Clinton.
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