Moda
La «Dolce Vita» significa Roma
Cuando hablamos de «Dolce Vita» el término nos evoca fiesta, glamour, noches locas por Vía Veneto en la grandiosa película de Federico Fellini con ese fantástico Mastronianni ejerciendo de cronista de la vida social romana. Escéptico y con una frustrante sensación de fracaso, rodeado de personajes que bajo su apariencia fascinante son casi tan inútiles y fracasados como él. Pero lo que nunca olvida el espectador es esa icónica escena del baño de Anita Ekberg en la Fontana di Trevi, de una exuberancia plástica que deslumbra. Todos en algún momento nos hemos dejado seducir por el encanto un tanto tenebroso de Roma, tenemos motivos suficientes para caer rendidos a su belleza y llamarla la ciudad eterna. Roma tiene nombre de mujer y siempre nos referimos a ella en femenino; nos seduce.
Otro de los referentes es Vía Condotti y la emblemática joyería Bulgari, que adquirió su máximo esplendor en los años de la «Dolce Vita», a lo que sin duda ayudaron muchas de las actrices que trabajaban en Roma, ya que en esos años se convirtió en el destino de las grandes productoras de Hollywood, en los famosos estudios Cinecittà, y también el lugar de moda a donde acudían la aristocracia internacional y los intelectuales como Henry Miller o Tennessee Williams, combinando la frivolidad de las películas de Hollywood con el cine intelectual italiano. Esa época gloriosa del glamour nos la muestra la fantástica Exposición de Bulgari, inaugurada el lunes en Madrid en el Museo Thyssen y donde se pueden ver unas maravillosas joyas inspiradas en Roma. Su referente estético y fuente de inspiracion son sus azulejos, frisos, monedas y plazas. Seguramente ningún otro joyero del mundo cuente con un entorno arquitectónico más espectacular. Las piezas de Bulgari son reconocibles de inmediato gracias a su opulencia, la riqueza de sus colores y sus volúmenes. Unas joyas que no se pueden explicar, sólo recomiendo que las contemplen y las disfruten acompañadas de unas fantásticas fotos de Liz Taylor, Anna Magnani, Grace Kelly y todo ese zascandilear de mujeres y hombres bellos y elegantes saliendo y entrando en Bulgari maravillosamente vestidos, ellos de Brioni y ellas casi siempre de Gucci, las Hermanas Fontana o Valentino, que ya empezaba a ser su diseñador favorito. Anita Ekberg expresó su admiración por la marca diciendo: «La “Dolce Vita” significa Roma y Roma significa Bulgari». Esta frase me parece de una frivolidad absoluta que indica el nivel cultural de quien la pronuncia.
Después de la exposición nos acogió la Embajada de Italia, decorada e iluminada de una forma fastuosa que hacia soñar con ese tiempo de lujo y alegría de vivir, acompañados por música italiana de los sesenta: Gino Paoli, Pepino di Capri, Rita Pavonne, Mina, Adriano Celentano que a mí, personalmente, me encanta. Gran noche con sabor italiano y de una gran belleza.
No quiero terminar esta crónica sin dejar una pregunta en el aire:
¿Por qué un dictador de izquierdas no es un dictador? ¿Qué arrebato mental lleva a muchos a condenar la represión y el asesinato perpetrados por dictadores de derecha y, sin embargo, justifican la represión y el asesinato que cometen los de izquierda? ¿Quizá sea el concepto de revolución? Para la izquierda, Fidel Castro no fue un dictador sino un revolucionario. Y como revolucionario parece ser que estaba facultado para encarcelar y exterminar a los que tenían ideas diferentes a las suyas. Puede dejar a un lado los derechos humanos durante sesenta años sin que podamos llamarle asesino. Esta idea me perturba y descoloca, por eso se lo pregunto a ustedes. Y como tenemos un largo puente que cruza toda la semana, tienen tiempo para pensarlo y darme una respuesta.
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