Cine
La peor fiesta de Almodóvar
«Van a por mí porque me tienen envidia». Desaparecido de la escena pública desde que se conociera que su nombre y el de su hermano Agustín aparecen en los «papeles de Panamá», el cineasta manchego vive su melodrama particular, un guión privado. Todos recelan estos días de la Prensa, hasta su compañero durante unos 15 años: «Os pido por favor que respetéis mi silencio», dijo a LA RAZÓN Fernando Iglesias
«Van a por mí porque me tienen envidia». Desaparecido de la escena pública desde que se conociera que su nombre y el de su hermano Agustín aparecen en los «papeles de Panamá», el cineasta manchego vive su melodrama particular, un guión privado.
Pocas horas después de que se conociera que los nombres de Pedro y Agustín Almodóvar aparecían en el caso internacional de los llamados «papeles de Panamá», el largo proceso descubierto por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y revelado en España por La Sexta y «El confidencial», desde su oficina se optaba por guardar silencio. El director manchego no compareció en Madrid ante los medios para promocionar «Julieta», desde ayer en los cines, y tampoco acudió a la premiere de Barcelona. Ni rastro. El peso de la promoción caía sobre los hombros de sus actrices principales, Adriana Ugarte y Emma Suárez. La última vez que se vio al director de «Hable con ella» fue el pasado lunes. Salía de su despacho de la productora «El Deseo» y se limitó a comentar desde el interior de un coche que «mi hermano ya ha dicho todo lo que tenemos que decir al respecto». Al cuestionarle los términos del comunicado emitido por Agustín, y la amenaza de que tienen intención de querellarse contra todo aquel que haga juicios de valor que «pudieran realizarse con vulneración de nuestros derechos», contestó sin inmutarse que «no es ninguna amenaza, es hablar de la naturaleza de las cosas», e inmediatamente desvió la atención de los periodistas mostrando su pesar por la muerte de la actriz Chus Lampreave.
La semana de penitencia del director comenzaba con el aplazamiento «sine die» de todas las entrevistas de promoción de su nuevo filme, seguramente temiendo que se convirtiera en un monólogo sobre los papeles panameños. El pasado domingo celebraba, en «petit comité», y por anticipado con sus más íntimos, el estreno de su nuevo trabajo. Fue una comida casi familiar, en la que las sonrisas de algunos contrastaban con la cara de circunstancias, más de tristeza que de satisfacción, del cineasta. que ya sabía que la información iba a ser publicada. Almodóvar necesitaba sentir el apoyo de los suyos. Y no faltaron los de siempre: su hermano Agustín, Bibiana Fernández, Manuel Bandera, David Delfín, Antonia San Juan, Mario Vaquerizo, Pepón Nieto... Bibiana resume la reunión como una «feliz tarde de domingo», pero la procesión de todos iba por dentro. Extraña que en la foto que publicamos en portada no aparezca uno de los hombres a los que el director manchego está más unido, al menos en los últimos dieciséis años, el modelo, actor, fotógrafo y ex jugador de baloncesto, Fernando Iglesias. Él ha sido su paño de lágrimas en los momentos más duros y su fan número uno en las etapas de triunfos profesionales y personales. Aunque también está desaparecido, muy educadamente, y por teléfono confirmó a LA RAZÓN que no iba a hablar de este tema. «Os pido, por favor, que respetéis mi silencio».
- Un amigo tipo Clooney
El modelo ha participado en varias de las películas de su amigo: «Hable con ella», «Los abrazos rotos», «La piel que habito» y «La mala educación». Se conocieron en 2002 y no se han separado desde entonces, aunque hay quien afirma que podrían estar atravesando alguna crisis. Sus amigos le definen como «guapísimo, encantador y siempre con una palabra amable para todo el mundo. Es como un galán de Hollywood, como George Clooney».
Los hermanos Almodóvar emitieron el lunes un comunicado con el que pretendían exonerar al director. En el mismo, aún reconociendo que era cierto que habían sido propietarios de Glenn Valley Corporation, una sociedad «offshore» en las Islas Vírgenes británicas (un territorio considerado paraíso fiscal) entre marzo de 1991 y noviembre del 1994, Agustín confirmó que él fue el encargado de todos los asuntos relacionados con esta empresa: «Desde la constitución de El Deseo, Pedro y yo nos repartimos las tareas y obligaciones de una forma muy clara. Yo me hice cargo de los asuntos referidos a la gestión empresarial, y él se dedicó a los aspectos creativos. En este contexto, me gustaría aclarar que la constitución de la sociedad en 1991 se debió a la recomendación de mis asesores ante una posible expansión internacional de nuestra empresa. No obstante lo anterior, se dejó morir la sociedad sin actividad debido a que no encajaba con nuestra forma de trabajar». Además, en el escrito, se disculpa por lo ocurrido: «Lamento profundamente el perjuicio que está sufriendo la imagen pública de mi hermano, provocado única y exclusivamente por mi falta de experiencia en los primeros años de andadura de nuestra empresa familiar. En todo caso, reitero que tanto mi hermano Pedro como yo mismo, así como nuestra productora, nos encontramos al corriente de todas nuestras obligaciones tributarias».
Pero el escándalo estaba ya en boca de todos. Hasta el punto de que doce horas después de salir a la luz, una plataforma HazteOir.org había recogido más de 10.000 firmas de ciudadanos que solicitan al exitoso director de cine, doctor honoris causa por Harvard y Cuenca, y en breve por Oxford, que aclarase si había defraudado o no a Hacienda.
Almodóvar, que nunca ha ocultado sus simpatías por los más necesitados, que respaldó el movimiento del 15-M y que ha criticado duramente la corrupción política, ahora podría verse envuelto en operaciones opacas sospechosas que se detallan en los famosos «papeles».
Uno de sus amigos más cercanos desvela a LA RAZÓN que «Pedro está obsesionado con que son los que le tienen envidia quienes están auspiciando esa campaña de firmas. Piensa que su reconocimiento mundial en el mundo del cine molesta a los que le odian desde hace tiempo. Prefiero no dar nombres, pero en esa lista hay bastantes personajes conocidos, actores, productores y algún que otro director. Su éxito motiva muchas envidias, pero no se puede lapidar a un hombre que tantos éxitos ha dado a España».
Parece el guión de una de sus películas. El cineasta vive su melodrama en paradero desconocido. Ha anulado sus comparecencias, se desplaza con chófer, y entra directamente al garaje eludiendo a los medios que le esperan junto al portal de su piso de Rosales.
Su círculo más íntimo le recomienda que no entre en polémicas y que deje pasar un tiempo antes de reaparecer en público. Esos amigos consideran injusto el linchamiento público, mientras él confía en que sus asesores fiscales y sus abogados demostrarán que no ha cometido ningún delito. La misma fuente, que califica a Almodóvar de «un hombre seguro y de gran fortaleza», asegura que «todo esto no afectará negativamente a su prestigio internacional, aunque los medios de Francia, donde el director goza de gran predicamento, han destacado el asunto».
La gran bronca de la julietas
Adriana Ugarte y Emma Suárez están en plena promoción de la nueva película de Almodóvar. Tantas horas juntas parecen estar erosionando la relación entre ambas. Hasta el punto de protagonizar una monumental bronca a su salida de Onda Cero. Suárez salía molesta de la radio, seguida de su compañera, que le gritaba: «Si no he dicho nada...». Ugarte ha querido zanjar la polémica con una imagen en Instagram en la que se las ve juntas y el mensaje «Estas dos lobas mediterráneas. SE AMAN». Pero la tormenta no ha amainado.
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