Isabel Pantoja

«La señora Pantoja no habla con nadie»

La cantante espera estar en el Hospital Infanta Luisa de Sevilla hasta septiembre y que le den el tercer grado

Pantoja, volviendo a prisión tras su primer permiso
Pantoja, volviendo a prisión tras su primer permisolarazon

La cantante espera estar en el Hospital Infanta Luisa de Sevilla hasta septiembre y que le den el tercer grado

Un nuevo permiso extraordinario de siete días permite a Isabel Pantoja acercarse aún más, y en libertad, al tan ansiado tercer grado. Porque su intención, y la de sus abogados, es que se alargue su estancia en el Hospital Infanta Luisa de Sevilla, en el que está internada desde el 5 de agosto, con la idea de que pueda permanecer allí hasta septiembre. Los rumores apuntan a que en la segunda semana de ese mes podrían otorgarle el tercer grado, que le permitiría cumplir el resto de su condena fuera de prisión. Al igual que ha ocurrido con José Ortega Cano, una pulsera telemática sería suficiente para tener controlada a la reclusa más mediática de España. Y como en su finca «Cantora» hay poca cobertura, posiblemente cumpliría ese periodo en su casa de Sevilla, junto a su madre, doña Ana, y su hermano Agustín. Y muy cerca de sus hijos y de sus nietos.

Los informes de su urólogo, el especialista en enfermedades renales, el endocrino y la forense de Instituciones Penitenciarias son favorables a que se le conceda el tercer grado por motivos de salud y de buena conducta.

Tendría que haber regresado a prisión el pasado miércoles, pero su estado físico y los informes médicos recomendaron que continuara ocupando la mejor habitación del citado centro sanitario, donde la tratan de la nefropatía diabética que padece y que necesita de cuidados especiales. Es su hospital de referencia, el de toda la vida. Allí trabajan sus médicos de confianza e Isabel se ha puesto en sus manos sin dudarlo. Ya veremos si el día 25 le conceden un nuevo permiso extraordinario.

La cantante ha tenido que hacer muchos cambios en sus hábitos alimenticios: le han prohibido tajantemente los embutidos, esa caña de lomo que tanto le gusta y el buen jamón ibérico. Ha aceptado cambiar los bebidas con gas por las isotónicas y el agua. Así que ya no toma Coca Cola «light», que antes era su menú líquido diario, y está intentando dejar de fumar. Dos cosas que le han costado lo suyo abandonar porque sus «adicciones» eran casi obsesivas.

- Aislada en su habitación

Al igual que lo es su propósito de que nadie consiga fotografiarla por los pasillos cuando se dirige a realizar pruebas clínicas. La seguridad del centro ya se encarga de que esto no suceda y no falta un agente en la puerta de su cuarto. Es cierto, aunque algunos indiquen lo contrario, que a veces se ha tapado con una sábana mientras la trasladaban en camilla. Ahora cambia las telas sanitarias por unas simples gafas oscuras de sol.

Una de las profesionales de la salud que la atiende –que prefiere permanecer en el anonimato, porque desde la dirección del hospital se ha prohibido al personal que hable del estado de su paciente más mediática– nos cuenta que «la señora Pantoja no habla con nadie, no se relaciona con otros enfermos, permanece en su habitación y casi siempre la acompaña su hermano Agustín». Cuenta que también sus hijos y su sobrina han ido a verla: «Chabelita la ha visitado en tres ocasiones: la primera por la noche, la segunda por la mañana y la tercera por la tarde. En esta última la acompañó su novio, Alejandro. La que sí viene casi todos los días es su sobrina, Anabel, que vive a dos manzanas de aquí. Y a su hijo Kiko le hemos visto un par de veces». Pero la roca de soporte de la tonadillera ha sido su hermano, que no ha dejado su lado: «Agustín suele bajar a la cafetería a comer y a cenar y sabemos que Anabel le lleva algunos días el desayuno. También viene Bernardo, otro de los hermanos de la enferma». Al parecer, su estancia en el hospital ha propiciado un ajuste de las normas para asegurar su privacidad: «En general, Pantoja sigue los horarios establecidos y respeta las reglas, aunque en ocasiones demuestra una actitud un tanto soberbia o prepotente, pero nunca con los doctores. Muy poca gente tiene acceso a su habitación, sólo un reducido equipo médico y sus familiares más cercanos. No quiere ver a nadie más. Agustín es el que se encarga de dar el visto bueno en este sentido».

Isabel sigue una dieta especial por su diabetes y le han puesto un tratamiento a base de pastillas, pero si su situación empeora podrían ponerle insulina. Uno de los temores es que la enfermedad se agrave, porque existiría el riesgo de una trombosis, que podría derivar en infarto o angina de pecho.

A Chabelita la pillaron los paparazzi en su última visita y dicen que su madre le ha pedido que no vaya con asiduidad para evitar el circo mediático en la puerta del Infanta Luisa. Precisamente por ello, y aunque una fuente especula con que el pequeño Alberto, hijo de la hispanoperuana, habría visto en una ocasión a su abuela, es improbable que esto haya sucedido, porque los periodistas tienen controladas las entradas al hospital.

Desde que llegó al centro sanitario, la tonadillera se despierta temprano y le gusta dormirse tarde, tras ver sus programas favoritos de la televisión. Y no se pierde todo lo que de ella se cuenta en los espacios dedicados a temas del corazón. Es más, su favorito es el de Ana Rosa Quintana de Tele 5, y se rumorea que su primera entrevista en el medio será en ese programa matinal. Seguramente con un jugoso cheque de por medio.

El núcleo anti-pantoja de la prisión

No todo es tranquilidad y rutina para Isabel en prisión. En Alcalá de Guadaíra existe un núcleo anti-Pantoja que está harto de que sea una presa vip. Son los que se quejaron de sus presuntos privilegios. De hecho, tres reclusas «antipantojistas» han sido trasladadas a otro centro penitenciario para evitar problemas cuando la artista regrese al recinto. Si es que regresa... Cualquier queja contra la artista es un problema para quien la plantea en público. Y la inestabilidad emocional de Isabel la ha debilitado lo suficiente como para no tener fuerzas para enfrentarse a sus enemigos.