Casas reales

Las otras «reinas» del duque de Edimburgo

Sería ingrato reducir su vida a su fama de Casanova. El duque de Edimburgo ha demostrado siempre su lealtad a la corona y ha sido el mejor compañero de la reina, el hombre que ha tenido que ir dos pasos por detrás de la monarca. A uno de él, Lady Penelope Romsey.

El Duque de Edimburgo y Lady Penny Romsey
El Duque de Edimburgo y Lady Penny Romseylarazon

Durante los casi setenta años de matrimonio con Isabel II se le han atribuido varias amantes o amigas íntimas, muchas de ellas parte de la aristocracia, como Penelope Romsey.

El príncipe Felipe de Edimburgo, que el próximo 10 de junio cumple 96 años, se retirará este otoño de la escena pública. Durante 70, Felipe de Mountbatten, conde de Merioneth y barón de Greenwich, ha tenido la difícil tarea de ser el consorte real, y si bien los libros de historia le recordarán como el mejor apoyo que ha podido tener Isabel II, su vida en Palacio ha tenido luces y sombras. La pareja contrajo matrimonio el 20 de noviembre de 1947 en la Abadía de Westminster. Casi exactamente un año después del enlace, el 14 de noviembre de 1948, nacía su primer hijo, el príncipe Carlos. En 1950 vino al mundo la princesa Ana; en 1960, el príncipe Andrés; y en 1964, el príncipe Eduardo. Según sus allegados, aquellos tiempos fueron «los más felices». Él estaba dedicado a su carrera naval e Isabel se comportaba como cualquier otra mujer de un oficial de la marina. Hacían picnic los fines de semana y quedaban con frecuencia con sus amigos.

Pero todo cambió en 1952, cuando tras la muerte de Jorge VI, Isabel se convertía en monarca. Ella pasaba a ser la nueva jefa de Estado. Pero, ¿y él? No tenía ningún papel constitucional más que el de consejero privado. No podía ver documentos estatales y, aunque era miembro de la Cámara de los Lores, nunca habló en ella. Ni siquiera podía dar a sus hijos su propio apellido. A Felipe le dolió especialmente que su amada, presionada por la corte y por Winston Churchill, se negara a renunciar al Windsor que había exhibido su familia desde 1917 en favor del Mountbatten. Aquello le llevó a decir que se sentía como una «condenada ameba».

Crisis matrimonial

Tal vez fue ese el comienzo de una crisis matrimonial que alcanzó su punto culminante entre octubre de 1956 y febrero de 1957, cuando el duque de Edimburgo emprendió un largo viaje en solitario y empezaron a proliferar los rumores sobre sus supuestas infidelidades. A la reina le molestaron sobre todo las especulaciones acerca de una posible ruptura publicadas en los periódicos estadounidenses y tomó la nada fácil decisión de autorizar una negación oficial de cualquier problema conyugal entre ellos: «Es completamente falso que haya alguna grieta entre la reina y el duque», rezaba el comunicado.

Los diarios cuentan que incluso la propia Lady Di bromeaba con sus invitados en las cenas sobre la interminable lista de amantes que se le atribuían al que un día fue su suegro.

La misma incluye desde mujeres famosas como la actriz Pat Kirkwood, la cantante Helen Cordet o la presentadora de televisión Katie Boyle, hasta damas de círculos aristocráticos, tales como Jane, condesa de Westmorland; Sacha Abercorn, esposa del quinto duque de Abercorn; la princesa Alexandra, prima de la reina; e incluso Lady Penny, la ex pareja de su propio primo. Esta última protagonizó varios editoriales en la Prensa inglesa debido a que su marido, lord Brabourne, compartía con Felipe la afición por las faldas. En 2014 el primero decidió pasar una semana en Las Bahamas junto con una amante y ella le echó de casa.

Desde entonces, según el diario «Daily Mail», Penny ha compartido viajes de carretera con el duque de Edimburgo y también fines de semana en alguna residencia real. Eso sí, se cuida mucho de no aparecer cuando la reina está pendiente. «Que Felipe flirtee le viene bien a su edad para mantenerse joven», explicaba recientemente un amigo de la monarca al citado diario. Además, parece ser que ella respeta que al duque «le guste estar rodeado de mujeres guapas».

A lo largo de estos años las supuestas amigas siempre han hablado de eso, de amistad, pero no de sexo. Como la duquesa de Abercorn, que le dijo a Giles Brandreth, el ex diputado conservador y biógrafo de Felipe: «Era una amistad apasionada, pero la pasión estaba en las ideas. Ciertamente no era una relación completa. No me acosté con él». En palabras del ex secretario de Prensa del Palacio, Dickie Arbiter, «al príncipe siempre le ha gustado ver escaparates, pero luego no compra». Lo cierto es que, a pesar de toda la especulación colorida, ni la mismísima Kitty Kelley, la biógrafa americana que afirmó que Nancy Reagan tuvo un romance con Frank Sinatra, pudo encontrar evidencias cuando llegó a Londres, empeñada en probar que los amoríos del duque eran ciertos.

La fama de Casanova le perseguía, en cualquier caso, antes de casarse con la reina. Es más, en los corrillos del Palacio de Buckingham se predijo que él era tan atractivo para el otro sexo que le resultaría prácticamente imposible cumplir con sus votos matrimoniales. No hay más que ceñirse al impacto que causó en su esposa cuando ésta le conoció cuando solo tenía 13 años. Al parecer le describió ante sus amigas como un «dios vikingo».

La pareja se conoció cuando un día los reyes llegaron al puerto en el yate Victoria & Albert y Felipe, entonces de 18, fue el encargado de escoltar a las dos princesas. Tras la cena, su tío, que estuvo presente en la velada, escribió en su diario: «Volvió para tomar el té y tuvo mucho éxito con las niñas». No podía imaginarse cuánto.

Bodas de oro

Con todo, sería ingrato centrar el libro de su vida en este capítulo de donjuan. Durante todos estos años, él ha demostrado su lealtad a la corona y ha sido el mejor compañero de la soberana, el hombre que siempre tuvo que ir dos pasos por detrás de ella. Isabel II nunca ha sido una persona que exprese sus sentimientos en público, pero durante la celebración de su aniversario de bodas de oro hizo una excepción. Aquel 20 de noviembre de 1997, ante los 300 invitados que acudieron al almuerzo organizado en Banqueting House, dio las gracias a su marido: «No acepta fácilmente elogios, pero ha sido mi apoyo durante todos estos años. Yo, toda su familia, éste y muchos otros países le debemos una deuda mayor de lo que jamás reclamaría o sabremos alguna vez», confesó.