Antonio Banderas
Nicole Kimpel, una luterana en la católica Málaga
Mientras Antonio Banderas oficiaba en la cofradía de Lágrimas y Favores, Nicole Kimpel le seguía junto a su concuñada, la mujer de Javier «Chico» Banderas
Mientras Antonio Banderas oficiaba en la cofradía de Lágrimas y Favores, Nicole Kimpel le seguía junto a su concuñada, la mujer de Javier «Chico» Banderas
El compromiso de Antonio Banderas, el embajador del cine español en Hollywood, con la Semana Santa malagueña es incuestionable. El actor volvió a oficiar ayer como mayordomo de trono en la cofradía de Lágrimas y Favores, que sale cada año de la iglesia de San Juan el Domingo de Ramos para abrir junto a La Pollinica los cortejos en la capital de la Costa del Sol. Y, por segundo año consecutivo, su estación de penitencia fue seguida por Nicole Kimpel, la rubia holandesa con la que se sacó la espina tras su separación con Melanie Griffith. Justo veinte años menor que él, que tiene 56, esta agente financiera acaparó las miradas de devotos y curiosos, que en estos tiempos se confunden.
Emoción católica
Aunque educada en la iglesia reformada de Lutero, Nicole Kimpel se ha adaptado muy bien al rito católico y escuchó con atención las preces e himnos que los cofrades entonaron antes de emprender una procesión que estuvo deslucida por la lluvia. Tanto es así, que el trono de la Virgen hubo de acortar su recorrido y transitó por la carrera oficial entre una escolta de paraguas. La pareja de Antonio Banderas, emocionada durante el canto de «La novia de San Juan», presenció desde el interior del templo la complicada maniobra de la salida después de saludar a las autoridades presentes: el alcalde, Francisco de la Torre, y la consejera de Educación de la Junta de Andalucía, Adelaida de la Calle, antigua rectora de la universidad malacitana y firmante del expediente abierto a Íñigo Errejón con motivo de su beca fraudulenta.
La Kimpel llegó a San Juan poco después que su pareja, quien por sus obligaciones de hermano, hizo acto de presencia en el templo bastante temprano. Durante todo el trayecto, estuvo acompañada por su concuñada, la esposa de Javier «Chico» Banderas, hermano del actor y persona de confianza en sus negocios españoles, singularmente la fundación que lleva el nombre de su cofradía, Lágrimas y Favores. El público que la reconoció, que no era todo debido a su carácter discreto y alejado de los medios, se dividió sobre su atuendo. La mayoría consideraron muy elegante su traje de chaqueta blanco sobre top marrón, pero una minoría susurraba ante la visión de sus extrañas zapatillas de deporte con tacón que era una «merdellona», el galicismo usado en Málaga como equivalente de la voz «hortera».
Cultura cofrade
Cumplida con la tradición de la procesión del Domingo de Ramos, los planes de la pareja consisten en colgar la túnica hasta el año que viene y disfrutar del resto de la Semana Santa malagueña, pues en este 2016 el actor ha decidido no portar el Jueves Santo el trono de la Virgen de la Esperanza. Quién sabe si para que su novia pueda presenciar un número máximo de procesiones e imbuirse así de la cultura cofrade. Desde luego, invitaciones no van a faltarle a Antonio Banderas para contemplar el paso de los tronos más célebres desde balcones privilegiados. Sin bullicio, a vista de pájaro, se pasa mejor que a pie de calle.
Esta segunda visita semanasantera de Nicole Kimpel se prolongará mucho más allá de la Pascua, ya que la pareja fijó hace unos días su residencia en Málaga. Antonio Banderas, que desde hace tiempo pasa más tiempo en España que en Estados Unidos, acaba de empadronarse en su tierra natal, en concreto en un suntuoso ático recién comprado a los pies de la Alcazaba árabe, el emblema de su ciudad, y sobre el teatro romano. La residencia está muy cerca de la calle San Agustín, donde el padre de Picasso tenía su taller y donde el (otro) malagueño universal empuñó sus primeros pinceles.
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