Moda

Personajes ocultos

Lomana junto a Jean Paul Gaultier
Lomana junto a Jean Paul Gaultierlarazon

Siempre que salgo de mi casa con una maleta siento una enorme liberación. No necesito que mi viaje sea largo o a un lugar lejano, simplemente el hecho de subirme al AVE, como hice ayer camino de Sevilla, me relaja y provoca la sensación de estar en una burbuja en la que nadie me molestará. Algo absolutamente falso, ya que siempre te encuentras con algún conocido que a veces resulta muy agradable, pero que otras hubieses preferido evitar. Yo me escapo de Madrid, su contaminación y sus compromisos. Madrid es una fiesta para algunos, y lo digo en el más estricto sentido de la palabra. Cada día me envían invitaciones para diferentes eventos, todos muy apetecibles, pero cuando llegas a las siete de la tarde a casa lo único que te encantaría sería tumbarte a la bartola, tirar los zapatos y olvidarte de todo. Pues no, la siguiente fiesta te está esperando y no puedes quedar fatal después de haber confirmado. Así que empiezas a maquillarte y ponerte el vestido elegido para la ocasión, y cuando ya está todo más o menos controlado llega para mí el momento terrorífico de los tacones de 12 centímetros en unos pies que solo piden descansar.

Pero hay fiestas que enseguida te quitan la desgana, y eso me ocurrió el jueves: salí refunfuñando hacia el homenaje a Jean Paul Gaultier que organizó la revista «Elle» en el Palacio Pinto Cohello en el Madrid de los Austrias, un lugar para soñar. Me encontré con una decoración espectacular, gente guapísima y divinamente vestida, todos muy jóvenes. Parecían sacados de un casting de modelos, pero no eran ni más ni menos que los seguidores y amigos del nuevo fenómeno de la moda española, Alejandro Palomo, un chico muy joven de Posadas con un talento y creatividad enormes. Ha surgido un movimiento alrededor suyo que es un soplo de aire fresco, chicos vestidos con modelazos que podrían ser de mujer y mujeres andróginas llenas de imaginación en sus «outfits». En cierto modo recuerdan a la famosa Movida de los ochenta, sin prejuicios ni estereotipos.

Después de una deliciosa cena pasamos a un salón en el que Gaultier, en respuesta a los elogios que de él había hecho la adorable Benedetta Poletti, directora de «Elle» España, improvisó un pequeño discurso muy entrañable y lleno de cariño por el país. A continuación, un espectáculo traído de París de «burlesque» y cabaret que nos hizo reír y disfrutar de su elegancia y picardía. Grabé algún vídeo y se me ocurrió ponerlo en mi Instagram. Inmediatamente aparecieron esos seres que permanecen ocultos como si fuesen humanos, pero no se equivoquen: ya no lo son. Esas personas, en vez de vivir, esperan. ¿A qué? Al error, al despiste o a la imprudencia para lanzarse a la crítica y al insulto haciendo juicios de valor de personas o situaciones que desconocen. En ese momento sienten que son importantes. A la vista de mis vídeos con pequeños flashes del burlesque donde una estupenda artista hacía una imitación de la gran Josephine Baker se dedicaron a escandalizarse y faltar el respeto a los artistas. Esta actitud me parece un ejercicio de doble moral e hipocresía del que todavía me cuesta dar crédito, a la vez que demuestra un desconocimiento de lo que es un cabaret y un aldeanismo digno de encomio. Es el rechazo a lo desconocido, la Santa Inquisición que todavía parece seguir vigente en los odiadores de las redes sociales. La noche fue un éxito y cuando volví a mi casa y tiré los zapatos de tacón al rincón del olvido puedo asegurarles que me sentía muy feliz por una noche compartida con amigos y la belleza de unos momentos mágicos.

Según escribo estoy viendo atardecer en Sevilla con una franja rojo naranja al fondo del cielo. ¿Estamos en verano? A juzgar por el sol y el calor, sí. Miren que a mí me gusta el veranito, pero creo que ya se está pasando con este aviso de Navidades caribeñas si no cambia el tiempo. Sevilla siempre es un planazo y si está en plena Feria del Caballo, mucho más. La próxima semana les cuento...