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Serge Gainsbourg, el seductor más feo de Francia

La actriz Jane Birkin y Serge Gainsbourg
La actriz Jane Birkin y Serge Gainsbourglarazon

El autor de «Je t'aime...moi non plus», de cuya muerte se cumplen 25 años, cautivó a bellezas como Brigitte Bardot, Juliette Gréco o Jean Birkin a pesar de ser considerado «un monstruo».

En el Instituto Condorcet de París, el alumno Lucien Ginsburg no es precisamente popular. Sus grandes orejas despegadas, los ojos retraídos, la nariz hebraica y una timidez patológica, lo convierten en blanco de todas las burlas. Tanto es así que, en una de sus muchas gamberradas, sus compañeros de clase se hacen con su ficha médica y en el casillero de "rasgos particulares"añaden: "Hace huir a las mujeres". Sin embargo, este muchacho que se refugia en la poesía de Verlaine, Lautreamont o Huysmans, será andando el tiempo el mayor seductor de Francia, conocido internacionalmente bajo el nombre de Serge Gainsbourg. Por su vida o por su cama (a veces las dos cosas) pasaron, entre muchas otras, bellezas como Brigitte Bardot, Juliette Gréco, Jane Birkin, Anna Karina y Vanessa Paradis.

Pero antes de despegar en el mundo de la música, de la mano de Boris Vian en las viejas "cave"del Barrio Latino, y convertirse en el seductor más feo de Francia, Gainsbourg tendrá que padecer la inquina de la crítica y el recelo del público: "Él mismo se parece a lo que canta. Un tipo pálido, con las orejas despegadas, una nariz que devora el rostro, y una boca rojísima como una coma torcida", señala un crítico de la época. "El público parecía aceptar sus composiciones pero rechazarlo a él", mantiene Felipe Cabrerizo en su biografía "Elefantes rosas", editada por Expediciones polar con motivo de los 25 años de su muerte. Sus reacciones comienzan a ser agresivas, pero poco a poco se abre la espita del triunfo y arranca una carrera de “playboy” que no cesará en los siguientes 30 años.

Gréco, su primera conquista de peso

Su primera conquista de peso será Juliette Gréco. Es la musa de los existencialistas de Saint-Germaine-des-Près. A ella le compone un disco y surge el romance. “La gente me miraba como si estuviera exhibiendo al hombre de Neardenthal -recuerda la cantante-. Nos miraban y decían: ¿Qué ventolera le habrá dado a la Gréco para salir con ese monstruo. Era un disparate. Y yo encontraba un placer enorme en hablar con él, en escucharlo. Era alguien a quien amaba infinitamente. Y lo veía guapo”. Gainsbourg acaba de divorciarse de su primera mujer y Gréco viene de un “affaire” con una leyenda del jazz, Miles Davis. El romance no dura mucho. Y apenas unos años después, cuando Gainsbourg ha pasado de ser un intérprete minoritario de la “chanson” a un compositor estrella para la nueva generación “yé-yé” y “pop” (él lanzará a France Gall al estrellato en Eurovisión mientras mantenía un romance con Anna Karina, la musa de Godard), aparecerá Brigitte Bardot.

La historia de amor, locura y sexo de ambos apena dura tres meses, pero es una de las más icónicas de la historia de la música. De ahí surgen temas imprescindibles como “Bonnie and Clyde” y, sobre todo, “Je t'aime...moi non plus”, el sencillo más censurado de la historia reciente de Francia, plagado de jadeos de la Bardot, el gran “sex symbol” de un París a las puertas de Mayo del 68. Aquella versión no verá la luz hasta los años 80. La que se popularizó en los setenta fue la que Serge grabaría con su futura esposa, Jean Birkin. Mientras, la relación con Bardot es altamente tóxica. El cantante tiene que lidiar con pretendientes más que peligrosos: Alain Delone, el guapo oficial de Europa, y el multimillonario Gunther Sachs, con quien la actriz llegaría a casarse para ponerle posteriormente los cuernos con Gainsbourg. La Bardot recordaría posteriormente aquel extraño “amour fou”: “Era de naturaleza inquieta. No le abandonó nunca la angustia de perderme. Cada vez que regresaba con él le resultaba algo milagroso. El hecho de que le hubiera elegido le parecía increible y nos reencontrábamos apasionadamente como tras una separación eterna, aunque no hubieran sido más que horas”. Tras las idas y vueltas con la sensual “Barbarella”, la actriz se refugia en un rodaje en Almería y el sueño de Serge termina. “Se hinchaba como un pavo: salir con ella era la revancha absoluta sobre ese físico que tanto le había hecho sufrir”, afirma su amigo Claude Dejacques.

Birkin, la estabilidad

Poco después, el cantante encontraría su mayor período de estabilidad (si se puede hablar de ello en el caso de un hombre que, amante del alcohol, el tabaco y la noche, nunca contó con la fidelidad entre sus virtudes) junto a la joven actriz británica Jane Birkin. El tándem formado por ambos es uno de los más fotografiados de la historia, todo un emblema de los años 70 y 80 franceses, que también fue fecundo en lo musical y de quien nacería, además, la actriz Charlotte Gainsbourg. Junto a Birkin arrancará su carrera de escándalos públicos y premeditados. El alcohol y la mala vida comienzan a hacer estragos en Gainsbourg, quien sobreexpondrá su vida y hasta de su propia familia extraerá material de trabajo. “Iba a comprar el periódico cada día para ver si salíamos en la prensa”, recuerda Birkin.

La relación durará del 68 al 80, pero de ella (tras abandonarle su mujer) saldrá un Gainsbourg absolutamente autodestructivo, cínico, moralmente acabado. Aún tendrá tiempo para un nuevo matrimonio con la jovencísima modelo heroinómana Bambou y escarceos con estrellas emergentes como Vanessa Paradis. Muchas de aquellas mujeres que pasaron por su vida se citaron en el cementerio de Montparnasse el 2 de marzo del 91. Serge tenía 62 años. Su cuerpo no daba para más.