Moda

Versace después de Versace

El modisto lo fue todo en el diseño italiano y mundial de los 80 y 90
El modisto lo fue todo en el diseño italiano y mundial de los 80 y 90larazon

Otro «biopic» y una no menos polémica serie intentan rendirle homenaje o, como parece pensar Donatella, aprovecharse de cualquier pretexto para rentabilizar la historia de su adorado hermano.

El 15 de julio se cumplen 20 años del asesinato de Gianni Versace a la puerta de su mansión en Miami Beach. Otro «biopic» y una no menos polémica serie intentan rendirle homenaje o, como parece pensar Donatella, aprovecharse de cualquier pretexto para rentabilizar la historia de su adorado hermano. El dato añadido del suicidio de su verdugo, Cunanan, así como la sospecha de una venganza de amante desairado, aunque parece que era un capricho de Antonio D’amico, amante de Gianni, convierten esta historia en un guion clásico de cine negro. Versace lo fue todo en la moda italiana de los 80 y 90 y, al decir moda italiana, quiero decir mundial, pues esas dos décadas el «made in Italy» fue el epicentro de la moda, con perdón de un París en caída libre. Versace destacó enseguida por su innegable estilo en las casas para las que trabajó como estilista, Genny y Callaghan a la cabeza, hasta que en 1978 crea junto a sus hermanos la marca que lleva su apellido. Su talento para emular las sedas estampadas de Emilio Pucci y la perfección técnica de sus cortes al bies y sus plisados aprendidos de la mejor tradición de Grès y Vionnet lo hicieron pertenecer, con Giorgio Armani y Gianfranco Ferré, al trío más glorioso de la moda italiana de todos los tiempos. A su manía por la perfección técnica del patronaje añadió una obsesión por una limpieza de líneas y una osadía incansable en el empleo de los nuevos materiales. Piel, punto, seda, malla metálica y hasta plástico industrial, el conocido PVC, cosido a mano, definen un estilo que interesó por su contemporaneidad a los amantes de la alta costura, a las estrella del rock y a las modelos más rutilantes de su época. Nadie con sensibilidad, del teatro a la ópera, del ballet al concierto, se resistió a su seductor manejo de la cultura clásica, el barroco y la sensualidad déco: Andy Warhol, Maurice Béjart, Diana de Gales, Elton John, Richard Avedon... Donatella, que adoraba a su hermano, se convirtió en su mejor embajadora. Sus inseparables pantalones pitillo de napa negra y sus blusas de seda blanca fueron muchas veces compartidas con Diana Vreeland, entonces una leyenda de la moda con más de 70 años. Desde la colección «Versus» que firmaron por primera vez juntos, Donatella ha insistido en una belleza contemporánea basada en dos ideas: solo el estilo permanece y lo más sofisticado es la máxima simplicidad. Después de enormes vaivenes, más financieros que creativos, el éxito vuelve a sonreírle a la casa de la Medusa. Aún recuerdo un día en la terraza del restaurante Fortuny de Madrid, saludándonos uno por uno, encantador, a los miembros del jurado que acababa de otorgarle la «Aguja de Oro» de 1991. La foto es irrepetible, rodeado por Mª Rosa Salvador, Isabel Preysler, Elena de Borbón, Marisa de Borbón y Lola Gavarrón.