Barcelona

La decaída Barcelona se anima por una causa benéfica

La decaída Barcelona se anima por una causa benéfica
La decaída Barcelona se anima por una causa benéficalarazon

La Fundación Iván Mañero recaudó 24.000 euros a favor de miles de niños guineanos.

Fue un elegante soplo de aire fresco que alentó el decaído ambiente social barcelonés. Es una cita ya en su octava edición a beneficio de los niños de Guinea- Bisáu. La siempre pujante Ciudad Condal lo necesitaba aunque fuese ocasional, relanzó los ánimos gracias a la Fundación Iván Mañero, estético cincuentón de sonrisa permanente, que no solo pone en su sitio las caras venidas a menos. Bien se vio en esa especie de amadrinamiento conjunto que hicieron desde Mónica Pont o Lydia Bosch a la veinteañera Iría Otero unida al portero Diego López. Con punto verde «chartreuse» chocando con la negrura y clasicismo de la mayoría, sobresalió la guapa esposa del guardameta del Espanyol, que, junto con su compañero, también barbudo, Sergio Sánchez, contrastó con el famoseo reunido por el doctor Iván Mañero. Recaudaron 24.000 euros «que en Guinea supone ayuda para miles de niños. En nuestra fundación barcelonesa cada año atendemos de 40.000 a 50.000 de entre 5 y 8 años», reconoció mientras la energía social iba recuperándose. Un espejismo.

Aunque muchos no acaban de entender qué pasará con el más famoso cava catalán si, como negocian, venden a Alemania el grupo Freixenet, donde resiste heroícamente su fundador Josep Ferrer, firme en sostener lo familiar. Antaño traía lo mejor del cine mundial para su spot navideño. Por él pasaron desde Shirley MacLaine a Montserrat Caballé. Recuerdo la rueda de prensa con la McLaine, hora y media que ella cortó, no para darse un respiro, sino contenta de producir tanta curiosidad. La peor de todos fue Andie MacDowell, apenas veinte minutos de interrogatorio. Respondía desganada.

Fue una gran época y ahora resulta incierto qué pasará con aquel burbujeo internacionalizado. No dejó de ser monotema, otra preocupación en esta cita donde como presentadora Elsa Anka exhibió dos vestidos, uno rojo muy escotado y otro negro, que subastaron ante Alejandra Prat. Sigue asentada y bien casada en Barcelona con un marido que arranca suspiros de unas y otros. Elogiaron su sencillez, nada que ver con lo aparente de una Mónica Pont casi en boca de todos. Viendo su pelo en melena y la serena elegancia del ademán, reconocían que «ha tenido muy poca suerte». Y lo justificaban contando que cada 15 días viaja obligada a Gerona para ver a su hijo, que fue otorgado al progenitor.

Mañero denunció que cada tres minutos una niña es mutilada sexualmente. El dato casi les atragantó el delicado ravioli con pasta de arroz y el muslo de pato con manzana confitada y reducción de la buscada malvasía de Sitges. Como era de esperar, remataron con el cava «Anna Brut» de Codorniú. Supuso algo más que un burbujeo. Su futuro inquieta en esta Barcelona donde todos cuentan y no acaban en actitud dolorosa. Son pocos los que parecen confiar en el 21-D como solución, ni siquiera como tregua. En distintos círculos obtuve la misma descorazonada respuesta. Tristísimo.