Fiat

Clara Agnelli, la mujer que pudo ser arrestada por adulterio

Nieta del creador de la casa Fiat, falleció la semana pasada, en Venecia, a los 96 años de edad. Diseñadora de ropa infantil y escritora, fue una mujer muy positiva, casera y cariñosa en familia, pero también extravagante, elegante y de armas tomar

Clara se casó muy joven con el príncipe Tassilo Von Furstenberg, en la imagen
Clara se casó muy joven con el príncipe Tassilo Von Furstenberg, en la imagenlarazon

Nieta del creador de la casa Fiat, falleció la semana pasada, en Venecia, a los 96 años de edad. Diseñadora de ropa infantil y escritora, fue una mujer muy positiva, casera y cariñosa en familia, pero también extravagante, elegante y de armas tomar

Clara Agnelli, la hermana mayor de Gianni, el «Avvocato», que presidió durante 37 años la compañía automovilística Fiat, murió la semana pasada en Venecia. Era la primogénita de la dinastía italiana de los Agnelli, casi como una «Familia Real». Clara, que nació en 1920 en Turín, donde la familia levantó su imperio y donde tienen el panteón familiar, falleció a los 96 años por culpa de la edad y del alzéhimer. «A nadie de la familia –nos cuenta uno de sus cinco nietos, Hubertus Hohenlohe– nos ha sorprendido su muerte, sino cuánto vivió». Clara también frecuentó la Marbella de la época glamourosa. Diseñaba prendas para niños (eran «trajes románticos como para otra época», señala) y escribió el libro «Cómo vestir a una bambina». El enorme patrimonio que se le supone a la nieta del creador de la Fiat tendrá que ser repartido entre sus dos hijos, Ira y Sebastiano, con los que mantenía una relación complicada, así como entre los nietos, Tatiana y Alex, hijos del Egon, que estuvo casado con la diseñadora americana Diane Von Furstenberg y falleció en 2004, aunque «aún no han abierto el testamento, así que no sé si habrá problemas con el reparto. En teoría mi abuela tenía mucho patrimonio, pero la realidad no se sabe nunca porque puede haber cosas escondidas. Pero, realmente, no tengo ni idea de lo que tenía mi abuela». Hubertus Hohenlohe recuerda a su abuela como una persona que «tenía muy buen gusto y sentido de ama de casa. Le gustaba poner muy bonitas sus casas de Cortina y Venecia. Era muy buena abuela, en el sentido de que si llegabas a comer tarde porque habías esquiado demasiado, no era pesada ni ponía pegas. Ella estaba encantada: ‘‘Qué bien que has esquiado hasta tan tarde, pues cambiamos el menú porque a las tres es mejor comer algo ligero’’, decía. Siempre veía el lado positivo de las cosas y se ponía a favor tuyo y no en tu contra». Pero esa Agnelli que tuvo ese trato tan condescendiente con sus nietos era una mujer de armas tomar y provocó un auténtico escándalo en la sociedad de su época, hasta el punto de que estuvo a un tris de ser encerrada en la cárcel acusada de adulterio. Clara se casó muy joven con el príncipe Tassilo Von Furstenberg, un noble de rancísimo abolengo europeo con el que enseguida tuvo a sus tres hijos: Ira, Egon y Sebastiano. El destino quiso que se cruzase en su vida un apuesto conde, Giovanni Nuvoletti, con fama en Italia de cazafortunas. Clara, la primogénita de la saga Agnelli, se lió la manta a la cabeza y abandonó a su príncipe para vivir su aventura «en pecado». En 1974, con la Fiat, el Gobierno de su país y la nobleza europea en su contra, consigue casarse con su amante. Era una mujer extravagante, elegante y con un gusto exquisito que contagió a su nieto Hubertus: «Siempre me llamaba por mi cumpleaños y me decía que la mañana de mi nacimiento fue la más maravillosa de México. Mi abuela fue muy feliz allí porque vivió allí con su ‘‘novio’’. Aquel amor escandaloso originó una ruptura con su hermano ‘‘El Avvocato’’ que no aceptó al conde y estuvieron más de diez o quince años sin hablarse. Nuvoletti murió antes, en el 2008 y mi abuela hace unos días».

w recuerdos de infancia

«Mi abuela me lo regaló todo: bicicletas, esquíes... Toda mi carrera de esquí se la debo a ella porque tenía una casa en la estación de Cortina de Ampezzo y disfrutaba regalándome las mejores botas, los mejores esquíes, los mejores ‘‘outfits’’, y vestir bien te da marcha y más ganas de esquiar porque te sientes estupendo. Mi abuela siempre tenía las mejores cosas y su chófer te llevaba a las clases. Era una persona que te facilitaba la vida en todos los aspectos. Mi madre no me llevó nunca y mi padre no salía del Marbella Club. Ir con mi abuela Clara era mi vía de escape», recuerda con cariño Hohenlohe.