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Alon Bar: «Soy embajador, no tengo que elegir nada y sí disfrutar de todo»

El embajador de Israel en España termina su misión diplomática describiéndola con su característica sonrisa. Es un apasionado de nuestro país, de la cultura, la gastronomía y, sobre todo, de nuestro modo de dialogar.

Alon Bar
Alon Barlarazon

El embajador de Israel en España termina su misión diplomática describiéndola con su característica sonrisa. Es un apasionado de nuestro país, de la cultura, la gastronomía y, sobre todo, de nuestro modo de dialogar.

Alon Bar es uno de los diplomáticos que mejor se conoce los rincones de la capital española. Durante sus últimos días como embajador ha recibido muchos recuerdos para llevarse a Israel; como un enorme libro de recetas de la cocina madrileña. Cuando menciona el salmorejo o el «corderito», en su notable castellano, se le enciende la mirada. Al tratar algún tema peliagudo, cambia el tono, pero nunca deja ser amable y cordial.

–Antes de entrar a la embajada me han hecho un pequeño interrogatorio. ¿Usted aprendió a hacerlos durante su servicio militar?

–No, yo durante mi servicio militar fui de infantería, una unidad de combate, no de investigación.

–¿Le han hecho más entrevistas que interrogatorios?

–Entrevistas sí, no interrogatorios. Muchas preguntas de interés por la gran ignorancia que existe sobre Israel, por los muchos estereotipos, prejuicios y percepciones que se tienen (algunos son muy agoreros). Preguntas, conversaciones, diálogos... incluso a veces confrontaciones. Pero nunca he sentido que fuera un interrogatorio.

–¿Se imagina un Israel sin arcos de seguridad?

–Es un poco difícil. Israel se localiza en un entorno bastante hostil. Crecimos con este entendimiento y ahora no se siente tanta falta de seguridad. Las preocupaciones nos han acompañado toda la vida y es difícil verlas desaparecer. Estas medidas no pueden reemplazar los acuerdos, ni la buena vecindad, ni la vida en paz con nuestros vecinos como la mejor manera de garantizar nuestro bienestar. Hasta que consigamos esto queda aún bastante tiempo.

–Con la firma del acuerdo con Irán, ¿vivimos ahora en un mundo más seguro?

–En Israel no se entiende así. La interpretación en toda la región, no sólo en Israel, ha sido de aumento de tensión y de aumento de las amenazas y no una bajada. Es curioso que en el mundo occidental se ha interpretado al revés.

–¿Qué le pareció ser el pregonero del pueblo que se cambió el nombre por Castrillo Mota de Judíos (antes Castrillo Matajudíos)?

–Muy bueno. Fue una iniciativa maravillosa, que tiene un sentido humano y universal y aunque es un pueblo pequeño, el simbolismo era enorme. Me encantó conocer al alcalde y a sus habitantes. Al final, la humanidad no sólo se construye con decisiones de primeros ministros y de reyes sino por voluntad popular. España y el mundo se convierten en un lugar un poco mejor por la humanidad que han mostrado estas personas.

–No sé si tiene Twitter, ¿qué no escribiría?

–Las redes sociales tienen mucha presencia. Como personalidad pública es igual publicar una frase en Twitter que decirlo en una entrevista. Utilizo mis cuentas como otros medios de comunicación, en algunos puedo ser más informal, pero al final me representan a mí y a mí país y por eso tengo que tomármelo con toda la seriedad y la responsabilidad de un embajador. Lo que quiera decir a mis amigos se lo digo de manera más discreta, no uso Twitter. La gente tiene que entenderlo, no es por ocultarlo. Uso de manera más ligera Whatsapp y el sms, pero vivimos en un mundo en que todo se convierte en público muy rápidamente.

–¿Como le ocurrió a Zapata, el concejal de Madrid?

–Lo escribió en Twitter antes de su vida pública. Tampoco es que me guste que personas sin cargo oficial hagan bromas antisemitas. Le ha perjudicado y complica que represente la cultura de una ciudad tan abierta y pluralista que se quiere abrir al mundo. Por eso veo correcta la reacción. Lo positivo ha sido el mensaje público de que este tipo de cosas es inaceptable. No conozco a Zapata ni tampoco quiero atacarlo.

–¿Qué es lo más atractivo de ser diplomático?

–Evidentemente lo bastante libre o el fácil acceso a la cultura. Apertura de exposiciones, conciertos, fútbol... Conocer a tantas personas. Este acceso y facilidad es muy atractivo para un embajador. Más allá de esto, es la opción de no tener de elegir. Siempre me preguntan: «¿Barça, Atleti o Real Madrid?» «¿Qué te gusta más: Lavapiés, Chamberí o Chueca?» «¿Cataluña o Andalucía?» Yo soy embajador, no tengo que elegir nada. Tengo que disfrutar de todo lo que tienen que ofrecerme sin tener que elegir ni poner preferencias. Estar abierto a todo.Para mí ha sido maravilloso y me ha permitido conocer a muchos sectores que a veces pueden ser opuestos entre sí con mucha naturalidad.

–Su relación con España... ¿es la más intensa que ha tenido?

–Sí. He pasado en total ocho años de vida en este país tan maravilloso. Tengo mucho cariño y siento una gran cercanía por la cultura, el idioma, la gastronomía, y el modo de pensar y vivir de los españoles. Vuelvo mucho más español a Israel de lo que he salido.

–¿Qué es lo que más va a echar de menos?

–Definitivamente, a pesar de la crisis y todos los desafíos que tiene un embajador israelí en España, la tranquilidad y el ambiente relativamente relajado y dialogante que encuentro en gran parte de la sociedad española. El clima de Madrid (incluso con la ola de calor) también me encanta. Realmente voy a echar de menos muchas cosas. También a mis amigos. Hemos hecho muchas amistades que obviamente no voy a perder, pero será más difícil de mantener en la distancia. Y el fútbol, naturalmente.

–Y usted que es cocinillas, le he visto en el Canal Cocina... ¿Se va a llevar algún producto? ¿Un jamón ibérico?

–No por las complicaciones que hay por el simbolismo del jamón ibérico... El regalo que nos dio el equipo de la embajada es un libro enorme sobre la cocina madrileña y seguramente prepararemos muchas recetas allí: salmorejo, corderito, pescado a la sal... No puedo quedarme sólo con una. Además,nos une la tradición común, la sefardí. Sé que voy a mantener mi cocina con mucha presencia madrileña y española.

El lector

«En estos cuatro años como embajador he hecho contactos y vínculos con LA RAZÓN. Es un periódico que presenta un punto de vista de una manera justa y equilibrada y no todos los medios lo hacen. Lo veo como una novedad en el panorama periodístico en España, como algo positivo. Nosotros tenemos interés de vincularnos con todos los sectores y nos hemos encontrado al otro lado la voluntad de escuchar y de dar cuenta de algunas precisiones importantes».