Restringido
Boris Izaguirre: «Nacer elegante es un martirio»
No sólo es un escritor, es también un narrador oral. Todavía disfruta del éxito de «Un jardín al norte» mientras trabaja en Telemundo.
Seduce cuando habla, no sólo por lo que dice y cómo lo dice; también porque tiene la mejor caída de ojos de España y parte del extranjero. Ahora posee tres casas: Miami, porque es un exiliado económico, Londres y Madrid, la que considera su hogar. Para él la educación es una forma de estar en la vida y hacer agradable la vida a la gente y el vestir, mejor dicho, vestir bien, la mejor carta de presentación. Tiene bien puestos los pies en la tierra. No es un personaje, aunque reconoce que se ha reinventado alguna que otra vez para serlo. Necesidades de la televisión que acepta o quizá forma parte de su rebeldía sin ira.
–Hablemos de su amiga Isabel Preysler. Estuvo casada con un cantante de éxito internacional; luego con un aristócrata; después, con un superministro, y, ahora sale con un premio Nobel. ¿Alguien puede superar eso?
–No, Isabel Preysler es insuperable, quizá sólo está a la altura de Jackie Kennedy-Onassis. Creo que su relación con Mario Vargas Llosa es una historia feliz que nos hace un poquito más felices a nosotros, sus espectadores. Es un romance épico, insuperable.
–Nada que ver con lo que se dice de Isabel Pantoja y el presunto trato de privilegio que recibe de la directora de prisiones de Alcalá de Guadaira...
–Esa directora debería tener un programa de televisión sobre la reinserción social. Los desayunos entre ella e Isabel Pantoja tendrían que ser televisados. Y me parece una falta de miras no entender esa amistad. ¿Usted sabe lo dura que deber ser la vida de una directora de una cárcel de mujeres? De repente, entra una reclusa como Isabel Pantoja y todo se vuelve diferente. Escucharla, comentar con ella sus canciones, comparar las letras de sus temas con lo que está viviendo... Todo eso lo está haciendo la directora. A mí me parece estupendo que se gaste nuestros impuestos fomentando esa amistad.
–El paso de Ortega Cano por la prisión ha sido más discreto.
–Está claro que Ortega Cano tiene un fantástico peluquero en su cárcel y algún médico que le administra vitaminas y un poquito de bótox, porque está estupendo.
–Pablo Iglesias se lució el día del Orgullo Gay fotografiándose con la bandera arcoíris cuando ha cobrado de Irán, donde se encarcela a los homosexuales, o de Venezuela, donde no son tratados mucho mejor.
–Ya... pero también es cierto que ese día se lucieron y nos lucimos todos mejor después de cuatro años de antipatía por parte del anterior Ayuntamiento. Estoy de acuerdo con Manuela Carmena de que el día del Orgullo es una fiesta de Madrid. He visto crecer este día desde que éramos cuatro gatos, incluido Pedro Zerolo, y definitivamente ahora quieren y disfrutan mucho con esta fiesta.
–Las vacaciones, ¿son una estación del año o un estado de ánimo?
–Las vacaciones perfectas son las que duran 48 horas, por ejemplo en Formentor. No te da tiempo a aburrirte, ni a discutir con tu pareja, ni a hartarte de ir todos los días a los mismos sitios... No creo mucho en ellas. Me he acostumbrado a estar siempre ocupado. Me gustaría seguir trabajando hasta que fuese muy mayor.
–¿Dónde está el Boris sobreactuado e histriónico de «Crónicas marcianas»?
–En el disco duro con todo el material grabado del programa. Fue un tiempo estupendo, aunque a veces Xavier Sardá se ponía muy nervioso por su afán perfeccionista, yo le decía: «Tranquilo, sólo es un programa de televisión». Él, con razón, me contestaba: «Sí, pero es nuestro programa de televisión».
–¿La vida es como una novela o como una telenovela? Se lo digo porque ha trabajado en los dos géneros.
–No, es como «Ben Hur» o «Lo que el viento se llevó». Eso siempre lo he sostenido y me gustaría vivir como un gran melodrama en technicolor. La única película en blanco y negro que me hubiese gustado vivir es «Al final de la escapada», de Godard.
–Vive entre Miami, Londres y Madrid... ¿Es tan cosmopolita como parece?
–No estoy muy de acuerdo con la imagen que proyecto a los demás. Tengo trabajo en Miami, en Telemundo, una de las principales cadenas hispanas en Estados Unidos. Ellos apreciaban mucho mi trabajo en la televisión española. Eso es lo que soy: un venezolano que ha hecho su carrera en España y ahora trabaja en Miami.
–¿Es tan ligón como parece?
–No. En un tiempo me hubiese gustado, pero a las pocas semanas de llegar a este país, concretamente a Santiago de Compostela, conocí a Rubén. Aprendo mucho de él. Me doy cuenta de que su régimen de nutrición y ejercicios merece mucho la pena. A lo que ibámos: es probable que ligue, pero no me ligan a mí sino al de la tele. Rubén es la única persona que me conoció antes y eso es muy importante para mí.
–¿Qué hace usted para ir siempre hecho un pincel?, ¿es cuestión de genética o se aprende?
–Creo que el estilo, al igual que el glamour, se aprende. Llevarlo en los genes me parece aburrido, porque es como una condena. ¿Si se nace elegante? ¡Por favor, qué martirio! Es mejor transformate que nacer con todo hecho.
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