Automóvil
Coches para disfrutar
Los pesados y largos viajes por carretera ya son historia con la reinvención de los vehículos en «centros de ocio», en los que se ha incrementado la seguridad notablemente.
Ni combustibles alternativos, ni diseños futuristas. En este capítulo sólo mencionaremos cómo cambió la experiencia a bordo de los automóviles en la última década. Por mucho empeño que pusieron en el pasado importantes empresas, la realidad es que la tecnología de conducción autónoma en ciudad todavía no ha despegado. Las variables a tener en cuenta por los algoritmos que regulan la seguridad de un vehículo sin conductor, son demasiadas: otros coches, señales de tráfico, peatones que no respetan las sendas...
En cambio, en plena carretera los sistemas autónomos ya se empleaban antes de 2010: la velocidad de crucero fue un avance que se instaló casi inadvertidamente y propició el hábito de confiar en el vehículo. En los viajes de largo recorrido los factores imprevisto se reducen notablemente, más aún si automáticamente se regula la velocidad máxima.
Y es que el coche de 2025 tendrá a bordo el ordenador más potente a nuestro servicio. El fabricante de microchips Nvidia, anticipaba una década atrás la tecnología a bordo con su procesador Tegra X1, capaz de realizar un billón de operaciones por segundo, lo mismo que el ASCI Red, el más potente del mundo en 1996. Toda esta capacidad informática se puede observar alrededor del vehículo: los mapas se proyectan en tres dimensiones, y las ventanillas se convierten en pantallas táctiles que permiten seleccionar películas, series o ver las noticias a través de la conexión wifi. Y para mayor comodidad, los asientos giratorios permiten que disfrutemos de estas ventajas sin tener que mirar de lado. El cristal líquido (LCDI) también proyecta hacia el exterior una visión limpia de la carretera y advierte de los peligrosos.
Además de intercambiar información de forma automática con otros vehículos relacionada confactores que afectan a la seguridad del viaje. La tecnología ahora conocida como V2V (comunicación entre vehículos) tiene la ventaja de trabajar con algoritmos inteligentes que aprenden a cada paso de los datos obtenidos y así saber cuál es la mejor maniobra para cada caso. De hecho lo que aprenden lo envían a la Nube para que otros sistemas también reciban la lección y sean cada vez más inteligentes. Es esta conectividad, unida a la potencia del procesador y la fiabilidad del GPS la que permite señalar el destino y dejarse guiar hasta allí, una vez en carretera. Éste resultó ser el paso lógico después de la masificación de la velocidad crucero en 2020. Dos años más tarde, Nvidia instaló la conducción autónoma en los primeros vehículos gracias al procesador Drive PX que utilizaba la conectividad pero también las imágenes de 12 cámaras colocadas alrededor del automóvil, para incrementar la seguridad y fiabilidad, incluido el control de atención del propio conductor.
Por último los airbags. Ya no sólo protegen a los pasajeros desde dentro. También lo hacen desde debajo de la carrocería. Ante un accidente inminente, se despliega desde la parte inferior, reduciendo, por fricción el tiempo de frenada a la mitad y elevando 8 centímetros el morro para propiciar que el golpe se produzca entre los parachoques y así reducir el impacto.
De este modo los vehículos se convertirán, en los viajes en carretera, en una central de entretenimiento, mucho más seguros y eficientes. Eso sí, no serán nuestros. La tecnología de conducción autónoma, como anticipó en 2014 un estudio de la Universidad de Michigan, redujo la compra de vehículos un 43%, lo que coincide con una investigación del mismo año de la firma CNW Research que concluye que los jóvenes entre 21 y 34 años sólo compraban, en aquel entonces, el 27% de los nuevos coches.
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