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Ramón Espinar: «A diferencia de otros diputados yo sí sé bailar el chotis»
El nuevo secretario general de Podemos de la Comunidad de Madrid prefiere la montaña a la playa; ni bañador largo ni ajustado, usa bóxer; le gusta hacer senderismo por la Sierra de Guadarrama y subir en bicicleta por el carril de Colmenar
El nuevo secretario general de Podemos de la Comunidad de Madrid prefiere la montaña a la playa; ni bañador largo ni ajustado, usa bóxer; le gusta hacer senderismo por la Sierra de Guadarrama y subir en bicicleta por el carril de Colmenar.
En el ojo del huracán desde que se enfrentó a los «errejonistas» de Rita Maestre en las primarias, Ramón Espinar tiene que conjugar la secretaría general de Podemos en Madrid con su escaño de diputado de la Asamblea y su puesto de senador. Perseguido como Iglesias hasta «haciendo la compra», se preparó unas vacaciones «activas» para extender la formación morada por toda la geografía madrileña. Eso sí, con unos días sin Twitter ni redes sociales para descansar.
–¿En Podemos las vacaciones se deciden también en asamblea ciudadana?
–(Risas) No.
–¿No levantan la mano y deciden playa o montaña, según lo que quiera la gente?
–(Más risas) No, yo soy más de montaña de siempre.
–¿Lleva a sus compañeros de partido de campamento igual que a las plazas para hacer montañas ciudadanas?
–Algún grupo de paseos por la sierra de Madrid sí que se organiza en Podemos. Hay algunas excursiones para reivindicar zonas de la sierra. Pero no, somos gente bastante normal.
–¿Hacen asambleas en la cumbre?
–¿En qué cumbre?
–En la de la montaña.
–No. La última vez que subí algo fue Siete Picos y no hice ninguna asamblea, eché un trago de agua y me fui para abajo.
–¿Cuando sube a la sierra alguien le grita «podemos»?
– Te paran muchos y, en general y en contra de lo que pueda parecer, quien lo hace es super educado. La gente que tiene una mala opinión de ti no acostumbra a decirte nada, por lo tanto quien te para y habla contigo suele ser para animarte y darte su apoyo. Y luego también hay el que necesita que le escuches y te cuenta sus problemas, pero eso va en el sueldo, claro.
–¿Los políticos no pueden tener vacaciones?
–Todo el mundo debe tener vacaciones y hay una cosa que he aprendido en este tiempo, porque llevo tres años en los que no he parado más de una semana, y es que hay que hacerlo un poco. Siempre son vacaciones activas, pero hace falta bajar el ritmo del día a día y tener tiempo para coger perspectiva y pensar a medio y largo plazo. Una de las peores cosas que te pueden pasar en la vida política es perder la perspectiva y hace falta de vez en cuando relajar el ritmo y recuperarla. No se puede parar mucho, pero un poco hay que hacerlo.
–¿Teme a los paparazzi?
–No.
–Ahora se persigue también a los políticos en la playa.
–A mí no me ha pasado hasta ahora. Espero que no me ocurra.
–¿Eso es porque ha hecho la operación bikini?
–No, no suelo llevar bikini.
–¿Es más de tanga o de bañador largo?
–(Risas) Creo que se llaman bóxer los que llevo yo.
–Albert Rivera hizo una campaña electoral desnudo. ¿En Podemos también hay que reivindicar el cuerpo?
–Espero que no.
–¿Ha podido coger vacaciones este año?
–Sí. Además un amigo muy querido se casó fuera de España y aproveché para pasar allí unos días.
–En sus nuevas responsabilidades como secretario general de Podemos en Madrid tiene que ocuparse de extender la marca por la región, ya que en las anteriores elecciones solo pudieron presentar candidatura autonómica. ¿Esa labor formará parte de sus vacaciones?
–No, eso no son vacaciones, eso es trabajo. Sí vamos a bastantes fiestas de pueblos en verano y a muchas casetas y hacemos un montón de visitas. Me muevo bastante los fines de semana por los pueblos de la Comunidad de Madrid, por la sierra norte, por la sierra pobre, y me gusta mucho la zona de Chinchón y de Titulcia.
–¿Qué se llevaría a la Asamblea y no puede?
–Más diputados de Podemos.
–¿Y de vacaciones?
–A mis abuelas; veraneé con ellas muchos años y ya no puedo porque no están.
–¿Con qué político de la Asamblea se iría de vacaciones?
–Para que fueran unas vacaciones procuraría no irme con nadie de la Asamblea. A tomar una caña me iría con muchos.
–¿En el Senado, al ser la cámara autonómica, hay mucha competencia sobre cuál es el mejor sitio para veranear?
–Existe una gran promoción local. Hay mucho senador que hace pro-
selitismo de su provincia y del turismo en su zona. Eso está bien.
–¿Como senador por Madrid, qué vendería de las excelencias de la región para visitar?
–Vendería el Camino Smith, que empieza en Navacerrada y termina en Cercedilla. Es un trayecto de montaña cuesta abajo, una marcha de cinco o seis horas para tomárselo con calma y parándose a comer. Atraviesa toda la Sierra de Guadarrama. Por no ir a los tópicos, vendería la zona de Chinchón y de Titulcia. De la ciudad, cada vez más adaptada a la bicicleta, sí que trataría de aprovechar los carriles bici y el de la carretera de Colmenar –yo soy ciclista y me gusta mucho–, por el que se circula razonablemente bien y es muy chulo para ir a la Sierra. Y hay una cosa de Madrid que se vende sola, que es el terraceo y el buen ambiente por la noche en cuanto hace buen tiempo
–¿Es de San Cayetano, San Lorenzo o La Paloma?
–Soy poco de santos. Para mí las fiestas de Madrid hace años que son las del Orgullo. Me gusta mucho La Paloma y me gustan Las Vistillas, pero creo que las fiestas con las que se identifica, al menos en mi generación, claramente como las fiestas de Madrid, son las del Orgullo.
–¿Los diputados de la Asamblea deberían aprender a bailar chotis obligatoriamente al ocupar el escaño?
–No lo pondría como obligatorio. Pero sé bailar chotis, a diferencia de algún compañero.
–¿Cómo entonces no le puede gustar una verbena de verano?
–Sí, me gustan, y a la Pradera voy. Lo que sucede es que cuando eres conocido cada vez tienes menos margen de maniobra y lo pasas un poco peor en las fiestas porque puedes hacer menos cosas.
–Tendrá más parejas de baile.
–Sí, pero no soy muy bailón.
–¿Cree que los políticos de la Asamblea necesitan unas vacaciones después de tanta tensión?
–No lo sé. Hay gente allí que está en una situación como de descanso activo permanente. Van a los plenos y hacen poco más. Desde luego, los diputados y diputadas de Podemos, que son con los que yo trabajo y tengo una relación más estrecha, se tienen bien merecido parar unos días.
–Me refiero al tono bronco después de la moción de censura y las comisiones de investigación.
–El tono bronco está derivado de una situación de tensión política. No es gratuito. Hay un Gobierno en crisis, débil y que está nervioso porque se encuentra acorralado por la corrupción. Cristina Cifuentes está al borde de un ataque de nervios, como en la película de Almodóvar, y eso se traduce en un debate más bronco. Ojalá pudiéramos decir las mismas cosas con mejor tono, nosotros lo hacemos.
–¿Le recomienda a Cifuentes un gazpacho con orfidales –como en la película– de menú de verano?
–Recomendaría un gazpacho y una tortilla de patatas con cebolla, que eso siempre sienta muy bien.
–Parece que ahora ningún político puede hacer nada sin que se le busquen las vueltas. ¿Le preocupa que cada vez que hace la compra alguien le vaya a juzgar?
–Creo que nos va en el desempeño, aunque es incómodo, un tanto molesto y no se lleva bien. Y sí, me he visto en la compra con la gente mirando a ver qué cogía.
–¿Suele compartir sus vacaciones en las redes sociales o eso se queda tan solo para la política?
–Este año de las vacaciones de verdad comparto poco. Intentaré no asomarme mucho a las redes porque también tienen que servir para generar una cierta desconexión de lo que haces todos los días. Si estás enganchado al Twitter y mandando mensajes por WhatsApp, en realidad no estás de vacaciones.
–¿Cuáles son las etiquetas (hashtag) de sus vacaciones?
–#Lectura #muchashorasdesueño, que no sé si es verdad o no eso de que se acumula el sueño, pero si es cierto yo tengo bastante acumulado. Y #tranquilidad, #naturaleza...
–¿Hay diferencias entre el Senado y la Asamblea sobre las preferencias entre playa y montaña?
–No tengo hecha ninguna encuesta al respecto. No se qué vacaciones se toman sus señorías en el Senado y en la Asamblea tampoco tengo idea.
–¿Qué diferencias hay entre una cámara y otra?
–Son claramente diferentes. Para empezar, el Senado es una cámara de ámbito nacional mientras que la Asamblea es regional. Y la Asamblea tiene mucha más utilidad, es la que decide y la que legisla sobre las competencias de la Comunidad de Madrid. El Senado es una especie de corrector de «Word» de lo que pasa en el Congreso.
–¿Le preguntan mucho para qué sirve el Senado?
–Me preguntan mucho qué hago allí y para qué sirve. Creo que hay poca duda de lo que yo hago porque es todo público. El Senado sirve para hacer oposición. La sesión de control es igual que la del Congreso, por tanto claro que tiene utilidad. Se puede trabajar y se trabaja mucho, al menos mi grupo parlamentario lo hace. Otra cosa es para qué sirva. Tiene una función constitucional muy reducida, y sobre ella, el uso es malo, por tanto, sirve para poco. Ahora sí sirve para aquilatar la mayoría absoluta del PP. Tiene una función de corrector de «Word», pero muy de derechas.
–¿Y cree que hay vacaciones de izquierdas y derechas?
–Espero que no. Hay formas privilegiadas de pasar las vacaciones y formas más fastidiadas. Hay mucha gente que no se puede ir. Las diferentes formas de vacaciones tienen más que ver con arriba y abajo que con la izquierda y la derecha.
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