Verde que te quiero verde
Parece una medusa pero no lo es
La carabela portuguesa no es mortal aunque puede serlo si pica a personas con la salud muy débil o que tengan determinadas características
La carabela portuguesa no es mortal aunque puede serlo si pica a personas con la salud muy débil o que tengan determinadas características
¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¿Es una medusa? La pregunta queda respondida si aludimos a una de las denominaciones de este hidrozoo marino, la falsa medusa. También se la conoce con el muy significativo nombre de «agua mala», «botella azul» o en inglés, «portuguese man o’ war», el portugués de la guerra en traducción libre. En España ha saltado a la fama como la carabela portuguesa y este verano se lleva más comentarios entre los bañistas que los últimos modelos de bañadores de flores o los precios de los chiringuitos.
No es mortal, en general, aunque puede resultarlo en caso de personas y niños con una salud muy debilitada y siempre en combinación con otras causas que lleven a desenlaces como infartos, por ejemplo. Lo que sí es cierto es que su picadura resulta más dolorosa que la de una medusa y que sus tentánculos, largos y finos, suelen enredarse en la víctima cuando ésta se revuelve, con lo que los contactos se multiplican. Lo primero que hay que hacer si ocurre es retirar los fragmentos de tentáculos que se hayan quedado adheridos tras el encuentro. Luego intentar lavar la zona con alcohol o agua salada, nunca dulce, preferiblemente caliente o templada. Y si hay farmacia cerca, una crema con cortisona es buena idea.
Tampoco es una medusa. Se trata de lo que los expertos explican como «conglomerado de diferentes organismos», bautizado en este caso concreto como Physalia physalis. Se divide entre lo que se ve y lo que no. La parte flotante puede medir hasta 30 cm y tiene apariencia de bolsa llena de aire o gas y vela gelatinosa en la zona superior, gracias a la que se desplaza. Para los humanos, una de las ventajas de este animal de animales es que siempre flota, a diferencia de las medusas. Por debajo del agua lo que dominan son sus tentáculos, que pueden llegar a medir hasta 50 metros, aunque no es lo normal. Desde nuestro punto de vista, esta es una de las desventajas a la hora de evitar su picadura. Este organismo colonial está formado por multitud de individuos de varios tipos, cada uno con una función específica para mantener vivo el conjunto: los neumatóforos se ocupan de la parte flotante, los gastrozoides de la digesión, los gonozoides se realizan las funciones reproductoras y los dactilozoides defienden el conglomerado y obtienen presas. Son los que pican a lo que se pone a tiro para soltar su veneno, también a los humanos.
¿Hay que preocuparse? No demasiado. Primero porque no es precisamente discreta, se la detecta con relativa facilidad allá dónde flota. Y después porque no se encuentran en su habitat. Llegan al Mediterráneo por una combinación de condiciones metereológicas poco habituales y cuando ocurre, lo hacen en meses más fríos. Nunca han sobrevivido al verano de las costas levantinas y Baleares, donde más se han avistado en España, las altas temperaturas de sus aguas hacen que mueran.
La parte flotante de esta medusa puede medir hasta 30 cm y tiene una vela gelatinosa en la parte superior
Tres «españas» de plástico flotan en el Pacífico
La isla de basura del Pacífico, formada por plástico, alcanza una superficie equivalente a la de España multiplicada por tres, y un peso de 80.000 toneladas. La zona en la que flota se ha bautizado como el Gran Parche de Basura del Pacífico, entre Hawai y California, en la parte norte del océano. Un grupo de científicos de la Ocean Cleanaup Foundation ha publicado estas conclusiones en la revista «Scientific Reports», obtenidas en colaboración con seis universidades y una empresa especializada en el uso de sensores aéreos para la obtención de datos. Su realización ha llevado tres años y han participado 30 buques y dos aviones.
Geoparques, los «selfies» de la tierra desde hace millones de años
Son once paisajes en España, aunque se trata de cifras oficiales, habrá muchos más. Los geoparques aglutinan extensiones de tierra que atesoran una geología muy valiosa que se utiliza tanto para elaborar estudios científicos como para llevar a cabo acciones de divulgación y sensibilización. La UNESCO contabiliza 140 enclaves de este tipo en 38 países, y España cuenta con más que ningún otro territorio europeo. Cabo de Gata, Villuercas Ibores Jara, Cataluña Central, Lanzarote y Archipiélago Chinijo o Costa Vasca son solo algunos de ellos.
En este último, el protagonista absoluto es el «flysch», que muestra miles de capas estratificadas en el litoral que separa Zumaya de Motrico, en Guipúzcoa. Para un geólogo, un «flysch» como este se convierte en una fotografía que indica cómo era la tierra hace 60 millones de años y cómo ha llegado hasta aquí. Entre otras cosas, naciendo en las profundidades marinas y saliendo a flote tras violentos choques tectónicos.
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