Diseño de moda

Alvarno: «No hay ego entre nosotros. Lo olvidamos y disfrutamos»

Mañana presentan en la MB Fashion Week Madrid su colección primavera-verano 2018.

Arnaud Maillard, con camisa blanca, y Álvaro Castejón, creativos de Alvarno
Arnaud Maillard, con camisa blanca, y Álvaro Castejón, creativos de Alvarnolarazon

Mañana presentan en la MB Fashion Week Madrid su colección primavera-verano 2018.

Mañana a las 11:30, Alvarno –es decir, Álvaro Castejón y Arnaud Maillard–, desfilará en la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid, la pasarela de moda más reconocida de España. Son horas de nervios, aunque estos dos sofisticados y exquisitos diseñadores de moda, dos en uno, ya andan sobrados de tablas, y cuentan con infinidad de devotas de su marca, además de varios premios y mucha simpatía de la Prensa como respaldo. Les pregunto por las sorpresas en su más reciente colección y Álvaro es el primero en explicarme: «Preparamos un verano muy fresco, muy ligero, el que más para nosotros, el que más sensación de aire nos da y, sobre todo, algo mucho más pausado. Tiene un punto romántico, una nueva versión de Alvarno». Nueva versión de Alvarno, ni más ni menos. Con la aceptación que tenía la antigua, no sé a qué viene el riesgo: «A que yo pienso que es un momento de la vida en el que queríamos hacer las cosas con más tranquilidad y se refleja en la colección en todos los sentidos. Seguimos con un “look” muy fuerte y con un estilismo bastante “heavy”, pero la presentación, la música, las chicas... van a ser algo más lento», precisa Maillard.

Con todo, estoy segura que ese lema suyo, ya casi mítico –«La luz de Madrid y el espíritu de París»–, seguirá impregnándolo todo. No se lo perdonaríamos si no fuera así. «Por supuesto –dice Castejón–, eso nos acompaña y sigue estando presente en esta colección». Una colección, como siempre, hecha a cuatro manos. Y no debe ser fácil que dos diseñadores de tanta personalidad, con historia personal anterior en la moda y una formación al lado de Lagerfeld, se entreveran. «Es que nosotros, desde el minuto uno, compartimos todo –asegura Maillard–; luego, cada cual defiende sus ideas; pero lo más importante es que no hay ego en nuestra relación personal. El ego lo olvidamos y disfrutamos mucho». No sé si creerles del todo. El ego y la creación van tan unidos que resulta difícil pensar que quienes viven creando puedan apartar la vanidad. «Pues es verdad. –asegura Castejón–, y lo es porque hacemos las cosas con cariño hacia la otra persona, apartando lo que no es esencial. Y vas a defender tus ideas, pero también lo que la otra persona te aporte; de esa mezcla y de ese intercambio salen cosas más bonitas. Es muy enriquecedor». Supongo que también habrán aprendido a controlar los egos después de haber sufrido el de Lagerfeld. «Bueno, sufrir, no tanto –dice Arnaud–, yo pienso que, además, cuando la gente vea esta colección va a notar que hay algo del pasado que por primera vez va a salir a la pasarela. Para mí, la experiencia de estar quince años con Lagerfeld fue única. Muy poca gente ha aprendido al lado de un maestro como él. Con su presencia, con compartir día a día, viendo cómo funciona una casa de costura, trabajando en sesiones de fotos; por supuesto que él tiene su personalidad, pero es un personaje con tanto sentido del humor que olvidas los momentos de estrés».

Lo que parece que también han olvidado ellos son los almidones y las rigideces del maestro. «Lo olvidas y lo recuperas –puntualiza Álvaro–, porque es algo que has mamado. Mi vida profesional empezó ahí y he crecido con eso. Y muchas veces te apetece sacar guiños, porque los consideras un poco tuyos también». Pues ellos no son Lagerfeld, pero cuentan ya con una extraordinaria trayectoria a sus espaldas. No sé si eso significa mucho dinero, porque los expertos en moda dicen que se gana mucho y se pierde mucho. «Así es. En la moda hay que tener mucha paciencia –dije Arnaud–, porque la base de esta industria es la injusticia: una buena noticia puede cambiar tu panorama y tu futuro en un segundo, pero lo mismo pasa con una mala. Hay que luchar, no perder la ilusión y no esperar las cosas sin hacer nada. Como nuestra marca es rentable, y eso ya es mucho, nos han dicho que teníamos mucha suerte; pero no es suerte sino trabajo, los siete días de la semana, porque lo queremos así. Es una manera de vivir». Y esa manera de vivir a veces se desarrolla entre espejismos. Porque en la moda, como en el arte, hay mucha falsedad. «Es cierto –continúa Arnaud–, pero cuando vives en este mundo desde hace tantos años, te acostumbras. Algunas veces te molesta, otras te sorprende, pero yo creo que es así también en la televisión y en el cine. El ser humano ha llegado a un nivel de egoísmo y de falsedad increíble. Con los años, cada vez veo gente más falsa y más egoísta. Pero el mundo funciona así y tenemos que seguir». «Hay que luchar contra esto –añade Álvaro–, pero precisamente por eso es imprescindible ser fiel a uno mismo».

NO GRACIAS, KIM KARDASHIAN

Andamos tan profundos en la conversación que les pido un poco de frivolidad, un ejercicio de decirme a qué mujeres les gustaría vestir y a cuáles no. «A mí me encanta Angelina Jolie», confiesa Arnaud. «Con la casa de Loris Azzaro –fueron sus directores creativos– vestimos a Taylor Swift y a Heidi Klum. No señalamos nombres españoles para que no se ofenda nadie. ¿Y a quién no me gustaría ver con un diseño nuestro? A Kim Kardashian». Alvaro no se moja. Coincide con Arnaud, pero habla del fenómeno que es «la Kardashian». Para gustos los colores, ya se sabe. Pero para soñar con sueños que se puedan hacer realidad, el «prêt à couture» de Alvarno. ¿Qué qué es eso? «Es algo muy importante para nosotros –explica Arnaud–. El “prêt-à porter” (listo para llevar, la ropa de las tiendas) puedes venderlo cincuenta, cien veces, las que quieras. Nosotros en el “prêt à couture” tenemos solo una pieza en cada talla y es una especial que no repetimos. Por ejemplo, si un abrigo bordado con un precio alto se ha vendido en España no lo vamos a repetir en el mismo color. Es una manera de respetar a la clienta, de decirle que ha pagado un presupuesto alto, pero que no se va a encontrar a nadie que también lo lleva, sin que sea haute couture (alta costura. Hecha a medida y en exclusiva).